«Hoy en día, es imposible pensar en auditorías que no estén soportadas en el uso de herramientas tecnológicas de última generación. Herramientas como Big Data y Smart Data que permiten recopilar grandes volúmenes de información.»
Desde hace algunos años, las compañías vienen escuchando de sus auditores externos el término “aseguramiento”. Sin embargo; para muchos no es claro qué significa y cuáles son sus implicaciones para la auditoría y para las empresas. Para comenzar, pensemos un poco en cuál ha sido la evolución de la auditoría y cómo llegamos a eso que hoy denominamos aseguramiento.
Históricamente se identifican tres enfoques o etapas de la auditoría, la cual inicialmente fue entendida como una revisión que incluía una comprobación del 100% de los saldos de cuenta y sus documentos fuente. Esta práctica se fundamentaba básicamente en una revisión encaminada a la identificación de errores. Posteriormente, la auditoría evolucionó hacia la atestación, y bajo este enfoque se focaliza en la realización de muestreos selectivos, estadísticos y no estadísticos. En la actualidad ha migrado hacia el aseguramiento, que no es otra cosa que un enfoque de administración de riesgos.
¿Pero hablar de este enfoque que implica?
Esto quiere decir que cuando una compañía acude a un auditor externo, este no realizará su trabajo limitándose a una simple revisión documental o comprobación manual, sino que realizará un ejercicio de evaluación de riesgos y a través de este, podrá afirmar razonablemente, que la información financiera de la entidad auditada es una imagen fiel y real de su realidad económica, atendiendo los criterios de las Normas Internacionales de Información Financiera o cualquier otro marco normativo contable que le sea aplicable.
El enfoque de aseguramiento mencionado anteriormente, no se limita solo a los servicios de auditoría financiera sobre la base de estados financieros de propósito general, comprende a su vez otros servicios en los cuales el auditor asegura o atesta sobre la razonabilidad de algún tema, como pueden ser: auditorías operativas, auditorías a los procedimientos de control interno, revisión de información financiera histórica, interventorías, compilación de estados financieros, auditoría externa de gestión y resultados, entre otros.
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Ahora bien, el enfoque de administración de riesgos visto desde el punto de la auditoría no implica que sea el auditor externo el responsable de gestionar los riesgos de las compañías o su control interno. Este enfoque implica que el auditor está en la obligación de entender el negocio de la organización, conocer sus procesos críticos, y en ese entendimiento identificar cuáles son esos riesgos que de llegar a materializarse, pudiesen tener un impacto material en sus estados financieros. Así mismo, identificar y evaluar aquellos controles que la administración ha definido para mitigar esos riesgos.
Dicho de otra manera, este nuevo enfoque se refiere a la gestión de la auditoría a partir de los riesgos significativos del negocio, lo que básicamente permite al auditor focalizar sus esfuerzos en los temas críticos de las organizaciones, direccionar desde la planeación el alcance, oportunidad y desarrollo de las pruebas de auditoría, la identificación de los profesionales y especialistas apropiados y una comunicación permanente de asuntos clave con el cliente auditado. Este enfoque implica, además:
- Auditorías hechas a la medida de las compañías, es decir, auditorías customizadas.
- Auditorías más eficientes y focalizadas y
- Generación de valor por parte del auditor externo hacia sus clientes.
Finalmente, esta evolución nos conduce al auditor a una auditoría focalizada y gestionada en la cual la infraestructura tecnología y la innovación cobran gran relevancia. Hoy en día, es imposible pensar en auditorías que no estén soportadas en el uso de herramientas tecnológicas de última generación. Herramientas de Big Data y Smart Data que permiten recopilar grandes volúmenes de información a gran velocidad y que además permiten analizarla, entenderla y finalmente dar una respuesta útil y eficaz a las entidades auditadas.
En conclusión, el ejercicio de la auditoría no es estático, es un ejercicio que evoluciona con su entorno y con sus organizaciones en función de las nuevas necesidades. La evolución que hoy vivimos nos ha obligado a repensar la figura del auditor como un aliado estratégico de las organizaciones.
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