«El factor crítico que determina el número de trasplantes de órganos es la disponibilidad de donantes, estos pueden ser vivos o cadavéricos.»
La emergencia global que ha causado la pandemia por el nuevo Coronavirus (COVID 19) ha trastocado los planes a nivel empresarial durante 2020 y por supuesto el sector salud no ha sido ajeno a sus consecuencias. Los servicios hospitalarios han sido copados por pacientes infectados con el virus y ha sido necesario aplazar cirugías y procedimientos médicos programados. Dentro de los hospitales, las Unidades de Cuidados Intensivos (UCIs) han resultado el centro de atención e incluso su ocupación que en circunstancias normales es un tema irrelevante para cualquiera, se volvió un asunto de interés público. En Europa inicialmente y luego en Estados Unidos colapsaron servicios de salud en teoría muy bien estructurados.

El número de trasplantes de órganos se ha disminuido en forma sustancial tal como se observa en la Tabla, donde en el caso italiano se dio una disminución en los momentos más críticos del brote. En Colombiana de Trasplantes hemos visto una disminución del 40% de los procedimientos en los meses de abril y mayo con una lenta tendencia a la recuperación. Lo anterior se debe a varios factores que afectan los procesos de donación, aspectos logísticos y de disponibilidad en métodos de diagnóstico.
El factor crítico que determina el número de trasplantes de órganos es la disponibilidad de donantes, estos pueden ser vivos o cadavéricos. Los trasplantes con donante vivo, al no considerarse procedimientos urgentes, han estado limitados dentro de la estrategia general de las instituciones y además por el temor que se ha generado entre los pacientes y sus familias del eventual contagio. Por otro lado, la principal fuente de donantes cadavéricos son los enfermos que luego de presentar patologías neurológicas entran en lo que denominamos muerte encefálica. Al tener poca disponibilidad de camas en las UCIs, estos posibles donantes han disminuido en forma sustancial.
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En esta situación de crisis, uno de los aspectos positivos para la sociedad pero que afecta la tasa de donación de órganos, ha sido la disminución en los casos de trauma con lesiones neurológicas y los homicidios. Una vez se presenta el potencial donante surge la duda sobre su estado frente al Covid 19 pues se debe descartar que sea portador. Las pruebas para determinar su presencia no siempre están disponibles en los tiempos que requieren los procesos de trasplante. El miedo ha sido un protagonista de la pandemia afectando tanto a las personas del común como a los pacientes, quienes sufren insuficiencia renal crónica se preguntan si será sensato trasplantarse en esta época y los médicos si es ético proceder.
Para hacer trasplantes de órganos es necesario contar con una logística sofisticada que incluye el desplazamiento de los equipos de trasplante a donde está el donante para llevar a cabo la extracción de los órganos, el traslado de los pacientes cuando no viven en la ciudad donde serán trasplantados y el envío de las muestras para establecer la compatibilidad entre el donante y los receptores. Estás actividades en medio de la inédita situación de no contar con transporte aéreo ha llevado a que se dificulte aún más el proceso.
Los pacientes en terapia de diálisis tienen mayor riesgo de mortalidad que quienes son llevados a trasplante. Durante el año 2019 Colombia realizó 945 trasplantes renales y a partir de ese momento se calcula que la mortalidad anual sería de 5,6% mientras que si permanecieran en terapia de diálisis sería de 12,7%. Es decir que aún en etapa COVID 19 resulta más costo efectivo llevar a los pacientes a trasplante renal que someterlos al riesgo de permanecer en diálisis. En términos económicos, un año normal proyectado a 5 años comparado con un año de pandemia implica una diferencia de cerca de $52.000 millones en ese periodo.
No todo ha sido negativo, el COVID 19 nos ha obligado a brindar a este grupo de pacientes vulnerables el acceso a controles post trasplante a través de la telemedicina incluyendo laboratorios a domicilio, manejo médico y envío de los medicamentos a sus casas. Esta nueva realidad ha acelerado nuestro sueño de mejorar el uso de la tecnología por quienes en muchos casos no contaban con acceso a Internet ni accedían a herramientas como el correo electrónico, circunstancia quizás habitual para los lectores de este artículo, pero fundamental para que nuestro país avance hacía la verdadera transformación digital.
La sabiduría nos llega cuando ya no sirve para nada. – Gabriel García Márquez, El amor en los Tiempos del Cólera.
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