«Uno de los puntos más críticos para la inclusión financiera es la evaluación del riesgo crediticio, que sigue siendo una de las barreras más grandes para para qué segmentos desatendidos y no bancarizados, puedan acceder a servicios financieros.»
Hoy nadie es ajeno a la crisis de la COVID-19, de una u otra manera esta situación nos a tocado fibras tanto en lo personal, como en lo profesional. En la industria financiera ha golpeado de diferentes maneras, desde las restricciones de movilidad para que los promotores puedan hacer sus visitas de generación de clientes, a compartir bolígrafos/plumas o incluso los formularios de solicitud de crédito, poder hablar con los clientes cara a cara en visitas presenciales, etc. Esta situación ha afectado en mayor medida si la institución financiera trabaja o quiere trabajar con segmentos desatendidos o no bancarizados, donde una visita a su lugar de trabajo o vivienda es un requisito y hoy es impensable o está muy restringido.
Todos estos acontecimientos han puesto en relevancia nuevamente, la llamada «transformación digital», que de cierta manera se iba gestando, pero no con la importancia debida. Algo en lo que podemos apoyarnos es en la infraestructura de telecomunicaciones con la que contamos. Los índices de penetración de acceso y principalmente uso de internet en clientes bancarizados, sub atendidos y no bancarizados ha ido creciendo año con año, en las poblaciones donde existe acceso a servicios financieros, y más aún en poblaciones donde no existe la oferta de ningún servicio financiero. Esto nos facilita proveer servicios digitales y llegar a más clientes, sobre todo a ese segmento desatendido y población con menos recursos. De manera de proveerles la oportunidad de acceso a servicios financieros e incluirlos de manera fácil, amigable y transparente.
Los procesos para acercarnos a ellos, ya sea para originar nuevos créditos, hacer seguimiento y ejecutar políticas de cobranza, hoy deben ser digitales, de manera que no dependamos de visitas físicas (o en todo caso disminuyamos las mismas), que los procesos de onboarding se puedan realizar desde sus propios domicilios o trabajos sin la asistencia de los promotores, y más. Estamos conscientes que ciertos productos orientados a segmentos específicos, aún tendrán que realizarse de manera presencial, sin embargo hoy dentro de las instituciones financieras estamos viviendo un escenario donde debemos adaptarnos para sobrevivir.
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En el mercado existen muchas soluciones, que resuelven desde diferentes enfoques este problema. Desde formatos de solicitud electrónica, expedientes digitales, escaneo de documentos desde el mismo celular, reconocimiento facial, validación de identidad, revisión de listas negras/vigilancia y más. Sin embargo uno de los puntos más críticos para la «inclusión financiera» es la evaluación del riesgo crediticio, que sigue siendo una de las barreras más grandes para para qué segmentos desatendidos y no bancarizados, puedan acceder a servicios financieros.
Hoy ya no es suficiente contar con un score de buró de crédito tradicional, debemos buscar otras variables de evaluación, a fin de poder construir esa confianza que las entidades financieras necesitan. Las soluciones vienen de la mano de las Fintechs, que están desarrollando modelos alternativos y que utilizan «Data no tradicional». Entre estas soluciones podemos contar los score psicométricos, que evalúan la intención/voluntad de pago, scores basados en variables de comportamiento de pago de facturas de servicios básicos, score que apalancan los datos del dispositivo celular, como cuantos contactos tiene, con cuántos habla al día, datos de geolocalización y otros scores en el mercado.
Vale la pena investigar estas herramientas, y en función de las necesidades de cada institución financiera, el producto que quieran apalancar y el segmento al que están orientados, adoptar las mismas. Sin embargo, el cambio debe ser gradual, por procesos separados o micro-procesos y ser adoptado por toda la organización. Los colaboradores normalmente aceptan los cambios si estos les benefician.
Se vienen más retos y para adaptarnos a estos cambios, debemos aceptar el papel de las nuevas empresas digitales (también llamadas Fintechs) para complementar a la industria financiera tradicional, acelerar su transformación e incrementar la inclusión financiera, la cual es fundamental para nuestro presente y futuro.
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