El trafico incontrolable de la metrópolis nos indica que hay un nuevo amanecer, y mientras las ciudades se llenan de autos rodando, atrapados en trancones inimaginables, la gente del común bloquea calles, destruye controles de policías, asalta negocios que sobrevivieron a la pandemia y se demuestra una vez más que no aprendió nada. Que a nadie le importa el otro ser humano, que se pelea con un gobierno, que finalmente no soluciona nada, ni dará nada. ¿Sabes por qué? Porque tú y solo tú eres responsable de lo que pase en tú vida, tú presente y tú futuro solo dependen de ti. El pasado ha quedado atrás.
¿Qué quieres hacer frente a la nueva realidad? ¿Enfrentarla con violencia e inconformismo? o levantarte como un guerrero y luchar para dejar atrás ese pasado que dejo pérdidas de vidas de todas las generaciones, desempleo, pobreza y miseria ¿En serio quieres volver a él? Ese pasado es al que la palabra de Dios se refiere al decirnos en su segunda carta de corintios: “Todas las cosas viejas pasaron, he aquí, Todas serán hechas nuevas”. Pero lo nuevo depende de tú actitud frente a las circunstancias que enfrentes día a día. Somos responsables de ser exitosos o de ser fracasados. De refugiarnos en drogas para que controlen nuestra ansiedad y nos destruyan o descansar ante la presencia de un Dios amoroso, que nos muestra un camino de justicia, gozo y paz.
Es hora de enfrentar esta nueva realidad con optimismo, de ayudar a nuestro hermano, de no comer más en casa, de salir y reactivar los restaurantes con una sonrisa, de disfrutar de nuestras carreteras y de nuestros paisajes permitiendo que el mismo aire, nos muestre la presencia de Dios, en nuestras montañas, ríos y flores. De disfrutar el mar que antes veíamos como un descanso y que ahora vemos como un regalo de Dios, que hay que cuidar y gozar.
Salgamos de compras como antes y así no tengamos necesidad de nada, compremos lo que esté a nuestro alcance y reactivemos el comercio dormido, durante un periodo largo, en el que parecía no tener fin. Disfrutemos del parque, de los niños, de nuestros abuelos, de nuestros padres. Ha llegado el tiempo del amor.
El amor es PODEROSO, es sufrido, es bueno, no tiene envidia, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor, todo lo cree, todo lo espera. Se resume en una sola palabra: ¡DIOS!
Es hora de ser misericordiosos, pacientes, amables …. Es hora de cambiar.
Los pesimistas se niegan a sí mismos y se llaman realistas, porque ven una realidad creada en su mente donde nada es bueno. Pero los que creemos en el cambio, vemos una nueva realidad creada por nosotros mismos, donde todo estará bien, en la que visualizamos nuevas puertas, nuevas salidas, nuevas entradas y en medio de esa visualización optimista, todo lo que no exista lo crearemos.
Todos somos hijos de un Dios creador y somos capaces de hacer cosas nuevas, nuevas relaciones, nuevos negocios, de generar nuevas ideas, de enfrentarnos a nuevos retos, de empezar de nuevo si es necesario.
¿Cómo vas a enfrentar tú nueva realidad?
También le Puede Interesar: ¡Enfrentando el miedo, combatiremos el Covid19!