«Contar con sistemas de seguridad integrales, los cuales no se enfoquen en gestionar los riesgos físicos y cibernéticos de forma independiente, sino que los aborden como un solo issue que debe manejarse desde diferentes frentes y con una mirada 360.»
Las innovaciones tecnológicas que se han presentado desde el Siglo XX han representado una herramienta fundamental para la evolución de la sociedad en cuanto a la generación de confianza, y al mismo tiempo han abierto la puerta a nuevos riesgos, tanto para las personas como para las organizaciones.
El estado de constante cambio en el que nos encontramos, reforzado por el virus del Covid-19, nos obliga a reflexionar sobre la necesidad que tienen las organizaciones de gestionar los riesgos que hoy en día amenazan sus empresas y los que van a surgir. Este ejercicio solo puede hacerse partiendo de una visión de la seguridad integral, o 360, que comprenda la importancia de la protección física acompañada de talento humano y tecnología, así como blindar a las organizaciones de los nuevos riesgos cibernéticos que hoy en día pueden afectar a cualquier organización.
Aunque en el caso de las actividades de vigilancia física los crímenes y criminales han encontrado modalidades más sofisticadas a la hora de cometer los delitos, el desarrollo tecnológico permitió incorporar sistemas que complementaban y potenciaban el trabajo y esfuerzo del talento humano. Un ejemplo de ello son las cámaras capaces de detectar anomalías en los ambientes, los mantenimientos automáticos de servidores, apoyo de seguridad desde centro de control que refuerza la seguridad del ambiente, entre otros. Respecto a lo digital, la tecnología también facilitó el surgimiento de nuevos riesgos que son igual de importantes a los físicos: los riesgos cibernéticos. Ello puso en entredicho que la seguridad de las empresas, en la actualidad, no se debe abordar únicamente desde las instalaciones oficiales de esta, sino que también debe de estar enfocada en cuidar uno de los activos más relevantes que tienen las corporaciones: la data.
Cualquier empresa de cualquier sector maneja información relevante y confidencial de sus productos y servicios, de sus empleados, de sus estrategias, de sus proyectos y de sus clientes, y diariamente la complejidad y concurrencia de los ataques que buscan llegar hasta esta información van en aumento. Solo por ubicarnos, el más reciente informe de las tendencias del cibercrimen de la CCIT (Cámara Colombiana de Informática y Telecomunicaciones) reveló que en Colombia los delitos cibernéticos de fraude han aumentado en un 37% durante las últimas semanas, y que la coyuntura del Covid-19 ha disparado la creación de sitios web dedicados al robo de datos y cuentas. Esta cifra, sumada a la ya reconocida importancia de la seguridad física, permite evidenciar la relevancia, para las corporaciones, de contar con sistemas de seguridad integrales, los cuales no se enfoquen en gestionar los riesgos físicos y cibernéticos de forma independiente, sino que los aborden como un solo issue que debe manejarse desde diferentes frentes y con una mirada 360.
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En línea con lo anterior, una de las claves para saber cómo gestionar la seguridad de las corporaciones es entender que no existe un “ABC de la seguridad integral” y que lo que le ha funcionado a una empresa, probablemente no le servirá a otra. La integralidad al abordar la problemática desde el enfoque físico y cibernético es solo una máxima que debe tenerse en cuenta al momento de diseñarse la estrategia de protección en cada caso, por lo que cobra relevancia el entendimiento del entorno y gestionar los riesgos potenciales que se generar a partir de este. Una estrategia de seguridad integral pensada para una empresa del sector financiero no debe acercarse a la estrategia que debe usar una organización del sector de retail.
Sumado a lo anterior, se pone de manifiesto el contexto actual en el que nos estamos desenvolviendo. Si el escenario internacional representaba amenazas múltiples y cambiantes para las organizaciones del mundo antes de la aparición del Covid-19, las cuales tenían que estar preparadas para gestionar los riesgos impredecibles, hoy día se han agudizado los riesgos de estas amenazas, y las corporaciones que no habían adoptado métodos integrales de seguridad, han tenido que hacer grandes esfuerzos e inversiones para mantener a su empresa segura.
Esta coyuntura actual permite evidenciar la importancia de la practicidad cuando de seguridad se trata. La gestión del riesgo no debería significar importantes y desgastantes esfuerzos por parte de los empresarios con el fin tener todo bajo control, aunque así lo pareciera después de leer la reflexión de este texto. Y es que imaginar la “seguridad 360” o “integral” demanda la existencia de un número considerable de proveedores, creación de cargos dentro de la empresa, y una atención extra al detalle de estas cuestiones. La clave, para todas las empresas que estén leyendo esto, es encontrar un socio que les ofrezca soluciones integrales, que tengan en cuenta el panorama 360, hechas a la medida de las necesidades de la organización, y que cuente con una gestión práctica que no se convierta en una carga más sino todo lo contrario.
La nueva normalidad nos ha dado el reto de repensar la forma en la que operábamos, y dentro de esta reinvención, también debe contemplarse la forma en la que las organizaciones están asumiendo la gestión del riesgo. Sin duda, la incorporación de la tecnología a las soluciones de seguridad física, así como las nuevas soluciones de ciberseguridad y el entendimiento del nuevo entorno en el que se desenvuelve el mundo denotarán cambios en los esquemas de seguridad. Sin embargo, con una propuesta integral, práctica y hecha a la medida, cualquier corporación pondrá hacerles frente a esos cambios, mantenerse segura y enfocarse en lo verdaderamente importante: su negocio.
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