«El entretenimiento se convierte en anticuerpo cultural y en una herramienta clave para permitir la transformación productiva que nos lleve a un nuevo ethos cultural, en donde la tolerancia, la equidad, la lealtad en la confrontación, la coherencia y la consciencia crítica sean los pilares sociales.»
Los anticuerpos son las proteínas de defensa que el cuerpo secreta como parte de su respuesta inmunitaria, cuando reconoce que hay sustancias extrañas que pueden ser una amenaza para el organismo (virus, bacterias o toxinas). Naturalmente, un anticuerpo cultural sería aquello que nos protege de las toxinas culturales o de aquello que puede ser una amenaza cultural.
Uno de los principales obstáculos a los que nos enfrentamos como especie es la falta de consciencia crítica, que nace de las falsas percepciones y los falsos dilemas y se traduce en un desgobierno total de la mente. Si la consciencia es la capacidad del ser humano para percibir la realidad y reconocerse en ella, y la crítica es el conjunto de juicios que responden a un análisis; la consciencia crítica es la capacidad de generar juicios informados a partir de la percepción de la realidad y del conocimiento derivado de esta.
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Básicamente, es la habilidad de utilizar el conocimiento que se tiene (que debe ser diversa y variada, dado que un individuo con consciencia crítica es naturalmente inquisitivo y curioso) para generar razonamientos y deducciones lógicas y coherentes. La consciencia crítica es en donde convergen la inteligencia contextual y la intuición estratégica. Es lo que nos permite administrar la información y el conocimiento. Y el conocimiento, ¿para qué? Para saber priorizar, para poder discernir lo verdadero de lo verosímil. Y para ser coherentes.
A inicios de este año, Alemania declaró la cultura como uno de los bienes de primera necesidad. Gracias a la situación generada por el COVID-19, alrededor del mundo se ha comprendido que la cultura no es un lujo, sino un derecho fundamental. La cultura es vital para una sociedad, pues es a través de esta que se celebra el pasado, se contextualiza el presente y se define el futuro. Y el entretenimiento es una de las plataformas a través de los cuales se puede difundir y potenciar la cultura.
Es en ese momento que el entretenimiento cobra un valor importante para el fomento de la cultura, pero no todo el entretenimiento es un motor cultural. Para ello, se requiere de productos que, a través de la estimulación sensorial y cognitiva, generen reflexión contextual en sus consumidores. Es ahí cuando el entretenimiento se convierte en anticuerpo cultural y en una herramienta clave para permitir la transformación productiva que nos lleve a un nuevo ethos cultural, en donde la tolerancia, la equidad, la lealtad en la confrontación, la coherencia y la consciencia crítica sean los pilares sociales.
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