«Nuestro rol como líderes en el desarrollo del crecimiento evolutivo de cada persona es hacerle ver de manera más clara qué quiere y cuáles son sus necesidades y deseos, porque el liderazgo se nutre y se sostiene con el ejemplo.»
Con toda la situación que se generó a nivel mundial a raíz de la pandemia, evidentemente nuestra forma de vivir, de trabajar y de liderar, tuvo que cambiar. Y es esta misma situación de cambio disruptivo y de restricción, la que nos dio la posibilidad de pensar ¿Qué hacemos con esto?
A mi modo de ver, tenemos siempre delante de nosotros la posibilidad de quedarnos entrampados en la frustración o de convertir cualquier limitante en una instancia de evolución, y esto aplica tanto para personas como para empresas. Se requiere conciencia, dedicación y ganas, claro, pero es un ejercicio que brinda enormes frutos.
Entonces, si el enfoque está en salir adelante y trabajar en el liderazgo, hay una premisa muy clara a tomar en cuenta: nuestro rol como líderes en el desarrollo del crecimiento evolutivo de cada persona es hacerle ver de manera más clara qué quiere y cuáles son sus necesidades y deseos, porque el liderazgo se nutre y se sostiene con el ejemplo. Y ante el contexto mundial que estamos viviendo desde hace casi dos años, la necesidad de inspirar cambios positivos, establecer planes de acción que lleven a alcanzar las metas colectivas, y ayudar a las personas a convertirse en la mejor versión de sí mismas, llegó para quedarse. Es decir, este es el momento de los líderes transformacionales.
Aunque no existe una receta para ese rol, sí hay algo que está claro: los individuos no somos definidos por lo que decimos, sino por lo que hacemos y por cómo lo hacemos. Por lo tanto, si pedimos innovación, los primeros en mostrar esos atributos y cambiar las cosas tenemos que ser nosotros mismos como líderes. Y es que, de hecho, en cambiar la actitud también hay un ejercicio transformacional. Puede suceder que, al comenzar el día, no nos sentimos al 100% y vemos todo de color gris, pero si tomamos la decisión de mirar hacia adelante, de hacer algo que nos active, que nos motive, como por ejemplo hacer ejercicios o leer un libro, podemos cambiar la actitud y realizar esa transformación que sin duda alguna será positiva y así podemos inspirar y generar influencia en otros.
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Para ser un buen líder comparto una fórmula simple que se resume en 5 “P”:
- Tener PASIÓN por lo que se hace, porque es clave dar esa milla extra que requiere transformar lo ordinario en extraordinario.
- Tener un PROPÓSITO, una causa mayor a uno mismo que nos impulse a actuar en pro de un bien común, que nos mueva a una instancia superadora.
- Tener PACIENCIA, es una característica indispensable para ser un buen líder. Este es el arte que todos hemos tenido que incorporar para poder sobrellevar los desafíos.
- Tener PERSEVERANCIA, esa capacidad interna e intrínseca de seguir intentando alcanzar los objetivos a pesar de los obstáculos y las adversidades.
- Tener una estrategia basada en las PERSONAS, es el recurso más importante de una organización. Al fin y al cabo, la esencia del liderazgo es la conexión humana.
Ahora, hagamos un ejercicio: les invito a transformar el significado de la palabra “día”. Para mí, es una oportunidad para comenzar a tomar mejores decisiones, viviendo con más intención y siempre aprendiendo. Está claro que no hay ninguna garantía y que todos los días son una oportunidad nueva para decidir mejor, vivir con más intención y siempre aprender. Entonces… ¿te sumas a transformar la palabra día? ¿Qué definición le darías?
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