Los líderes de hoy afrontan, con nuevos y versátiles recursos, los vaivenes del cambio, para dejar atrás la seguridad de lo conocido y mantener el ritmo y la velocidad que permitan adaptarse a las exigencias de las nuevas realidades.
De esta manera, con la mirada puesta en la organización y en los equipos que han depositado su confianza en esos lideres, crece la responsabilidad de servir, de arropar, orientar y acompañar a las personas en el cumplimiento de sus metas.
No cabe duda de que, en estos dos años de pandemia, en el que asumimos con esfuerzo nuevas formas de trabajo y de relacionamiento, entendimos que la vida es una sola, y conocimos más de cerca la dinámica personal de nuestros equipos, sus espacios familiares, sus hijos y hasta sus mascotas. Fuimos más empáticos, nos identificamos con ellos en la preocupación ante la llegada del virus, fuimos más humanos en medio de la distancia, y entendimos que somos uno: que la emoción y la humanidad son parte vital de nuestra vida y que independientemente del rol que desempeñemos en las organizaciones ya no aplica el viejo cliché de que “los problemas personales se quedan en casa”.
Hoy en Compensar trabajamos bajo un modelo de desarrollo integral, en el que, a través de conversaciones frecuentes y poderosas entre líder y colaborador, conocemos los proyectos personales y profesionales de nuestra gente, impulsamos su empoderamiento, y potenciamos sus habilidades y capacidades en pro de su desarrollo integral, porque estamos convencidos de que solo contando con personas saludables, felices y productivos podemos ser mejores. De esta manera, pretendemos cuidar las vivencias del colaborador con la organización y de forma permanente evaluamos cada etapa, valoramos cada rol y compartimos la estrategia y su aporte en ella, conectándonos de forma palpable y participando en la construcción de muchas nuevas iniciativas que reiteran sentirnos incluidos y valorados. Claro, esto implica trabajo, compromiso y atención de los lideres a grupos diversos, definir una visión compartida con un sentido y un propósito común; abrirnos a nuevas ideas, empoderar y motivar a las personas, ser capaces de crear sueños compartidos que nos mantengan inspirados y apasionados para dar lo mejor.
Por eso, hoy como nuevos líderes, debemos salir de la egocéntrica burbuja y abrirnos a un modelo de dirección en donde las personas y la innovación están en el centro, tenemos el desafío inmenso de ser capaces de crear equipos alrededor de la diferencia, encender la llama de las personas y activar su potencial, situarlos en el horizonte de metas retadoras que antes nadie había planteado. Es decir, atrevernos a transformar, porque cuando se logra el mejor aporte de las personas, se alcanza con mejores estándares el éxito colectivo y la confianza.
Y así, manteniendo el optimismo, a pesar de la adversidad, nuestro compromiso diario como líderes debería ser promover un ambiente de trabajo positivo y saludable, que incentive el bienestar de nuestra gente y que, de forma orgánica, aporte al mejoramiento de la productividad, el cumplimiento de nuestros objetivos organizacionales y redunde en el propósito colectivo de contribuir a la construcción de un mejor país.
Excelente artículo. Me gustó!!!