En el diccionario de la real academia española encontramos varios significados sobre el verbo sembrar, entre ellas; Arrojar y esparcir las semillas en la tierra preparada para este fin y en otro aparte se define como Dar motivo, causa o principio a algo, y nos apoyaremos en estas definiciones porque aunque parece obvio y ampliamente conocido tal significado, pocas personas practican este arte y peor aún esto repercute en nuestras organizaciones.
Pero vamos a desglosar dicho concepto y quitar de en medio algunas ideas que parecen restringirnos en nuestra cotidianidad, lo primero es que aunque la primera definición hable de tener una tierra preparada, es una limitación esperar a que el terreno esté preparado, esto se resume en que el capital humano muchas veces se abstiene de aportar ideas, tomar riesgos o proponer una innovación porque considera que el escenario no ha sido ambientado, espera sigilosamente que las directivas, sus jefes, el mercado o sus compañeros tomen riesgos que les permita salir a arrojar esas semillas guardadas. Esta lección que parece trajinada, puede ser el génesis de tener tantos campos desiertos y colaboradores sumidos en la búsqueda de mejores oportunidades. Las semillas que analógicamente podríamos considerarlas las ideas corren el riesgo de desvanecerse en un santiamén, por otro lado el campo que en nuestro caso puede ser la organización confiadamente espera por nuevos aportes, y no hay nada más deprimente que un lote vacío porque lo único que lo invade es la basura.
Pasando a la segunda definición, de dar un motivo, una causa o un principio a algo, la suerte es cada vez menos condescendiente con los líderes empresariales, es obligación de ellos mostrar que cada esfuerzo por menor que parezca representa grandes frutos del que todos son ganadores, y en este caso debe motivarse viendo la rutina como una oportunidad para una cosecha de largo aliento.
En mi experiencia como coach de huerta, he visto pasar equipos cargados de semillas, y dueños de campos vacíos todo porque ninguno de los dos fue instruido para la acción más simple y agradecida de la vida, sembrar. Dicho lo anterior sabemos que empresarios y líderes deben corregir lo que culturalmente no se enseñó y a su vez cada persona del equipo es un terreno fértil, que ansía ser sembrado de propósitos.