«Gracias a la tecnología, en el mercado colombiano se está estimulando su competitividad en los servicios legales, financieros y tributarios.»
Si uno busca el término “tecnología” en el diccionario de la Real Academia Española (“DRAE”) encontrará en su primera definición un “conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. De esta definición lo importante es que nos quedemos con las “técnicas que permiten el aprovechamiento práctico”. En este sentido, la tecnología no es más que un instrumento o técnica que facilita las funciones que llevamos haciendo durante millones de años. Es más: la primera vez que un humano utilizó la tecnología fue cuando un neandertal, en camino a cazar, chocó una piedra contra la otra y logró sacar una más filuda que le permitió cazar más eficiente y eficazmente a un mamut.
Ahora bien, en estos tiempos y con los avances en la velocidad del internet 4G y la transformación digital de las empresas, el aprovechamiento de la tecnología dejó de ser opcional. Su aprovechamiento permite la reducción de costos para la empresa; y, a su vez, logra estimular la competitividad en el mercado quitándole sus probables características negativas: un mercado indisputable, concentrado y, especialmente, volátil.
Siguiendo este hilo argumentativo, y llegados a este punto ya estamos preguntándonos: bueno, y ¿Cómo la utilizo a mi favor? Para responder esto lo primero es echarse agua fría en la cara y darse cuenta que lo que uno sabe hacer y ha aprendido a lo largo de su vida profesional y académica un software (bot) lo hará más eficiente y eficazmente, sin necesidad de reemplazarlo a uno.
Para esto que les he contado quiero poner un ejemplo práctico de cómo, gracias a la tecnología, en el mercado colombiano se está estimulando su competitividad en los servicios legales, financieros y tributarios tech. O, en español, el uso de la automatización y la inteligencia artificial en los procesos.
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Un asistente virtual que permite asistir legal, tributaria y financieramente a empresas que tienen, en promedio, entre 1-30 trabajadores, menos de dos mil salarios mínimos en activos, o ingresos brutos inferiores a mil millones de pesos y no tienen suficiente caja para pagarle a un tributarista, abogado o a un financista; o no tienen el tiempo de esperar sus respuestas que, al final, terminan siendo el salvavidas de sus empresas pues no es un misterio que en el mercado colombiano la ausencia de planeación tributaria, financiera y la competencia desleal es esa razón de que 8 de cada 10 cierran sus puertas en Colombia.
Llegados a este punto es necesario que sepan que a través de un software (bot) que mediante la inteligencia artificial percibe, razona y entiende por sí misma mediante datos que antes estaban en la cabeza del profesional; o en un montón de fuentes del derecho, tributarias o financieras distribuidas en distintos hipervínculos esperando ser abiertos por el profesional junior al cual le pagan su hora para eso.
Siendo así, con el bot y gracias a la tecnología, el argumento de “la hora del profesional es costosa” quedó en el pasado y los servicios “premium” volvieron a ser asequibles para los micro y pequeños empresarios colombianos. Y la razón es el uso de la tecnología: automatizaciones, minería de texto, árboles de decisión clasificatorios, y muchos datos cualitativos convertidos a cuantitativos discretos relacionados al servicio del bot son aquellos que nos permiten cambiar la regla 8 de 10, reducir costos operativos, y ofrecer un servicio de calidad a un bajo precio para el consumidor. Todo bajo esta relación que se va formando en el tiempo entre el profesional y la máquina que puede ayudarlo.
Por lo tanto, teniendo en cuenta que en Colombia las MiPymes representan el 90% de las empresas colombianas, y que 8 de cada 10 empresas fracasan a los 3 años, usar la tecnología para cambiar esa regla es más que necesario. La masificación de un servicio de calidad es posible, cambiar la realidad es loable y, más importante aún, cambiar la historia que nos acecha.
Los bots no vinieron a reemplazarnos, vinieron a democratizar el acceso a los bienes y servicios. Ellos nos ayudan en nuestra función, optimizan nuestro tiempo y mejoran nuestro servicio. Los bots necesitan el trabajo del profesional, necesita la información que esté comúnmente posee y que sea trasladada en datos a él. El trabajo colegial y solidario se ha transformado donde la máquina ya dejó de ser para escribir, y la pandemia que hoy en día nos acecha nos lo recuerda.
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