Sabemos bien que los mercados están cambiando muy rápido, y que las estructuras organizacionales y los modelos de negocio y trabajo están exigiendo una alta flexibilidad para poder reaccionar y mantener las empresas vivas y sostenibles. Esos cambios obedecen a la globalización -que lleva y trae flujos de capitales continuamente-, a los cambios de precios de los commodities, a los distintos sistemas fiscales, a las tendencias políticas, a las distintas culturas con sus estilos de consumo y, claro, a la disrupción tecnológica reciente. Todo esto impacta de forma directa a las empresas y a las personas en términos económicos y laborales.
“Los empleos actualmente en “destrucción” por la tecnología entre 2015 y 2020 serán en total 7.1 millones en el mundo, y dos tercios de ellos son labores de oficina”
En 2017 se habló en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, sobre la “cuarta revolución industrial”, un hito histórico en el mundo del trabajo humano. Recordemos que luego de siglos de labores físicas (las que implicaban ensuciarse las manos y transformar materiales en objetos de forma artesanal), intelectuales (las consideradas “nobles”, relacionadas con trabajar en instituciones como las cortes reales, la iglesia o la academia) y mercantiles (las desarrolladas en los burgos, por ejemplo) llegó de la mano del uso del vapor la primera revolución industrial, cuyo impacto trajo la producción masiva industrializada, el abaratamiento de una gran parte de los productos y un gran aumento del consumo; luego la segunda revolución industrial implicó el acceso a formas de energía con combustibles y electricidad, desplazando la noción del día como tiempo de producción y de la noche como reposo al permitir la iluminación artificial y, además, acrecentando las actividades humanas mediante el uso del petróleo, por ejemplo; luego la era de la información marcó una tercera revolución en la cual la informática trajo nuevas formas de creación de valor y ahora, en la cuarta revolución industrial, la robótica y la inteligencia artificial plantean escenarios inéditos para la humanidad, sus sociedades, culturas y trabajos.
Con respecto a esto, se encuestó a 18,000 tomadores de decisión, en términos de contratación laboral, en 43 países y en 6 sectores industriales para saber cómo esperan que la tecnología impacte a sus empresas en los próximos dos años y cómo están asegurando que sus empleados tengan las habilidades correctas y estén listos para adaptarse. Lo primero que se evidenció en el caso colombiano es que los impactos de la automatización todavía no se ven cercanos entre los empleadores colombianos (302 encuestados), pues 6% de ellos cree que hacia 2018 habrá un alto impacto, 19% cree que puede haber “algún impacto” y 51% piensa que no habrá ningún cambio en las plantas de personal en relación con las tecnologías que puedan reemplazar trabajadores. En el punto de vista opuesto, 14% cree que la automatización puede reducir la necesidad de personal contratado, 2% prevé una disminución drástica y 8% dice que no sabe lo que vaya a suceder. Quienes creen que sí habrá impactos en el personal colombiano piensan que serán mayores en trabajos administrativos (20%), labores de operación en manufactura (otro 20%), IT (9%) y finanzas y contabilidad (8%), pero un 30% no cree que vayan a darse dichos cambios.
En cuanto a cómo piensan encarar los cambios generados por la tecnología en las nóminas, 55% de quienes los vislumbran en el país dicen que ofrecerán entrenamiento internamente y 30% lo hará de forma externa. Un 9% reemplazará a una parte de sus trabajadores actuales con otros que traigan nuevas habilidades y 15% reclutará personal con nuevas habilidades para sumarlo a la nómina existente. Por otro lado, 26% habla de que en algún momento contratará asesores para el entrenamiento en nuevas habilidades y 15% cree que esos cambios implicarán mayor uso de la figura del Outsourcing para labores de apoyo en sus empresas.
A nivel mundial tampoco se prevé que los cambios lleguen tan rápido (dos años). Solo 5% cree que será alto el impacto de la automatización en ese plazo y 62% no prevé cambios. Sin embargo, hay consciencia de la necesidad de entrenarse para ponerse al día con los avances tecnológicos, y 58% de los empleadores prevé contratar entrenadores externos para tal efecto. Un 21% cree que esto implicará además mayor uso del Outsourcing para actividades de back office.
Pero el World Economic Forum calcula que los empleos actualmente en “destrucción” por la tecnología entre 2015 y 2020 serán en total 7.1 millones en el mundo, y dos tercios de ellos son labores de oficina (The Future of Jobs: Employment, Skills and Workforce Strategy for the Fourth Industrial Revolution, disponible en http://www3.weforum.org/docs/WEF_FOJ_Executive_Summary_Jobs.pdf). En contraste, se cree que habrá un crecimiento de dos millones de empleos relacionados con computación, matemáticas, ingeniería y arquitectura, mientras que los trabajos de manufactura y producción pueden ser objeto de transformación y aumento de su productividad a través de las nuevas tecnologías, que incluyen impresión 3D, nanotecnología, genética y, claro, inteligencia artificial. Ya no se automatizan y facilitan labores físicas del hombre, como en las revoluciones 1 y 2, ni operaciones exactas, como en la tercera, sino el cerebro mismo como factor de producción.
Lo cierto es que se están creando tecnologías que pueden cambiar todo el panorama laboral en Colombia y el mundo. Al claro ejemplo de los carros automáticos que pueden desplazar de las plantas de personal a los conductores humanos, se suman cada vez más tecnologías disruptivas que pueden destruir o transformar profesiones. Además, en medio de la incertidumbre que crean estas disrupciones en los mercados de productos y servicios, incluyendo el del empleo, internet trae crecientes oportunidades de empleo transitorio o trabajo “gig” o “free lance”, como opción que, sumada a la tercerización de labores de back office con empresas especializadas en ellas, hacen que aumente el carácter de las organizaciones como consumidoras de trabajo, más que como constructoras de talento. Ello representa un gran peligro social y económico, toda vez que se genera un ambiente de “sálvese quien pueda” cuyas consecuencias incluyen la insostenibilidad de muchas de las estructuras necesarias para que la economía sea un factor de crecimiento y mayor civilización.
Está entonces en nuestras manos como líderes empresariales, con el gran privilegio y la inmensa responsabilidad de trabajar en la gestión del talento humano, aprovechar las disrupciones tecnológicas y ayudar a crear un acervo de talento humano con condiciones laborales dignas que traiga competitividad y progreso al país. Ello incluye seguir fomentando una educación pertinente, la creación de ventajas competitivas y comparativas con el gobierno y la innovación en modelos de negocio, incluyendo nuevas formas de Outsourcing a partir de los cambios actuales y futuros. El “learnability”, o la capacidad y la voluntad de aprender, desaprender y reaprender para adaptarse al mercado laboral que está necesitando el talento humano se aplica también a las empresas y, como vimos en las cifras mencionadas, la sofisticación de los negocios suscitada por la tecnología es un campo fértil para nuevas actividades de back office con potencial para la tercerización. Ahí hay un gran reto para nosotros y una excelente oportunidad para Colombia.