A medida que evolucionamos sorprende la manera en la que las tendencias y las reglas de juego regresan en todos los ámbitos de la humanidad. En su libro “De animales a Dioses (Sapiens)”, el autor Yuval Harari nos enseña cómo el secreto de la supervivencia de la especie Homo Sapiens, para reinar sobre las otras especies de Homo que existieron en paralelo, fué la posibilidad de colaboración mutua basada en la comunicación.
Tal colaboración permitió que nuestra especie no sólo cazara en equipo, sino que librara importantes batallas contra otras especies que nos competían. Hoy, hemos cambiado la flecha por el Smartphone y el humo por satélites, sin embargo, el espíritu colaborativo no sólo lo conservamos intacto, sino que cobra aún más fuerza de la que había perdido en la pasada era industrial, en donde cada empresa veía con recelo a su vecino y más que colegaje existía una envidiosa y destructiva visión de competencia. Tan es así, que el nuevo ecosistema (también conocido como océano azul) no contempla mucho futuro para empresas y personas que estén aisladas en cubículos, cuya sensación no dista de la de estar atrapado en una silla de automóvil, metro o bus en medio de los interminables trancones de las urbes que nos dejó la pasada era.
Como la mayoría de cambios disruptivos, la iniciativa de trabajar de manera colaborativa proviene de los millennials, considerada la generación de las experiencias, ellos contemplan incluso que las horas de trabajo se conviertan en eso: experiencias.
El trabajo, al ser ya una experiencia en la que se colabora, sentencia el final del concepto clásico de la oficina formal, para dar paso a los espacios Coworking cuya esencia es el trabajo colaborativo. Luz, amplitud, múltiples opciones de sillas y salones, restaurante y cafetería, bici parking, y decenas de servicios que incluso llegan a ser inimaginables para los emprendedores tradicionales, como en algunos casos peluquería, manicura y salas de masajes, entre otros, todos éstos servicios acompañados de personas que no sólo se identifican en sus metas, sino que se complementan en sus habilidades; así son los espacios Coworking que hoy prometen tomarse el planeta entero cambiando incluso las reglas de juego del negocio inmobiliario.
Cuando inicié con el espacio Coworking en Cartagena de Indias, tardé más de un año intentando explicar el concepto a los locales y transmitiendo la importancia de hacer sinergias entre personas y empresas, compartiendo los mismos espacios para generar nuevas ideas, conceptos y soluciones. Aún hoy es mucha la gente que aún no entiende que este concepto no es solo para empresas tecnológicas sino para mentes abiertas que buscan catalizar sus ideas. Nuestro público en su gran mayoría son extranjeros nómadas que recorren el planeta comprando experiencias como las de trabajar a 30 metros del mar, en un lugar con una cultura tan interesante como la del barrio- isla Getsemaní otrora cuna de esclavos devotos a Dioses y santos a los cuales exhibían por las calles con nombres como Ogun, Dios de los metales o Changó, el mismo que se repite en decenas de canciones cubanas haciendo eco a los ritos del siglo XVI, época en la que todos trabajábamos para un rey que ni siquiera conocíamos. Trabajar (si es que aún se puede llamar así) en un lugar acompañado de otros nómadas venidos de los cinco continentes con las mismas ganas de crear y aprender es lo opuesto a estar ocho horas “clavado” en un escritorio tradicional. En el Coworking se habla más ingles que español, se toma más café que agua, se permanece más tiempo que en una oficina tradicional, se conoce más gente que en la calle, muchos lo comparan con una biblioteca, con el detalle de que en vez de libros hay computadores en los cuales cada integrante está planeando algo nuevo, y si tiene dudas que google no le puede resolver –las hay- levanta la cabeza y mira a su alrededor buscando compañeros con toda suerte de profesiones: abogados, contadores, creadores web, diseñadores, chefs, traductores entre sus pares para responder sus inquietudes, debatir conceptos o simplemente departir por unos minutos con personas que de una u otra manera, harán que su objetivo sea más fácil de cumplir. que es un Coworking
“Como la mayoría de cambios disruptivos, la iniciativa de trabajar de manera colaborativa proviene de los millennials, considerada la generación de las experiencias, ellos contemplan incluso que las horas de trabajo se conviertan en eso: experiencias.”
Es así, en estos espacios colaborativos donde han nacido nuevas ideas, empresas, soluciones y sobre todo nuevas maneras de hacer las cosas, uniéndonos como tribus, celebrando los adelantos de la nueva era, pero también ayudándonos a superar los retos que rondan el ambiente de nuestros proyectos a causa de la velocidad con la que la tecnología ha permeado todos los sectores poniéndonos en un escenario poco predecible, incluso amenazante, similar al que vivían nuestros ancestros en aquellas épicas batallas de Homosapiens Vs Homoerectus, aproximadamente dos millones de años atrás y cuya victoria no hubiera sido posible sin las hoy renacidas estrategias de trabajo colaborativo.
También le puede interesar: Coaching, gerencia y resultados