La arquitectura sin contacto es tal vez es uno de los mayores retos a los que nos enfrentamos los arquitectos en el ejercicio profesional. Especificar materiales, diseñar objetos y elementos que interactúan de forma invisible en el espacio público, en el ámbito escolar,en el ámbito comercial,en el ámbito industrial ,en el ámbito de las reuniones y de los negocios son hoy nuevos retos para adecuar y optimizar los espacios de conexión que tenemos que re-formular con el único objetivo de generar un espacio normal de convivencia.
Estamos abocados a una automatización de los espacios, a evitar abrir y cerrar puertas, de encender o apagar espacios, de no tocar lo que no sea necesariamente factible de operar. Las armas invisibles del ser humano como la voz, los movimientos no verbales, las palpitaciones de nuestras pestañas, el reconocimiento de los iris de nuestros ojos se convierten en elementos de identidad que abren y cierran espacios.
¿En qué momento el hombre se obsesionó por el control del espacio?
Entró en juego la inteligencia artificial, el Internet de las cosas, las funciones mecatrónicas y la domótica convirtiendo estos elementos en un indicador necesario para diseñar espacios. El espacio como lo concebimos en los últimos 30 años ha sido duramente castigado por el COVID 19 descubriendo que los espacios sociales, las zonas de estudio y las habitaciones se redujeron mezquinamente por la monetización y utilidad desmedida de los proyectos arquitectónicos que castigaron a los estratos 2, 3, 4 y 5 de calidad, eficiencia y sostenibilidad.
Ni hablar de la mala asoleación y los aislamientos acústicos que hoy separan nuestras viviendas y oficinas. Desaparecieron los balcones, los espacios de estar y los baños y cocinas ventilados naturalmente.
¿Cómo poder ofrecer soluciones de espacios que nos permitan generar seguridad, bienestar y confort a los habitantes de un vivienda o usuarios de un espacio de reuniones?
La tecnología cambia constantemente la arquitectura. La vida diaria en interiores y exteriores está determinada por las innovaciones en materiales y dimensiones. Cuando el acero y los ascensores se desarrollaron hace casi 150 años, aparecieron rascacielos; cuando la madera pudo ser cortada industrialmente en tamaños precisos, la construcción de madera con marco liviano se hizo más barata y más fácil de construir que los edificios con entramado de madera y, junto con la ley GI Bill, ayudó a inundar el paisaje urbano con viviendas unifamiliares.
Estamos al borde de una nueva revolución en la forma en que diseñamos y construimos nuestros edificios a medida que las herramientas de Inteligencia Artificial se están volviendo cada día más accesibles. Si la estética y el vivir un espacio son el gran objetivo común de la arquitectura, la inteligencia artificial debe ser incorporada como una de las herramientas que faciliten nuestro trabajo, no como una excusa o por falta de opciones sino como una nueva manera de construir.
Así como el siglo XX comenzó con el auge de la industrialización, del mismo modo, hemos visto que estos primeros veinte años del siglo XXI han aparecido nuevos desafíos, tales como la integración de las plataformas digitales con la responsabilidad social, ecológica, medioambiental. Ante este nuevo escenario, los procesos de diseño han tenido la urgente necesidad de revisar sus bases conceptuales y procedimentales, incorporando el aporte de otras disciplinas del saber que se han denominado “habilidades esenciales”.
El diseño paramétrico es tal vez el recurso innovador más aplicable en diferentes escalas al diseño industrial, a la arquitectura y el urbanismo. En el enfoque paramétrico el “diseñador” comienza por establecer las relaciones entre las partes, construye su diseño a partir de estas relaciones y modifica estas relaciones a partir de la evaluación y selección de los resultados obtenidos.
De esta manera se potencia “la puesta en escena” o la denominada “Restitución descriptiva” como una posibilidad de examinar variantes sin la necesidad de rehacer cada vez el trabajo de representación. Esto exige un cambio en los hábitos de trabajo del diseñador que debe incluir la definición de las relaciones, de la lógica que hace coherente su diseño, como fase imprescindible en su proceso de diseño.
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Dentro de un modelo paramétrico, cada “entidad” posee parámetros asociados. Estos parámetros controlan las diversas propiedades geométricas de la entidad, tales como su longitud, anchura, altura, radio, etc. También controlan la ubicación de estas entidades en el modelo y cómo las entidades se relacionan entre sí. Los parámetros pueden ser modificados por el diseñador para crear la geometría deseada.
