«Cada día escuchamos con más fuerza la necesidad que tienen las empresas de encontrar talento con habilidades emocionales sólidas, que les permita adaptarse al cambio constante, aprender y mejorar.»
La crisis sanitaria ha hecho evidente muchas deficiencias en los países, en nuestra región no solo se ha demostrado que hemos invertido muy poco en nuestros sistemas sanitarios, sino que además se han visibilizado los grandes problemas que acarrea la informalidad en nuestras economías.
Una de las principales dificultades ha sido entender cómo mantener los sistemas de educación funcionando, cuando aún hay personas en especial en zonas rurales o periféricas de las ciudades que no tienen una conexión a Internet. El distanciamiento social, nos ha empujado a convertir a nuestros negocios en servicios digitales y logísticos, para seguir sirviendo a un consumidor que tiene miedo de salir y contagiarse.
El COVID-19 cambió a la humanidad, y como producto de eso las habilidades que las personas van a necesitar en un mundo en el que tenemos la tarea de reinventarnos. Los trabajos en el mundo físico se han reducido a lo indispensable, y lo virtual ha cobrado mucha fuerza para establecerse como una plataforma para comunicarnos, transaccionar, y aprender.
Hemos visto también cómo muchas empresas que decidieron transformar sus negocios digitalmente hoy están en una mejor situación, y sus negocios han sufrido menos los impactos de la crisis sanitaria. Cada día escuchamos con más fuerza la necesidad que tienen las empresas de encontrar talento con habilidades emocionales sólidas, que les permita adaptarse al cambio constante, aprender y mejorar. El mundo post-pandemia requiere de modelos de negocios que se adapten a las nuevas condiciones que tenemos todas y todos para vivir.
Hoy las personas estamos forzadas a trabajar con alta incertidumbre, hemos visto sectores que se han transformado como el retail, donde las empresas han adaptado sus capacidades para vender online, y generar logística, o los pequeños productores agrícolas que hoy tienen la capacidad de tener contacto directo con el consumidor de su producto, rompiendo la dependencia de los mayoristas con una venta por Whatsapp, o a través de Facebook.
Esa creatividad que hemos visto en las personas para mantener los negocios vivos, es un digno ejemplo de cómo las habilidades emocionales juegan un rol clave sobre el expertise que se tenga para descubrir nuevos modelos para operar. Quienes están sobreviviendo esta crisis son los individuos que ayudan a las organizaciones a romper sus propios paradigmas, buscando otras maneras de generar valor para sus clientes.
“Salir de la caja” requiere de un esfuerzo importante de cambio de comportamientos en la gente para generar hábitos y culturas organizacionales que innoven. Estos cambios pueden aportar a la optimización de procesos, identificación de nuevas necesidades en los clientes, o simplemente dejar de hacer cosas en una empresa que no agregan valor.
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La tecnología es y será una herramienta fundamental para el cambio, y debido a eso habrá que invertir en fortalecer el conocimiento que tenemos sobre ella. El Software Service (SaaS) es uno de esos servicios tecnológicos para los cuales no necesitamos mayor expertise técnico para digitalizar procesos y optimizar recursos. Servicios como Google Drive, Slack, Typeform, Trello, SquareSpace, Stripe, Miró, entre otros son fáciles de instalar, y tienen la capacidad de ser escalable, y generan grandes eficiencias.
En el mundo laboral post-pandemia los individuos tienen más responsabilidad para seguir aprendiendo, porque todo está cambiando constantemente. Ellas y ellos deberán adueñarse de su proceso de aprendizaje, el que hoy es sumamente accesible a través de la educación online que existe. Empresas como Udemy, Crehana, Platzi, Edex o Youtube nos permiten acceder a información detallada para generar habilidades específicas para aprender a resolver problemas.
Las empresas podrían beneficiarse mucho si adquiere capacidades para convertirse en un centro de aprendizaje más especializado para su negocio. Esto ya lo hacen muchas organizaciones, en especial las que tienen programas sólidos de upskilling y reskilling de talento.
Los gobiernos juegan un rol fundamental para crear el marco regulatorio que se adapte al mundo en el que vivimos. En especial para aprovechar a las personas con una educación alternativa, pero con mucho talento y potencial para un rol nuevo. En ese sentido, será fundamental cambiar el concepto de los requisitos y evaluaciones profesionales. Tomando en cuenta que habrán roles que aún no tienen un nombre o estructura académica definida, o donde hay muy poca gente con experiencia. Un gran ejemplo de esto es el desafío de contratación que tienen los estados para acceder a personas con habilidades que han adquirido en el Internet, y que como consecuencia no están avaladas formalmente.
Este problema es característico de las áreas tecnológicas que requieren contratar desarrolladores de software que además será un rol clave en un mundo post-pandemia, algunos no tienen títulos universitarios formales, y eso es una limitante para ser contratados a tiempo completo con todos los beneficios en una dependencia del estado.
Queda claro que la educación y el trabajo están en un periodo de transformación importante, en donde debemos ser críticos para ajustarlos a las necesidades que el mundo empresarial requiere. Nuestra región tiene una gran oportunidad para demostrarle al mundo que podemos aprovechar este momento para transformarnos, hemos visto cómo muchas personas han utilizado sus habilidades emocionales para darle la vuelta a situaciones laborales con mucha creatividad, y han logrado encontrar maneras para adaptarse a esta nueva realidad usando tecnología.
Queda claro que las personas son las protagonistas de esta nueva era que estamos empezando a vivir, somos nosotros quienes tendremos la capacidad de cambiar la matriz productiva de nuestros países para convertirlas en economías de conocimiento que aprovechen nuestra identidad, nuestras cultura y nuestro potencial para ofrecerle al mundo valor. Abracemos el momento que vivimos, y empujemos como sociedad a aprovechar lo que esta crisis ha generado.
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