«Si bien la automatización de procesos es una característica necesaria para implementar políticas y procedimientos que combatan la corrupción dentro de las organizaciones, no es suficiente y debe estar acompañada por tecnologías de monitoreo transaccional de datos.»
Si bien en los últimos años hemos visto y escuchado a muchas organizaciones públicas y privadas declarar que han asignado recursos a desarrollar la transformación digital de sus procesos en ámbitos operacionales, comerciales, de experiencia de servicios, e incluso a combatir temas relacionados a corrupción como son el lavado de activos, financiamiento al terrorismo y el fraude, surge la duda del cómo lo están implementando. En lo específico, llevado al ámbito de la anticorrupción y prevención de delitos financieros, se genera una interrogante referida a cuán efectivas están siendo estas tecnologías.
Si bien la automatización de procesos es una característica necesaria para implementar políticas y procedimientos que combatan la corrupción dentro de las organizaciones, no es suficiente y debe estar acompañada por tecnologías de monitoreo transaccional de datos que nos permitan, a través de patrones de comportamiento, anticiparnos a eventuales situaciones de corrupción, lavado de activos, financiamiento al terrorismo y fraudes que afectan la transparencia y la probidad. Todas las organizaciones, independiente de su ámbito de industria, gestionan datos internos y externos, es con esta información con la cual se pueden implementar las herramientas de monitoreo.
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Un ejemplo de esto, se refiere al “monitoreo transaccional” de los datos involucrados en los procesos relacionados a las adquisiciones y compras, que a través de reglas de control de patrones de comportamiento, generan alertas que permiten a las líneas de control de las organizaciones detectar situaciones anómalas que pueden llegar a ser eventos de soborno, fraude o corrupción. Adicionalmente, las empresas privadas o pertenecientes al Estado pueden contar con soluciones o servicios tecnológicos que le permitan contar con información de las personas naturales y jurídicas que forman parte de los grupos de proveedores de productos y servicios, donde puedan encontrar datos asociados a mallas societarias, causas judiciales, listas de sanciones nacionales e internacionales, listas de personas expuestas políticamente (PEP), relaciones de parentesco y consanguineidad, evaluación crediticia y reclamos ante instituciones reguladoras.
Por lo anteriormente expuesto, se presenta el gran desafío para las empresas que quieren ser sustentables en el tiempo, resolver la pregunta de cómo las organizaciones y los responsables dentro de ellas (Directores y Alta Administración) se van a hacer cargo de robustecer sus metodologías o sistemas de control interno con la incorporación de tecnologías adecuadas y que les generen valor. Si bien la existencia de políticas y procedimientos, marcos de gestión de riesgos y control interno, capacitaciones e inducciones permanentes a los colaboradores son fundamentales y necesarias, no alcanzan para cubrir las variables internas y externas a las cuales están expuestas las empresas hoy en día.
Es en este punto donde las empresas tecnológicas tiene la responsabilidad de ser capaces de entregar la mayor cantidad y calidad de soluciones y herramientas para apoyar y necesariamente “anticipar” las situaciones anómalas que pueden llevar a las distintas organizaciones e industrias a verse envueltas en algunas de las tipologías que son consideradas hoy en día “delitos financieros”.
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