«La propuesta híbrida, donde el home office colabore con la realización de tareas de concentración individual, y la sede central y oficinas satélites cercanas a los hogares faciliten trabajar de forma colaborativa, plantea un balance posible en la vida de las organizaciones y personas.»
La pandemia puso en jaque a los espacios de trabajo. Aceleró los procesos de digitalización de las empresas y reorganizó el trabajo de forma remota. No obstante, la pandemia también supo poner al descubierto aspectos más ligados a la necesidad social y cultural de las personas. Si queremos acompañar las tendencias, revelaciones y aprendizajes resultantes de este nuevo hito de la historia, las oficinas deberán reconfigurarse pero nunca desaparecer.
Recordemos el caso de Yahoo, empresa pionera en digitalización que se terminó esfumando por falta de identificación y compromiso de su gente, en contraste con Google, que con una generosa cultura de trabajo se transformó en el aspiracional de toda una generación, que no sólo buscaba ganar dinero sino vivir nuevas experiencias, compartir y crecer en equipo. Las empresas necesitan una sede donde consolidar y transmitir su cultura, empoderar a su capital humano y fortalecer los vínculos desarrollando el compromiso natural.
Cuál es el punto de equilibrio entre lo presencial y lo virtual es una de las reflexiones que trajo la pandemia. La propuesta híbrida, donde el home office colabore con la realización de tareas de concentración individual, y la sede central y oficinas satélites cercanas a los hogares faciliten trabajar de forma colaborativa, plantea un balance posible en la vida de las organizaciones y personas. En línea con esto, los espacios de trabajo podrán responder desde su diseño y formato, resignificándose como áreas de cocreación e integración de tareas, con salas de reunión de distintos formatos adecuados para cada momento, workcafés, lounges con sillones tanto para el relax como donde se pueda trabajar en equipo, abandonando los habituales escritorios individuales y las oficinas cerradas.
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Por otro lado, los espacios abiertos, las terrazas y expansiones que antes ni computaban, se revalorizaron y ahora son más buscados por la gente. Los auditorios se convierten en espacios de streaming, donde se realizan conferencias virtuales de calidad.
Las empresas a su vez buscan flexibilizar sus costos fijos, minimizando las inversiones en activos inmovilizados. En esta línea, el modelo del coworking y las oficinas flexibles facilitan a las empresas una solución all inclusive sin necesidad de inversión inicial, que de otro modo podría quedar mal dimensionada en el futuro. De esta forma, este modelo facilita la expansión de los espacios de trabajo en función de la performance de la empresa y su demanda natural. Esto permite a las empresas no atarse a inversiones ni consumir recursos de forma innecesaria, teniendo en cambio una solución inmobiliaria que las acompaña en un crecimiento orgánico, ayudándolas a hacer foco en su negocio.
Este es el modelo ganador que imaginamos desde HIT Group, que se encuadra dentro del modelo de sharing economy: disponer y no poseer. ¿Para qué poseer bienes que no se necesitan de forma sostenida, cuando se puede disponer de lo necesario, en el momento oportuno y según el contexto del negocio?
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