«La gestión de la reputación y la comunicación debe entenderse, como un instrumento para apoyar la proyección de crecimiento y expansión de la organización.»
Si alguien se acerca y me pregunta si la reputación es realmente importante en una empresa, mi respuesta es que sí, sin importar su tamaño. Si me preguntan si todas las compañías están en capacidad de gestionar su reputación de forma efectiva y eficaz, les digo que no, porque este es un proceso que no inicia de la noche a la mañana y que requiere un compromiso permanente tanto de directivos, como del equipo humano.
Dada la importancia de la reputación en entornos tan competitivos como los actuales, es necesario:
- El compromiso de los líderes de las compañías para mantener actuaciones conscientes y coherentes y,
- Dejar de creer que solo la deben gestionar las grandes compañías.
Aquí entra una herramienta esencial para la construcción de la reputación: la comunicación. Esto no es entregar mensajes sin bases sólidas, hablar por hablar o decir lo que otros quisieran escuchar; es un acto de responsabilidad con la empresa misma y con los grupos de interés.
La gestión de la reputación y la comunicación debe entenderse, entonces, como un instrumento para apoyar la proyección de crecimiento y expansión de la organización. Por ello, dicha gestión debe ser cuidadosa, planeada, enfocada, coherente, detallada y alineada con los objetivos del negocio.
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Contrario a lo que muchos podrían pensar, empezar esta gestión no es difícil y la comunicación no necesariamente debe enfocarse en medios masivos. Lo primordial es identificar cuáles son los grupos de interés relevantes, qué es lo que estos deben conocer y generar estrategias para que los mensajes lleguen a la audiencia correspondiente. Esto implica que debemos abordarlos estratégicamente y no necesariamente a todos al mismo tiempo o seguir la ‘fórmula mágica’ de la competencia, lo que significa es que debe haber una planeación juiciosa para entender las necesidades propias y a partir de ello gestionar la comunicación, porque como los individuos, todas las empresas son diferentes.
La planeación de la comunicación y la reputación debe incluir una audiencia fundamental desde el inicio: los colaboradores. El equipo humano es el principal vocero de la organización, pues al final del día son quienes tienen en su poder la capacidad de amplificar los mensajes y decir, lo que hace, cree y motiva a su empresa. Ello indica que la responsabilidad con esta audiencia es absoluta, pues lo que se piensa, planea, dice y hace debe ser lo suficientemente coherente para que las personas que hacen posible el funcionamiento del negocio logren reflejar su esencia en el día a día y materializar la oferta de valor de la empresa.
Básicamente, primero es necesario organizar la casa y alinearla para, luego, estar en capacidad de contarle a las otras audiencias lo que hacemos. Sin las actuaciones coherentes del equipo humano, no hay reputación ni organización que dure. Y usted ¿Está siendo coherente con lo que dice y hace frente a su equipo humano?
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