Cuatro patas de una misma mesa: Thatcher, Reagan, Wojtyla y Gorbachov. Gorbachov sabía que eran las personas clave con las que movería sus fichas. Cuando Mijaíl Gorvachov entró en la casa de Höfoi en Reikiaivk aquel 11 de octubre de 1986, Reagan aconsejada fehacientemente por Margaret Thatcher, le esperaba sentado en el otro extremo de la enorme mesa. Gorbachov, cogió su silla con su fuerte mano derecha, movió la silla unos 11 metros y se sentó al lado derecho de Reagan. Cogió su mano derecha por la muñeca, miró fijamente a sus ojos y le dijo: “No saldremos de aquí sin un compromiso de hacer que nuestros pueblos se respeten, admiren y construyan juntos un mundo mejor”. Ese día, cambió el mundo.
La Perestroika fue el modelo de reformas que Gorbachov introdujo en la URSS y que estaba orientada a instaurar la libertad de las personas como modelo de convivencia en Rusia. Gorbachov creía que la libertad aumentaba y mejoraba todos los elementos que conforman una sociedad justa. La apuesta por la libertad en la URSS sería la semilla de las democracias en las repúblicas que daba forma a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
La Perestroika fue muy dura y tuvo enormes consecuencias en la población de la URSS. Su percepción es que fue una semilla de la que ya nunca se podrán arrancar sus raíces, pero que claramente tuvo enormes rechazos por parte del Partido Comunista que no quería por nada del mundo perder sus prebendas y privilegios. Todo el partido trabajó en su contra y el proceso de reformas se estancó. Incluso comentó como se le señaló como enemigo de la URSS y personas que hoy están en el poder, como Putin, promovieron un golpe de Estado.
Gorbachov era plenamente consciente de que la URSS era un Estado muy complicado. Muchas religiones diferentes, 225 lenguas, país sobrecargado de industrias militares, repúblicas con enormes diferencias culturales, etc. Todo apuntaba que, si quería introducir la libertad, debía descentralizar y dar soberanía y plena libertad a las repúblicas, y convertir a Rusia en un referente de estrategia política para todas ellas. Pero Gorbachov supo que el movimiento de la Perestroika llegó tarde.
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Gorbachov celebró un referéndum, el único que se celebró en todo el Estado durante la historia soviética. Propuso las reformas a los diputados del poder y el voto fue a favor de preservar la Unión Soviética con un 76% de los costos de los ciudadanos soviéticos (17 de marzo de 1991). Los acontecimientos de ese año, los deseos de independencia en las repúblicas y las decisiones de los dirigentes llevaron la historia por otros derroteros y, tras siete décadas de existencia, terminó dividiéndose en 15 países diferentes. A nivel internacional fue un éxito.
Gorbachov, era un luchador, y la enorme fuerza con que sostenía sus creencias fue una de las características distintivas y ejemplares de su persona. Cuando tenía 17 años, Mijjaíl participó en una reunión electoral para elegir a los representantes del colegio en Konsomol, y los niños de las aldeas de los alrededores que cursaban educación secundaria, fueron a Kolsomol a tener esa reunión. El joven Gorbachov tuvo que caminar 16 km para llegar.
Una vez allí, se fueron a un aula donde en círculo, había 16 sillas, una para cada estudiante que presentaba su candidatura. Se fueron haciendo turnos para exponer las ideas, y cuando llegó su turno, se levantó y expuso su “programa”. Pero para Mijaíl, eso no es lo que se le quedó grabado para el resto de su vida, lo que le dio una auténtica lección, fue cuando un compañero le había quitado su silla y al sentarse, se cayó al suelo, generando risas y burlas de todos. Se levantó y continuó reforzando los principales puntos de su propuesta. Le eligieron como líder.
Gorbachov, ante una pregunta de un estudiante en EEUU acerca de qué recomienda a las personas para tener éxito, recordó este momento en su vida y contestó: “ tres cosas: perseverancia, creatividad y Valentía”.
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Otro aspecto que me gustaría destacar en Mijaíl fue cuando, en sus círculos más próximos, hablaba de las personas que más influencia había causado en él. Comentaba que había pasado 55 años en política, y que consideraba que su carrera había sido exitosa. Comentaba que, a pesar de ser de una familia de campesinos, nadie le había ni presionado ni preparado para tomar esta dirección. Al principio, estudió mucho a Lenin, luego conoció a Stalin, y considera que cuando descubrió las deportaciones, asesinatos, deportaciones, torturas, etc., de Stalin a decenas de millones de compatriotas, se convenció de que el Comunismo era un enorme error.
Gorbachov, ponía como su gran influencia a los libros. Recomendaba leer a buenos autores, y con ello, poder tener una visión libre, sólidamente construida y holística. Recomendaba no creer lo que las televisiones, prensa o redes sociales escriben o dicen, y tomarlo como referencias que deben ser siempre contrastadas. De ahí que leer te hace más libre, pues manejan información más y mejor construida. A nivel internacional fue un éxito.
Cuando Margaret Thatcher cumplió 85 años, Gorbachov y su amada mujer Raisa fueron a visitarla a su casa. Margaret le preguntó “¿Mijaíl, te gustaría volver al poder?” Gorbachov le contestó: “¡nunca, acabé harto!”. Thatcher le respondió: “yo ahora lo haría mucho mejor….”.
Hablaron también los talibanes y de Irak, y concluyeron que los EEUU, como la URSS, debería salir de Afganistán, pues ambos habían cometido grandes errores allí, y debían haber promovido una excelente relación económica, que a su vez, fuera generando un germen de sentimiento de necesidad de mayor libertad económica, que deriva en una necesaria necesidad de libertar social y política. Por eso, concluían en esa reunión de cumpleaños, nunca tuvimos éxito allí.
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Otra pata fundamental fue el Papa Juan Pablo II. Tres semanas después de la caída del muro, Gorbachov le visitó en el Vaticano. Juan Pablo, sabiendo la valoración del líder soviético por los libros, como motor fundamental de la libertad, le llevó a mantener su conversación en la biblioteca vaticana. El papa quería libertad para los católicos y Gorbachov dijo que los católicos apoyaron la Perestroika.
Al acabar la reunión, Gorvachov le había invitado a visitar la URSS y el Papa elogió las reformas de Gorbachov y remarcó unas nuevas formas de cooperación y ayuda recíproca que impactarían en toda la humanidad. El Papa dijo: ·Gorbachov es un hombre de principios” y Gorbachov, años más tarde, comentó: “Hay muy pocas personas que hayan dejado en mí una huella tan brillante como Juan Pablo II”.
Reagan pidió a Gorbachov en 1987 que derribase el muro de Berlín. Gorbachov, con sutileza, le miró y le dijo: “Eres muy buen actor, de los buenos.”, mientras se reían juntos. Dos años después, el muró cayó. En esa reunión, Gorbachov le recordó cómo en 1985, en la primera reunión personal entre ambos, Reagan ya le pidió esto, pero que ese día dijo delante de todos que la “URSS era el centro del Mal en el mundo moderno”. Gorbachov le dijo que sabía que su país necesitaba un cambio radical, y que debía reducir enorme gasto militar (más del 15% de su presupuesto), pero que, para ello, necesitaba una reacción similar de los EEUU y Occidente.
Gorbachov comentaba abiertamente que “saltó una chispa de mutua confianza entre los dos, como un arco voltaico entre polos opuestos”. Y así debió ser, porque desde ese momento, entre aquellas cuatro patas de la mesa de la transformación, el sistema vigente se cortocircuita para siempre.
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