«Aunque suenen como tres puntos concretos: propósito, resultados y cultura; alcanzarlos es lo que nos hace trabajar diariamente.»
La mezcla entre las nuevas generaciones y la época que estamos viviendo nos cuestiona constantemente. ¿Qué pasa con la rotación de personal en las empresas? ¿Qué es lo que los jóvenes buscan laboralmente? ¿Cómo se integran las distintas generaciones, especialmente cuando las diferencias se hacen más evidentes en menores tiempos? ¿Qué nos motiva a levantarnos todos los días e ir al trabajo? ¿Qué le aporta la empresa a sus colaboradores o integrantes?
Estas y muchas otras preguntas ocupan nuestro pensar en el día a día y somos conscientes que son varios de los retos que las empresas viven actualmente. Cuando hablamos de empresas con sentido nos referimos a que tengan un propósito claro, aporten valor, se vean los resultados extraordinarios y que la cultura sea coherente con los valores organizacionales.
Aunque suenen como tres puntos concretos: propósito, resultados y cultura; alcanzarlos es lo que nos hace trabajar diariamente. Las organizaciones, sus líderes y equipos están vivos, todo cambia constantemente, incluyendo las necesidades y prioridades. Cada vez que creemos que solucionamos algo se nos presenta un nuevo nivel u objetivo para alcanzar.
Al hablar de propósito nos cuestionamos qué tanto sentido tiene lo que hacemos. Muchas compañías se crearon porque en algún momento se presentó una necesidad a la que le podían dar respuesta y sus fundadores conocían el quehacer, eran buenos y tenían la visión de negocio. Pasó el tiempo y concentrándose en el hacer se volvieron muy buenos y alcanzaron nuevos horizontes. Sin embargo, hoy van apareciendo preguntas como: ¿Qué sentido tiene hacer lo que hacemos? ya generamos empleo y seguridad financiera, pero de aquí ¿Qué más sigue? ¿Qué le podemos dar a nuestro equipo de trabajo, clientes o entorno con un sentido más elevado? Si en la escala de necesidades de Maslow pasamos los dos primeros niveles, ¿Qué más hay?
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Resultados extraordinarios, es la entrega de un equipo preparado, entrenado y con capacidades de tener conversaciones difíciles, enfrentar conflictos y avanzar rápidamente de manera alineada. Empieza desde la conformación de un equipo, pasando por generar planes de trabajo donde cada uno conoce su parte, sus fortalezas, hasta ser conscientes de que crecer. es una tarea conjunta.
Cuando escuchamos que la rotación de personal se da porque el ambiente se siente pesado, estamos hablando del clima laboral, que es una de las manifestaciones de la cultura organizacional; es más que generar letreros positivos o celebrar cumpleaños. Es ser conscientes de cómo son nuestros comportamientos y mentalidad hoy y tener claro cómo queremos que sea o priorizar qué es lo que queremos gestionar o transformar primero. A través de la cultura logramos que los colaboradores se enamoren de la empresa.
Para gestionar estos tres pilares es importante la estrategia. Sin embargo, nuestro día a día nos lleva a la operación y la táctica. Hoy te invito a que saques un tiempo para pensar, conversar con algunos amigos o referentes y reflexionar:
¿Tengo claro el propósito de mi empresa y me siento alineado con él? ¿El ambiente laboral se siente bien? ¿La cultura organizacional es la deseada? ¿Qué cambiaría? ¿Cuál fue el sueño de la empresa al iniciar? ¿Cuál es el sueño ahora? ¿Cómo lo cultivas y comunicas?. Este sueño ¿es una guía para que otros se inspiren y crean en él?. Finalmente, ¿los resultados que nuestros equipos están teniendo son extraordinarios y nos motivan?
Cuando pensamos en la estrategia generamos la guía de nuestras decisiones, generando bases sólidas que nos permitirán crecer más alto.
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