«Converger personas, empresas, Estado y organismos internacionales; haciendo sinergias que aporten a la creación, desarrollo e integración de comunidades sostenibles, a través de objetivos claros de reactivación.»
Las cifras en Colombia son contundentes, de acuerdo al DANE; el índice del desempleo en septiembre 2020 fue del 16.8%, la tasa de pobreza llegó a 35.7 % en octubre 2019 antes de pandemia; y la informalidad al 45.3% en junio 2020; a esto le adicionamos la inmigración venezolana que llega a 1.825.000 personas de los cuales se encuentran en forma irregular 1.025.000 de acuerdo a cifras de Migración Colombia (abril 03, 2020). Estadísticas alarmantes para una nación que hizo más evidente la brecha de inequidad.
Existen planteamientos muy válidos de todos los sectores para recuperar la economía del país, sin embargo, uno de las propuestas a considerar es concentrar esfuerzos en el desarrollo integral de la población perteneciente a la base de la pirámide mediante el compromiso de actores del ecosistema en la reconstrucción del tejido social y económico del país con una visión de largo plazo. Se trata de converger personas, empresas, Estado y organismos internacionales; haciendo sinergias que aporten a la creación, desarrollo e integración de comunidades sostenibles, a través de objetivos claros de reactivación, traducidos en ofrecer recursos de productividad enfocados a comunidades vulnerables.
Las herramientas de inclusión social y financiera son muy claras y facilitan esa incorporación; pero por sí solas estas tecnologías y aciertos jurídicos y financieros no cubren el reto de interconexión social que debemos generar al acercarnos a la comunidad. La empatía como insumo principal para lograr esa conexión con las personas debe ser genuina, entender su cultura, frustraciones y sueños desde su condición de vulnerabilidad; es el activo más importante e impulsor de esta iniciativa.
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El alcance de esta dinámica en nuestra experiencia se logra con el compromiso que comienza con otorgar créditos que generen oportunidades de ingresos a partir de una de idea de negocio para convertirla a futuro en un emprendimiento formal; que signifique los ingresos de una familia, y se proyecte para generar más empleos dentro de la misma localidad. Esto busca activar las economías locales, multiplicando los ingresos de la colectividad al construir una red sólida entre productores, proveedores, empleadores y consumidores que mueven el dinero dentro de la misma comunidad aportando a crear economías prósperas sustentables.
En este sentido las métricas obtenidas son alentadoras; por cada crédito otorgado se mejora el nivel de vida de tres personas del núcleo familiar, sin contar el efecto dominó con los otros actores. Igualmente, de los ingresos generados en cada emprendimiento se queda el 70% en la misma comunidad.
Las empresas que hoy se comprometen a tomar las banderas de ese impacto social positivo tendrán como clientes en el futuro comunidades productivas, dentro de la legalidad, aportando a un sistema económico, financiero, de seguridad social bajo el principio de economías colaborativas siendo una excelente solución para la reconstrucción del país.
Se consideran las Fintech como el puente que traerá la base de la pirámide a la formalidad, pero la disrupción no es el concepto, es el ejercicio de hacerlo, es tomar los riesgos necesarios para incorporar esas comunidades. No es un reto fácil, pero necesitamos reducir la brecha de desigualdad e inequidad.
Esta responsabilidad toma tiempo, compromiso y educación de todos los actores tanto de quienes están en la base de la pirámide, como de quienes afrontamos estos retos. Hoy nuestra perspectiva es generar valor en el desarrollo de comunidades sostenibles que darán mejores rentabilidades en el futuro con una proyección importante de crecimiento.
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