«Desde los proveedores hasta los colaboradores, desde el sub-gobierno local hasta las comunidades campesinas, cada actor reclama una relación auténtica y familiar con las empresas.»
En un proceso que se pensaba irreversible, la integración social, política y económica internacional está experimentando niveles crecientes de resistencia popular. Señales como la votación del Brexit, la elección de Donald Trump y el éxito electoral de las fuerzas nacionalistas en todo el mundo, apuntan en contra de la cooperación internacional, y más bien, reivindican la importancia de las cuestiones locales frente a las globales.
Este fenómeno resalta e intensifica el gran reto que actualmente afrontan las empresas transnacionales de cara a sus stakeholders locales, cada uno de ellos inmersos en un escenario diferente. Desde los proveedores hasta los colaboradores, desde el sub-gobierno local hasta las comunidades campesinas, cada actor reclama una relación auténtica y familiar con las empresas.
Le puede interesar: Resiliencia vs Medición de Resultados y Panorama 2021
“Si bien este no es un reto que debería desaparecer pronto, no debe ser visto como algo meramente negativo” afirma David Bach de la Universidad de Yale. Las nuevas tendencias en las ciencias empresariales han respondido a este desafío con un conjunto de enfoques categorizados como Teorías de Stakeholders. Dicho enfoque pretende introducir en las grandes empresas mayor capacidad de adaptación e innovación frente a los conflictos, sinergias y oportunidades locales, con miras a la creación de valor compartido y la sostenibilidad de la organización. Una amplia evidencia empírica viene respaldando los beneficios tangibles de la aplicación de este enfoque estratégico en las organizaciones.
Un ejemplo emblemático a nivel global es la relación entre las grandes empresas extractivas y las comunidades locales en América Latina, región donde el sector extractivo ha absorbido gran parte de las tensiones del proceso globalizador. Los contrastes culturales y económicos, junto a estereotipos históricos, han amplificado sistemáticamente los conflictos sociales entre estos dos actores; conflictos que han representado costos significativos para las empresas.
Un estudio conducido por Harvard Kennedy School encuentra que, si bien dichos costos no se visibilizan con frecuencia en las empresas de forma agregada, en promedio, alcanzan la suma de $20 millones a la semana para las empresas de gran minería.
Lea también: El Reto de las Nuevas Dinámicas Organizacionales