En Colombia, así como en el mundo entero, nos encontramos en un momento clave de convergencia tecnológica y aceleración de la transformación digital, en el que la innovación y el desarrollo de nuevas herramientas están marcando la pauta en las empresas de todos los sectores, y especialmente en el sector financiero.
El vasto y rápido desarrollo de la tecnología ha propulsado la evolución de la industria de los medios de pago, a tal grado que hoy no solo los bancos y las fintech, sino también empresas de comercio electrónico, marketplaces y grandes retailers, están inmersos en la revolución que vive el ecosistema de pagos.
Parte de esta transformación viene dada por un cambio fundamental en los hábitos de los consumidores, que se han desplazado en gran medida hacia el ecosistema digital. De acuerdo con el Digital Report 2023, de We Are Social y Meltwater, el 30.1% de los usuarios de internet en Colombia entre 16 y 64 años realizan al menos una compra en línea cada semana a través de un teléfono móvil, y un 17,9% utiliza mensualmente algún servicio de pago móvil.
En Colombia, cifras de la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico (CCCE) muestran un crecimiento del 38,4% del sector en 2022, con ventas por 55,2 billones de pesos y más de 330 millones de transacciones de ventas en línea. Para este año, se proyecta que la industria del comercio electrónico total de bienes y servicios en el país crecerá un 14% con respecto al año pasado.
Este contexto crea para las empresas retos fundamentales que necesariamente deben superar si quieren sobrevivir a los cambios que ocurren en el mercado a una velocidad cada vez más vertiginosa.
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En muchos casos hablamos de empresas con operaciones globales que generan y procesan millones de transacciones diariamente, no solo de entradas y salidas de dinero, sino también cargos, contracargos, detalles contables y registros internos, lo que representa un alto volumen de flujo de datos provenientes de distintas fuentes y en formatos altamente variables.
Esto se traduce en una gran complejidad operativa, que demanda de las empresas la capacidad de gestionar y analizar un vasto conjunto de información, de manera rápida y eficiente, y con la mínima susceptibilidad a errores, para llegar a resultados precisos y confiables que puedan ser una guía en la toma de decisiones estratégicas y de negocio.
Frente a estos desafíos, la adopción de herramientas de automatización para los procesos financieros se convierte no sólo en una cuestión de eficacia, sino también en una necesidad de precisión y fiabilidad. Aún así, el mercado solo cuenta con una oferta reducida de herramientas verdaderamente robustas, con las capacidades suficientes para procesar enormes volúmenes de información, salvaguardando la precisión de los resultados y la integridad de los datos, una realidad que frecuentemente obliga a las empresas a embarcarse en desarrollos tecnológicos internos que generan un alto costo y uso de recursos, y que son, a menudo, poco efectivos a largo plazo.
Las empresas necesitan encontrar formas de apalancar nuevas tecnologías, desde el Big Data hasta la Inteligencia Artificial, para navegar con éxito las dinámicas de transformación profunda y acelerada del mercado. El gran reto en este contexto no son solo las herramientas, sino la mentalidad y la cultura empresarial. Para poder estrategizar, ahorrar y alcanzar nuevos horizontes de crecimiento rentable y sostenible, las empresas tienen un imperativo apremiante de cambiar su manera de pensar, integrando una mayor flexibilidad y fomentando una postura más abierta al cambio.
En el mundo en el que vivimos, es la tecnología la que crea los diferenciadores en el cambio, por lo que es y seguirá siendo fundamental dominar el uso de las nuevas tecnologías y emplearlas como catalizadores de la transformación, si queremos continuar aprovechando el impulso positivo de la digitalización para el desarrollo de la economía en Colombia y América Latina.
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