Pareciera que fueran temas aislados cuando hablamos de gestión del talento humano y contratistas o trabajadores independientes contratados a través de un contrato de prestación de servicios, incluso, se llega a pensar que el tema de los “contratistas” es un tema de las áreas contractuales y financieras, por lo cual en la práctica está cada día más alejado de la realidad.
Con la entrada en vigencia del decreto 1273 del 2018, y otros pronunciamientos relacionados con los empleados y los contratistas, la brecha entre unos y otros se cierran cada día más, dando apertura a la posibilidad de contar con diferentes formas de trabajar y diferentes formas de establecer relaciones entre personas y organizaciones. El teletrabajo, los contratos de prestaciones de servicio, freelance, las redes colaborativas, los aliados estratégicos entre otros, son formas que han surgido de prestar un servicio con unos resultados a cambio de una contraprestación económica o de otro tipo.
“Las áreas de gestión humana van a requerir además de una mentalidad flexible, un apoyo fuerte en herramientas de software que les permita adaptarse fácilmente a los cambios de manera ágil y con el menor riesgo posible.”
Este tipo de cambios normativos como el decreto 1273 de 2018 que cambia la relación de la empresa con el contratista, nos lleva a pensar ¿qué tanto nos involucramos desde las áreas de gestión humana, con todas las personas que hacen posible el cumplimiento de los objetivos de la organización? ¿qué tanto se piensa en la necesidad de la organización de contar con un talento desarrollado, productivo y pertinente? O si nos restringimos al cumplimiento de aspectos administrativos que tradicionalmente son limitados y que no van mucho más allá de contar con lo básico y lo obligatorio para una planta de “empleados”, viendo todo lo que se sale de este marco como aspectos que no son del resorte de gestión humana.
Toda esta transformación del trabajo y de la forma de trabajar va a traer consigo muchos más cambios legales, cambios en las normas organizacionales, en los procesos, en las estructuras, en la cultura de las empresas, y por su puesto en la tecnología en la que nos apoyamos para poder adaptarnos más fácilmente a los cambios.
Por esta razón, la dificultad de la implementación del decreto 1273 de 2018 va mucho más allá de lo legal y pone a prueba la estructura administrativa, la cultura, los procesos y la tecnología de nuestras empresas. Con el cambio de la norma, la primera duda que surge es ¿Quién se va a hacer cargo del pago de la seguridad social de los contratistas?, la respuesta sí la hay, nos muestran que tan flexible es la organización frente a los cambios y que tan fácil se puede adaptar a estos, por lo que surgen otras preguntas de alcance e implicaciones que trae la implantación de dicho decreto.
Con la entrada en vigencia del decreto 1273 del 2018, y otros pronunciamientos relacionados con los empleados y los contratistas, la brecha entre unos y otros se cierran cada día más, dando apertura a la posibilidad de contar con diferentes formas de trabajar y diferentes formas de establecer relaciones entre personas y organizaciones.
Pensemos en un futuro próximo que nos exige trabajar con múltiples formas de contratación, con diferentes modos de trabajar, con modelos mixtos, con generaciones diversas y de pronto tener que trabajar con uno que otro personaje virtual. El reto es poder potencializar el talento de las personas hacia un objetivo común, sin importar el tipo de relación contractual con la organización, es ahí, donde se va a necesitar las áreas de gestión humana, en donde esta muestra la importancia estratégica consiguiendo, cultivando y desarrollando los talentos que logran los resultados que la empresa necesita.
El reto es grande y el panorama es cada vez más cambiante, de modo que las áreas de gestión humana van a requerir además de una mentalidad flexible, un apoyo fuerte en herramientas de software que les permita adaptarse fácilmente a los cambios de manera ágil y con el menor riesgo posible.
La gestión del Talento Humano está trascendiendo a la parte operativa y administrativa empezando a ser el corazón movilizador de las dinámicas organizacionales y de los retos y metas de las empresas, independientemente de su estructura, tamaño y modelos de contratación.