Una de las grandes preocupaciones que hoy está tomando un lugar preponderante en las agendas de las Juntas Directivas y de los presidentes de las empresas es la resiliencia climática. Como las empresas y su entorno, se adaptan a las exigencias del cambio climático. Claramente este asunto de mayúscula importancia no ha tomado una sola dirección, sino que exige una visión holística del problema, lo cual incluye, además de todas las consideraciones económicas, una visión ética mucho más amplia que la concepción única de cumplir con las normas y regulaciones y desarrollar acciones en respuesta a la propia convicción de su papel de cara a la responsabilidad social.
En este escenario se ha vuelto a plantear: ¿cuál es el “objetivo último” de las empresas? ¿Es generar el máximo beneficio a sus inversionistas (accionistas) y crecer su valor en el tiempo? ¿Considera esta visión friedmaniana (“Teoría del accionista”) los impactos en la problemática planteada por la sostenibilidad social y ambiental? De otro lado, existe la “Teoría de los grupos de interés”, que plantea que los inversionistas (accionistas) son solo uno de los grupos que se interrelacionan con la operación de las empresas y abre las puertas a planteamientos de modelos de negocio que generen valor ambiental y social, como parte de su visión y estrategia empresarial.
Al mismo tiempo, hoy se analizan los extremos con el fin de poner en perspectiva la problemática, concluyendo, en lógica, que tanto los modelos de negocio que no consideran aspectos éticos y de sostenibilidad, como aquellos modelos estrictamente ambientalistas y promotores de la sostenibilidad que no consideran aspectos financieros, no son la respuesta. La premisa demanda una visión amplia que implica la consideración de todo el sistema económico y todos sus grupos de interés.
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La preservación de la cadena de abastecimiento con todas las implicaciones que esto conlleva requiere de un análisis profundo no solo a nivel de la sociedad y en general de todas las comunidades, sino también a nivel de las empresas, en su análisis de impactos y contribución a un mundo sostenible del cual se nutre para atender sus requerimientos de recursos y crecer de manera sostenible y equilibrada con su medio ambiente y su comunidad.
Las grandes industrias necesitan acceso a recursos energéticos, agua y muchos otros insumos para desarrollar su actividad; cuando analizan sus requerimientos de estructura, desde luego concluyen que no se trata solamente del capital necesario para poner en funcionamiento sus procesos productivos y que deben ser considerados muchos otros elementos que hacen parte del sistema. Hay que conectar todos los puntos y diseñar con base en la innovación económica y financiera modelos de negocio que unan el beneficio económico sostenible, con todos aquellos aspectos que dichos modelos impactan de cara a la sostenibilidad ambiental y social que contemplan a todos los actores: colaboradores, agencias gubernamentales, inversionistas, proveedores, comunidades, acreedores financieros, entre otros.
En este sentido, las finanzas y en general las áreas económicas y financieras de las organizaciones como herramientas de control y gestión están llamadas a promover e innovar en el análisis de modelos de negocios y proyectos que provean una visión holística de sistema económico y permitan un equilibrio que genere un desarrollo económico rentable, sostenible y amigable con el medio ambiente y social.
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