«Diseñar la cultura de forma permanente es estar moldeando eso que somos y qué hacemos con comportamientos, acciones, hábitos, símbolos y rituales que van haciendo tangible ese lenguaje silencioso pero poderoso.»
Clara, ¿en qué vamos con el proyecto de cultura? decía un gerente a su directora de Talento Humano.
Estos 14 años diseñando Cooltura* hemos comprobado de forma evidente que hay 2 tipos de líderes: Los que invierten tiempo en la cultura y los que no.
Volviendo a su significado traigo uno que nos encanta de HBR (Harvard Business Review) puesto que siempre pone a la estrategia y la cultura en la misma conversación. “La estrategia y la cultura se encuentran entre las principales palancas a disposición de los altos líderes en su búsqueda interminable por mantener la viabilidad y eficacia organizacional”.
La estrategia y la cultura son un equipo, juegan del mismo lado de la cancha si logramos gestionarlas de forma adecuada. A veces el lenguaje visible es el que nos queda más fácil gestionar: resultados, presupuestos y objetivos. El invisible es el que a veces nos quedamos cortos en cómo se hace, ¿por qué? porque estamos gestionando relaciones, comportamientos, hábitos, confianza, vulnerabilidad, propósito. En ese sentido es más práctico creer que lo que me cuesta gestionar como líder puedo dejarlo en manos de un proyecto para talento humano, delegando así, la energía más poderosa que puede hacer que una organización logre sus resultados.
Le puede interesar: Digitalizar el área de Gestión de Personas
El camino es sencillo una vez decidimos invertir tiempo en él:
1. Entender
¿En qué negocio estoy?, ¿dónde están mis principales capacidades? y en ¿qué contexto operó?. Esto en primera instancia nos recuerda que todos estamos en negocios distintos. Debemos gestionar y entender nuestra propia cultura: nuestra identidad.
2. Medir
Lo que no se mide no se puede gestionar. Medir significa poder llegar a los lugares conscientes e inconscientes de una organización, que nos lleven a identificar con claridad dónde están nuestras fortalezas y nuestras debilidades como negocio. Esto debe ser un hábito organizacional. Alumbrar rincones oscuros que nos pueden estar jugando en contra o alumbrar con claridad eso que nos está haciendo jugar como nadie más. Recordemos no hay culturas buenas o malas, hay culturas: Tener clara la de cada uno nos permite actuar y pasar a la acción.
3. Diseñar
Seguimos asociando el diseño a cómo se ven las cosas, pero el diseño es cómo funcionan y, si funcionan bien para la mayor cantidad de personas lo estamos haciendo bien. Diseñar la cultura de forma permanente es estar moldeando eso que somos y qué hacemos con comportamientos, acciones, hábitos, símbolos y rituales que van haciendo tangible ese lenguaje silencioso pero poderoso.
Le puede interesar: Cómo las Personas Impulsan a las Empresas: El Poder del Compromiso y la Innovación
4. Liderar
Ghandi dijo: “Mi vida es mi mensaje”, si queremos que la cultura se viva en el día a día tenemos que ser los primeros en generar relaciones de confianza, mostrarnos vulnerables y vivir con propósito. “Ser ejemplo” puede ser la expresión más utilizada en el mundo organizacional, pero desde nuestra experiencia, la más compleja para llevar a la práctica. Ahí es cuando la cultura cobra vida, por eso no es una responsabilidad de Talento Humano, es responsabilidad de todos los líderes que día a día con pequeñas acciones pueden invertir tiempo en la cultura.
A quienes están leyendo en este momento los dejaría con algunas reflexiones:
1. ¿Sacamos tiempo conscientemente para invertir en las personas o se nos dificulta?
2. ¿Saludamos y sabemos cómo están las personas más allá de sus resultados y metas?
3. ¿Conocemos a profundidad lo que hace fuerte o debilita nuestra cultura?
*Cooltura: La posibilidad de pasar de declaraciones a acciones a través del diseño de la cultura con micro intervenciones que logren gestionar la cultura de forma viva y permanente.
Lea también: Una Cultura de Medición y Reconocimiento