Para septiembre de 2018 en Colombia teníamos 25 millones de personas económicamente activas, esto significa personas que están trabajando o quieren hacerlo, pero no han conseguido trabajo. Quienes efectivamente están ocupados son 22,7 millones de personas, pero hoy la tasa de desempleo está en el 9,5%. Esto significa más de 2,4 millones de personas buscando trabajo, más de dos millones de historias (el equivalente a llenar 60 veces el estadio el campin), historias que serán de algunos de nuestros amigos, familiares y probablemente nosotros en algún momento de la vida.
Estos millones de personas van día tras día buscando una oportunidad laboral, pasando hojas de vida, esperando una llamada de la empresa donde presentaron entrevistas. Eso si hay unos mucho más inquietos que otros, hay unos que el despido de su último trabajo los tomó totalmente desprevenidos, hay otros que lo veían venir, y otros que simplemente querían buscar otras oportunidades. Buscar un nuevo empleo trae consigo muchos retos, esfuerzos y, también, algunas frustraciones, pero hay un elemento que cambia totalmente la forma como enfrentamos ese momento: el nivel de ahorro que tengamos.
No es lo mismo una persona que se queda sin empleo y no tiene como pagar los servicios, arriendo, cuotas de créditos, etc., en comparación con un individuo que quedó sin empleo, pero cuenta con un ahorro importante que le permite enfrentar esa coyuntura con más serenidad y tomar el tiempo suficiente para conseguir un nuevo trabajo. Este nivel de ahorro no solo da mayor tranquilidad en el periodo de desempleo, sino que puede tener un efecto determinante en la calidad del trabajo que se pueda conseguir. Alguien que no ahorró y tiene una necesidad inmediata por conseguir un nuevo trabajo está dispuesto a aceptar un trabajo con unas condiciones menos favorables, por ejemplo, en la informalidad, solo para poder atender sus gastos más apremiantes, en contraste quien cuenta con más ahorro tiene más tiempo para buscar oportunidades más interesantes, en empresas formales que le aseguren mejores condiciones.
Esto se ha evidenciado desde hace varias décadas y por tal motivo se creó un ahorro especial, diseñado para ser utilizado en caso de quedar desempleado o cesante. Este ahorro se conoce como las cesantías. Cada febrero los empleadores le pagan el equivalente a un salario mensual (por el año de trabajo inmediatamente anterior) y se lo consignan en su fondo de cesantías, ya sea Colfondos, Old Mutual, Protección o Porvenir. Estas empresas administran dichos recursos para generarle rendimientos al ahorro de los trabajadores y así cuando queden cesantes tengan un ahorro más grande que les permita estar aún más tranquilos.
“Hoy en día hay 7,7 millones de afiliados a los fondos de cesantías, y tienen un ahorro de 11,8 billones de pesos. Aunque parece un monto importante, este ahorro debería ser mucho mayor, pues esto quiere decir que en promedio dichos afiliados tienen apenas 1,5 millones de pesos por persona.”
Hoy en día hay 7,7 millones de afiliados a los fondos de cesantías, y tienen un ahorro de 11,8 billones de pesos. Aunque parece un monto importante, este ahorro debería ser mucho mayor, pues esto quiere decir que en promedio dichos afiliados tienen apenas 1,5 millones de pesos por persona. Lastimosamente, existen diferentes variables que han impedido que este ahorro crezca más y que sea una verdadera protección para el cesante; la primera variable es legal, hoy en día la misma ley ha olvidado para qué se creó este mecanismo y ha abierto la puerta para que se pueda utilizar para otros fines que inicialmente no estaban contemplados y que desvirtúan su objetivo principal. Por ejemplo, permitir el uso de cesantías para mejoramiento de vivienda (sabiendo además que muchos no lo utilizan ni siquiera para este fin), no tiene sustento alguno y solo ha aumentado el retiro de cesantías y disminuido el nivel de ahorro de las familias para una verdadera contingencia, claro esto no es únicamente problema de la ley y he aquí el segundo factor que impide que el ahorro de los hogares para momentos como el desempleo sea tan bajo, los individuos por lo general tienen una altísima preferencia por consumo presente, sobre ahorro para largo o mediano plazo, además del optimismo que nos caracteriza a los humanos, sobre todo a quienes vivimos en países del trópico. Esta preferencia por consumo y falta de previsión nos hace pensar que jamás quedaremos desempleados, y dado que la ley nos permite sacar recursos para otros fines preferimos sacar esos recursos y utilizarlos como consumo presente. Esto en la práctica se convierte en otro ingreso de corto plazo, pero nos deja igual de vulnerables al momento, que jamás pensábamos que llegaría, de estar desempleados.
Tenemos una responsabilidad muy grande como sociedad para lograr que las cesantías efectivamente cumplan con su objetivo primordial, para que los colombianos que están buscando trabajo tengan mejores condiciones, puedan estar más tranquilos y tengan la capacidad de cumplir con sus obligaciones mientras están en esa búsqueda. Todo lo anterior se logrará, con el mejor aliado de los trabajadores: el ahorro.