Internet y las tecnologías de la información han revolucionado el mundo que nos rodea y la forma en que interactuamos las personas. El sector financiero fue uno de los primeros en aprovechar esos avances, adoptando nuevas tecnologías para ofrecer mejores e innovadores servicios de manera estratégica a sus clientes.
La banca digital continúa su evolución a pasos agigantados. Gracias a iniciativas del Gobierno Nacional y al impulso de diferentes proyectos por parte del sector privado, las herramientas digitales se están consolidando cada vez más, brindándole a los ciudadanos diferentes posibilidades para realizar sus transacciones financieras, de manera segura y eficaz, sin la necesidad salir de sus casas. Si bien es cierto que aún queda un largo camino por recorrer, es evidente que en los últimos años se han dado avances significativos en la dirección correcta.
Las cifras así lo demuestran. De acuerdo con un análisis realizado por la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico – CCCE, hubo un aumento en este método de compras entre el 50% y 80% durante las primeras semanas de la cuarentena, siendo las categorías de deportes (85,6%), retail (52,9%) y salud (38,2%) las que más crecieron, evidenciando que el esfuerzo que están haciendo los jugadores del comercio electrónico, incluyendo a las entidades financieras, está dando sus frutos.
Así mismo, el informe de operaciones de la Superintendencia Financiera de 2019 destacó que los medios digitales tienen cada vez más acogida por parte de los consumidores, con un 42% de participación por medio del móvil, 21% por internet, 11% por cajeros electrónicos, 9% por datáfonos y tan solo 7% en oficinas físicas.
El sector financiero ha sido uno de los de mayor índice de digitalización. Cada día una mayor cantidad de empresas y de clientes son usuarios de la banca electrónica, realizan transacciones por internet o pagos a través de dispositivos móviles. Esta adaptación de los modelos de negocio y la explotación de canales digitales pretende aprovechar las ventajas de las tecnologías, que tiene como contrapartida la aparición de nuevos riesgos que se deben prevenir, con el fin de mitigar posibles ataques. Allí es cuando toma protagonismo lo que se conoce como seguridad y ciberseguridad.
De acuerdo con datos de Gartner, firma global de investigación y asesoría, el mercado mundial de ciberseguridad en 2018 fue de aproximadamente 115.000 millones de dólares y se estima que llegó a 124.000 millones de dólares en 2019.
Colombia, como los demás países de la región, ha sido víctima de una cantidad considerable de ciberataques; según el balance de cibercrimen del Centro Cibernético Policial, se reportó un aumento de casi el 30% en los últimos años, por lo cual es importante prevenir y aumentar la confianza de los usuarios y del mercado, minimizando el riesgo en los bolsillos de los consumidores finales, siendo el Sector Financiero uno de los que tradicionalmente ha estado expuesto a estas amenazas cibernéticas.
Conscientes de esta situación, las entidades financieras han sido pioneras en la adopción de medidas para asegurar la protección de sus usuarios, realizando importantes inversiones en infraestructura tecnológica de seguridad, en el mejoramiento en sus procesos y capacitando a sus funcionarios, cumpliendo de igual forma las diferentes normas emitidas en ese sentido por la Superintendencia Financiera.
No obstante, los esfuerzos gubernamentales y los avances de las entidades financieras en términos de seguridad y ciberseguridad, aún hay mucho por hacer. Es importante el aporte de los usuarios, bien sea a nivel corporativo o individual , en la adopción de mejores prácticas en el uso de medios digitales, al no compartir principalmente información sobre el acceso a sus cuentas y utilizando dispositivos conocidos y debidamente protegidos.
De igual forma, la educación y sensibilización a los usuarios se convierte en otro mecanismo importante para mejorar la seguridad, en las cuales, no solo los participantes del sector financiero juegan un papel preponderante, siendo relevante el aporte y la colaboración de la academia, los medios de comunicación, el gobierno y los gremios en el propósito final de proteger la información de los usuarios.
En este contexto, por supuesto no es menor el rol que tienen los entes de investigación y judicialización para fortalecer las normas y las consecuencias de quienes actúan en contra de la seguridad de los ciudadanos.
Brindarles confianza a los ciudadanos es un reto mayúsculo, sin embargo, con las políticas públicas adecuadas, el esfuerzo de cada uno de los jugadores y la educación financiera, en el corto plazo será posible que el 100% de las personas confíen más en los avances de la banca digital que tantos beneficios tiene no solo para cada usuario, sino también para el desarrollo económico y social del país.
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