«Las economías se necesitan entre sí para poder crecer y a medida que vamos saliendo del confinamiento mundial, comenzamos a ver patrones de comportamiento en los compradores internacionales que son grandes oportunidades para países productores de agro y manufactura como Colombia.»
Una de las paradojas más impactantes de la crisis derivada del Covid-19, fue ver el inmenso contraste entre agricultores con sobra de producto y consumidores desabastecidos. Vimos como productores en Latinoamérica, África y Asia botaban y destruían sus producciones pues no tenían alternativas para que el producto le llegara a sus clientes. Y por otro lado, millones de consumidores estaban desabastecidos, viviendo una pesadilla de hambre y largas filas en centros de distribución de comida y supermercados. Y no fue para menos, en ciudades como Nueva York, la capital del mundo y el comercio, en el segundo trimestre del 2020, alrededor de 2 millones de residentes de esta ciudad vivieron inseguridad alimentaria debido a la escasez de comida en supermercados, tiendas, entre otros. Este escenario de entrada nos da un dato importante: la pandemia dejó en evidencia las grandes ineficiencias que hay en las cadenas de abastecimiento internacionales.
La pandemia está cambiando al comprador internacional
Después de lo que se vivió durante los primeros meses de pandemia, los compradores internacionales están buscando diversificar en productos, mercados, proveedores y países, pues esto fue lo que los llevó a tener problemas de abastecimiento. Cómo ejemplo se puede tomar a China, el mayor exportador de manufacturas, donde miles de fábricas cerraron y los importadores se quedaron sin cómo abastecerse. Al mismo tiempo, los compradores que tenían buena diversificación, que no dependían de pocos proveedores o de un solo país, vieron como los impactos de los cierres de la economía no fueron tan profundos y pudieron sacarle ventaja competitiva a la pandemia.
Ésta experiencia nos deja una gran lección de mercado, pues nace de un trauma que el comercio global vivió y su prevención viene con mucha fuerza: importadores, mayoristas y comercializadoras están buscando nuevos países, productos y proveedores, no solo para brindarles a sus clientes más variedad, sino para evitar que se repita la pesadilla del primer semestre del 2020. Es una lección clave: “no poner todos los huevos en la misma canasta”. Para Colombia esto resulta ser una gran oportunidad, las industrias que más se pueden ver beneficiadas son precisamente la agricultura y la manufactura.
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Por otro lado, los compradores internacionales están digitalizando sus procesos de compra. Las medidas sanitarias y de confinamiento, sumadas al temor por el contagio, forzaron a la economía mundial a pensar diferente y a ver la tecnología como una herramienta obligatoria para hacerle frente a la crisis. Y el comercio internacional no ha sido la excepción: para los que han tenido experiencia en exportación, es muy claro que productores y compradores han interactuado de la misma manera en la que se hacía desde hace más 40 años.
La comercialización internacional utiliza tecnología, pero está lejos de tener procesos digitalizados. Es decir, actualmente en vez de usar fax, se usa el correo electrónico, en vez de llamadas telefónicas, se utiliza Zoom o Microsoft Teams, y en vez de mensajes de texto, ahora se usa WhatsApp. Esta forma descentralizada en que los compradores y productores se conectan, genera una altísima carga operativa, poca colaboración entre las partes y una barrera inmensa para conocer nuevos proveedores. La realidad es que el comercio exterior es difícil, los errores cuestan bastante dinero y dejar las decisiones de abastecimiento y/o exportación en manos de hojas de cálculos, emails y WhatsApp, lo hace aún peor. Es por esto que el cambio de paradigma que ha traído una crisis como el Covid19, ha hecho que los compradores internacionales están comenzando a conectarse con proveedores de todo el mundo a través de softwares de abastecimiento estratégico, e-commerces, Marketplace y nuevas plataformas en línea de promoción internacional.
Es importante que los productores colombianos conozcan de la nueva realidad de sus clientes y que comiencen, por ejemplo, a subir los catálogos de sus productos a estas nuevas herramientas, que en un futuro serán sus mejores aliadas y es donde se van a concentrar la gran mayoría de sus clientes. El productor debe saber que ya no es un tema de sí digitalizar la comercialización es importante o no, sino más bien de hacerlo a tiempo.
En conclusión, el mundo no va a parar de estar interconectado por la crisis económica derivada por el covid19. Las economías se necesitan entre sí para poder crecer y a medida que vamos saliendo del confinamiento mundial, comenzamos a ver patrones de comportamiento en los compradores internacionales que son grandes oportunidades para países productores de agro y manufactura como Colombia. Los compradores ahora más que nunca quieren trabajar remotamente, diversificar portafolios, bajar costos operacionales, facilitar la coordinación con proveedores y agencias de carga y conectarse con una red de proveedores a nivel mundial a un solo click. Los empresarios colombianos no pueden desaprovechar esta oportunidad.
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