«Latinoamérica posee una cantidad y calidad significativa de investigación científica pero un nivel muy bajo de innovación traducida en valor económico». Esta fue mi impresión al visitar la región por primera vez con una misión de Massachusetts en 2011.
Viniendo de un entorno altamente innovador – la industria de la Biotecnología y Ciencias de la Vida – mi curiosidad me trajo de regreso a finales de 2014. No siendo un científico, mi enfoque provino de una visión empresarial y de la experiencia de traducir science into good business, impactando la vida de millones de personas en el mundo.
¡Me sorprendió positivamente lo que había sucedido desde entonces! Un dinámico ecosistema de emprendimiento se había iniciado específicamente en Chile a través de la iniciativa Start-up Chile. Cada vez más jóvenes científicos se sintieron atraídos por convertir sus ideas en productos y convertirse en empresarios. No obstante, no encontraron la infraestructura necesaria para convertir la innovación científica en empresas exitosas e internacionales. Y así nació mi visión: Ofrecer a los startups de base científica una infraestructura de educación, conocimiento, red y acceso internacional como si estuvieran ubicadas en el ecosistema de startups biotecnológicas más maduro del mundo – ¡Boston, MA en los Estados Unidos!
América Latina, con sus recursos naturales únicos, está bien equipada para evolucionar como un centro de biotecnología, pero es y será un proceso largo. Algunos gobiernos, como los de Chile, Argentina, Brasil, Perú y Colombia, han dado pequeños pasos para apoyar el desarrollo del emprendimiento científico. Un ejemplo es el recién creado Ministerio de Ciencia y Educación de Chile, que ha creado Start-up Ciencia, nacido de la idea de Startup Chile pero para las startups de base científica. Este programa proporciona capital inicial libre de impuestos. En varios países también se proporciona financiación pública para apoyar el desarrollo de los primeros hitos críticos, como la propiedad intelectual y las pruebas in vitro. Sin embargo, esto no es suficiente para crear resultados económicos reales y de impacto en la sociedad. La participación de la industria y el financiamiento privado son esenciales para el desarrollo duradero de un ecosistema de innovación biotecnológica con éxito e impacto global de los startups.
Hoy en día la biotecnología se encuentra probablemente donde se ubicaba el emprendimiento tecnológico en LATAM hace 5-10 años. Poco a poco vemos que las universidades y los centros tecnológicos relacionados se comprometen y fomentan la creación de empresas. Algunas family offices de industrias relacionadas están participando con un creciente interés en invertir en la clase de activos de capital de riesgo biotecnológico. Los fondos regionales de capital riesgo, que antes sólo invertía en tecnología, están empezando a examinar las oportunidades en biotecnología y, en algunos casos, a coinvertir con fondos internacionales experimentados.
La pandemia ha acelerado esta tendencia y recientemente hemos oído hablar de algunos grandes ejemplos de inversiones en etapas posteriores, incluyendo Phage Lab (Chile) que ha recaudado 30 millones de dólares liderados por Kazek Ventures de Argentina o NotCo, donde Kazek es también un importante inversionista desde los primeros días, alcanzando el estatus de Unicornio. Pero los startups de biotecnología de América Latina todavía tienen una jugada muy difícil para acceder al capital de etapa temprana y el apoyo relacionado, que es absolutamente crítico para acelerar su negocio y estar preparados para los mercados y capital internacionales.
Lea también: Los Aspectos Más Críticos en la Cadena de Abastecimiento