En Colombia de cada 100 personas mayores de 20 años, solo 11 alcanzan a graduarse de la universidad, según un estudio de SITEAL: Sistema de Información de Tendencias Educativas en América Latina. El 42% de los colombianos (21.021.564) vive en pobreza monetaria, y un 15% de los colombianos (7.470.265) vive en pobreza monetaria extrema, según el estudio de Índice de Pobreza Multidimensional del DANE.
Es posible plantear estrategias efectivas focalizadas de mitigación de la deserción. Existe en Colombia una metodología patentada para analizar con datos la correlación de factores asociados a la deserción escolar, universitaria o laboral.
La educación en Colombia es medida con diferentes instrumentos o herramientas con el objetivo de mejorar la calidad educativa del sistema escolar; algunos de estos instrumentos cuentan con datos precisos sobre las realidades, con respecto al desempeño de los estudiantes al terminar sus estudios y próximos a graduarse de su bachillerato. Algunos instrumentos son: pruebas saber que se realizan 4 cada año para evaluar la calidad de la educación en 3°, 5°, 9° y 11°; cada 2 años el país participa en las pruebas PISA, cuyo objetivo es compararnos con otros países en competencias de lectura, matemáticas y ciencias; se cuenta también con los datos de alumnos matriculados al año.
Hacen parte de los sistemas de información del sector educativo: SSDIPI: Sistema de Seguimiento al Desarrollo Integral de la Primera Infancia SIMAT: Sistema Integrado de Matrículas, SPADIES: Sistema de Prevención y Análisis de la Deserción en las Instituciones de Educación. SNIES: Sistema Nacional de Información de la Educación Superior.
Le puede interesar: ¿Por qué es Importante la Formación Constante en Marketing Digital?
Cada una de estas herramientas responde a un marco normativo nacional y a unos compromisos internacionales con la OCDE y la ONU, específicamente en ODS 4. Desde el Plan de Desarrollo 2018 – 2022 se reta al Estado a favorecer las trayectorias completas de los estudiantes.
La solución del problema de la deserción demanda dos iniciativas: la primera es cuantitativa y corresponde a la integración pertinente de la data nacional; y la segunda es cualitativa, y corresponde a la lectura de la data en clave de la comprensión de los fenómenos educativos.
Dentro de la primera iniciativa, el Ministerio de Educación Nacional ha hecho esfuerzos para integrar sus diferentes sistemas de información, sin embargo se requiere sumar data de más entidades del Estado como el DANE, Ministerio del Interior, el SENA, el ICFES, entre otras. Sabemos que el Ministerio de Educación está trabajando en la interconexión de los datos para favorecer las trayectorias completas (desde primera infancia hasta educación superior).
En cuanto a la segunda iniciativa, queda un reto mayor: el componente cualitativo de la solución. Los datos ofrecen números distantes de los fenómenos sociales: reportes históricos, lecturas estadísticas y, en el mejor de los casos, probabilidades. Tenemos 30 años de datos de Pruebas Saber, 20 años de registros de deserción y abandono entre otros, y la tasa de deserción intra-anual de 2020 alcanzó el 2,7%. El componente cuantitativo no resuelve el problema de la deserción escolar.
Le puede interesar: Microaprendizaje y Gamificación
Para comprender el sistema educativo se puede asimilar a un universo (calidad, cualificación, deserción, cobertura, infraestructura, entre otros). En este universo educativo, encontramos un hoyo negro llamado la deserción escolar: cualquier esfuerzo realizado para mejorar la educación de nuestros niños, niñas y adolescentes, carece de sentido cuando el estudiante abandona su trayectoria escolar. La deserción puede considerarse entonces como el “fracaso” del sistema educativo.
¿Cuál es entonces el problema que genera la deserción escolar? ¿Qué un niño no se va a graduar de secundaria? Las consecuencias son muchas y mucho más graves y se pueden agrupar desde dos categorías:
- La primera es la descomposición del tejido social. De 2019 a 2020 hubo una deserción de 339.069 niños, niñas y adolescentes, el mismo número de habitantes que tiene una ciudad como Neiva; todos estos niños tienden a vivir en escenarios de pobreza y pobreza extrema, son susceptibles de reclutamiento de las estructuras del crimen organizado, son víctimas de violencia intrafamiliar, tienen mayor propensión a consumir sustancias psicoactivas, como los males más sobresalientes y documentados; no siendo los únicos.
- La segunda es la baja capacidad productiva del territorio. Un territorio cuyos habitantes no han terminado la secundaria o no se han graduado de educación superior, difícilmente logra desarrollar su industria, sistematizar sus procesos productivos, incorporar tecnologías de vanguardia, generar conocimiento, entre otros contemplados en la revolución 4.0. Basta con analizar indicadores como bajo PIB per cápita, índice de inequidad (GINI), Índice de competitividad, Bienestar económico neto y baja inversión extranjera.
De la misma manera que un niño desertor puede terminar en las drogas, un diploma le puede cambiar la vida a su familia. Estamos de acuerdo con Nelson Mandela cuando dijo: “La educación es el arma más poderosa que podemos tener para cambiar el mundo”. Se puede aprender de Chile: entre 1990 y 2013 la proporción de jóvenes entre 20 y 24 años que habían completado la escuela secundaria aumentó en un 31%.
Le puede interesar: Innovar Para Creer
Colombia necesita tomar decisiones basadas en análisis serios, rigurosos y desde la comprensión del fenómeno que nos permitan implementar acciones contundentes que aseguren que nuestros niños, niñas y adolescentes no abandonen el colegio. Predecir la deserción no es suficiente si queremos que la expectativa de una vida mejor sea una realidad en cada hogar.
Se debe convertir la data que ya tiene el país, en información que permita descubrir correlaciones altas entre los factores asociados a la deserción entre los diferentes actores del fenómeno: estudiantes, docentes, currículo y territorio; de esta manera es posible contar con alertas tempranas que permitan diseñar estrategias de mitigación eficaces y eficientes.
Hoy existe una metodología con registro de patente que consiste en un sistema de información, que utiliza tecnologías de inteligencia artificial y big data, la cual centraliza, procesa e interpreta los datos cuantitativos y cualitativos sobre el fenómeno de la deserción. Esta metodología establece las correlaciones altas entre los factores asociados de los diferentes actores de deserción, para determinar diferentes alternativas de mitigación desde aspectos pedagógicos, tecnológicos, administrativos y sociales, desarrollando estrategias específicas para cada territorio, entidad educativa y/u organización no gubernamental.
Esta metodología llamada Metodología SDM (Smart Dropout Mitigation Model) es la base de un proyecto de innovación educativa liderada desde Virtual Impact, empresa que agrupa expertos (Doctores y Magísteres) en Deserción en Colombia, IT aplicadas a la educación e Innovación Social y Territorio entre otras disciplinas.
Lea también: Entrenamiento Virtual – ¿Una nueva tendencia?