Colombia enfrenta el proceso de paz bajo una gran incertidumbre, no sabemos si la guerrilla va a respetar los puntos acordados o si en el ingreso a la política la situación del país empeore o mejore. Hay una cosa que sí es segura y es que el gobierno va a empezar a cobrarnos caro este acuerdo a través de impuestos que ya no son “de guerra sino de paz.” En el país ha sido muy difícil hacer empresa porque el mismo gobierno se ha encargado de cobrar impuestos tras impuestos, y ahora con la nueva reforma tributaria vienen más impuestos y menos posibilidades de generar más empleo.
Todos sabemos que los que votaron por un SI al proceso de paz le apostaron a tener un enemigo menos en un país violentado por un grupo armado, al que al Estado le quedó grande exterminar. Y los que votaron por un NO, levantaron una protesta para no dejar que los grupos violentos se nos infiltren en un gobierno ya dañado que no aguanta más ladrones de cuello blanco.
Solo tenemos una salida: Dios, solo Él en su infinita misericordia puede permitir que Colombia sea mejor. Declaramos a gritos y por fe que Dios es colombiano y NO nos dejará solos en este hecho histórico que nos marcará por siempre. El pueblo le está apostando al perdón, al amor, al olvido y esto debe ser más que suficiente para que Dios nos abrace y nos proteja. Y hoy en sus manos proclamamos una Colombia mejor, donde todos los empresarios grandes, medianos o pequeños podamos hacer empresa en paz y donde los ciudadanos, reinsertados o no, consigan un trabajo digno y bien remunerado.
Es hora de levantarnos bajo la fe y la certeza que Dios está con nosotros, esta fuerza permitirá que la economía mejore, que las posibilidades de empleo se abran y que a través de este proceso de paz podamos demostrar que el perdonar viene de Dios y él por ninguna circunstancia permitirá que nada ni nadie nos haga más daño.
Mi invitación es a asumir este proceso de paz con fe y colocarnos día a día en manos de Dios que es el único que puede cambiar la historia de nuestro país.
“El que espera en Jehová, le rodea la misericordia” – Salmos 32:10