En el proceso proyectual tradicional se utiliza el método top down, que significa el tener una “receta” para lo que se va a hacer, es decir, una forma preestablecida, que se somete a una realidad o a un orden. El diseño paramétrico ocupa el método bottom up, que significa crear una lógica a partir de relaciones específicas, que se pueden ir modificando según los requerimientos sociales y contextuales.
La forma habitual de trabajar con software como el AutoCAD, hasta ahora ha sido la de crear entidades geométricas a partir de las cuales se representa un diseño preconcebido. El procedimiento que se utiliza requiere una gran destreza en el uso de la herramienta informática, especialmente para llegar a la tridimensionalidad, y presenta grandes limitaciones en diseños que escapan de las formas geométricas tradicionales. Esta restricción llevó a nuevas propuestas digitales, más versátiles de fácil acceso al “proceso” de diseño, y ese proceso de diseño llega ahora al espacio automatizado con el fin de mitigar estos efectos negativos los diseñadores y arquitectos están comenzando a priorizar cada vez más la sostenibilidad y la maximización del espacio disponible, permitiendo que más personas ocupen menos espacio con una huella más pequeña y mejoren la calidad de los espacios sociales.
Esta transformación no solo ocurrirá al utilizar materiales locales y eliminar los costos de transporte, sino que la consideración de los climas específicos permitiría a los arquitectos utilizar el diseño solar pasivo y el enfriamiento pasivo para disminuir la necesidad de calefacción y aire acondicionado. Al diseñar nuevos espacios, los arquitectos, ingenieros y especialistas de la construcción continuarán perfeccionando la utilización de Building Information Modeling (BIM), tecnología de colaboración que facilita la planificación y ejecución de proyectos de manera hiper-detalladas, disminuyendo el desperdicio, reduciendo los costos, mejorando la sostenibilidad y promoviendo la creatividad. Junto con BIM, los diseñadores pueden utilizar software de modelado de energía para producir edificios que maximicen la eficiencia energética y sostenibilidad.
Este tipo de tecnología automatizada también puede abarcar nuevos sistemas de seguridad: es posible que en los próximos 5 años las tecnologías de acceso vía teléfonos móviles hayan suplantado a las llaves y a las tarjetas de acceso. En otras palabras, los interiores del futuro estarán inmersos en nuevas tecnologías.
Estas medidas preventivas serán asistidas por una gran cantidad de nuevas tecnologías, diseñadas para optimizar el uso de energía y disminuir el desperdicio de la construcción. Para el 2025, el Internet de las cosas se habrá integrado completamente en los espacios domésticos, utilizado no solo para mejorar la eficiencia del usuario sino para limitar el uso de energía, detener el desperdicio de alimentos y rastrear la utilización del agua. Los sistemas de automatización del hogar apagarán las luces, suspenderán la calefacción y el aire acondicionado, y apagarán los grifos y los calefactores que queden encendidos. A medida que las viviendas urbanas disminuyen su tamaño, el diseño se vuelve cada vez más innovador y multifuncional. Los espacios individuales ya pueden acomodar una cocina, sala de estar y dormitorio a la vez, e integrar almacenamientos eficientes y plantas abiertas con una iluminación bien pensada.
Una forma ingeniosa en la que los diseñadores están logrando esta integración es mediante la retracción de las paredes, permitiendo que los espacios se transformen por completo desarrollando paredes verticales plegables con gráficos personalizables y acústica insonorizada, adaptables a una amplia gama de espacios interiores y a una gran cantidad de propósitos. Otros diseñadores están incorporando muebles transformables, estanterías multiuso o almacenamientos retráctiles. Estos se integran sin problemas a las tecnologías de construcción inteligente, ya que las aplicaciones móviles o la automatización pueden iniciar su funcionamiento y su transformación.
Como resultado, las ciudades serán más sostenibles, flexibles e inclusivas, aunque todavía queda un largo camino por recorrer, es esperable que los interiores de las viviendas unifamiliares y multifamiliares cambien drásticamente, porque los usuarios centraran sus decisiones en tres ejes principales: sostenibilidad, tecnología y eficiencia. Estos tres impulsos de transformación ocurrirán en cascada, y cada uno influirá y facilitará al otro. “Tiny Houses será una opción” Esperemos que la brecha se disminuya y todos tengamos la posibilidad de tener espacios más humanizados y sensibles a su entorno.
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