Cuando llegó la pandemia a Colombia, en marzo del 2020, el sector de eventos y espectáculos fue uno de los primeros en cerrar y sabemos que será el último en normalizarse. Con mucha preocupación vimos el impacto generado por esta nueva situación a nivel mundial que para la mayoría se convirtió en el reto más grande de la historia y nos “obligó” en el mejor de los sentidos a vivir una experiencia colectiva de adaptación al cambio, renuncia al mundo conocido, resiliencia y toma de decisiones en medio de un entorno cambiante.
Todos los sectores y empresas tuvimos que reinventarnos por la necesidad de seguir interactuando con nuestros clientes, le hicimos frente a la incertidumbre y empezamos a explorar caminos antes insospechados. La tecnología siempre ha estado ahí, la virtualidad siempre fue una opción, pero nunca fue la primera, y menos, para la industria de los eventos que encontraba en la presencialidad un encanto especial y que a través de la organización de innumerables actividades reunía a multitudes con el propósito de aprender, hacer networking, encontrar oportunidades de negocio o sencillamente disfrutar de la mejor manera. Pero la realidad es que, en medio de tantos cambios, encontramos en los eventos virtuales la mejor forma de seguir conectados. Y es que al final del día esa es una de las principales necesidades.
Por eso era urgente crear nuevos formatos, aprovechar los recursos físicos de otra manera, transformar nuestros escenarios y habilitar a los equipos humanos con otras habilidades que dieran respuesta a la situación del momento. Particularmente ese fue uno de los grandes aprendizajes; por eso transformamos nuestro emblemático Centro de Convenciones de la sede Av. 68 en un estudio virtual de producción audiovisual y aprovechamos los ambientes web para desarrollar formatos agiles, dinámicos y de fácil acceso, con el ánimo de lograr la mejor interacción con los diferentes públicos virtuales y seguir generando experiencias únicas.
Hoy, después de un año de cambios permanentes, son muchas las lecciones aprendidas: como que la virtualidad en la industria de los eventos es un habilitador de oportunidades, nos permite incrementar el número de asistentes, reduce los costos para el organizador (un evento virtual representa el 15% del valor ejecutado) y obtiene métricas en tiempo real, entre otros, pero, no reemplazará, por lo menos, en los próximos años, la sensación indescriptible del reencuentro.
En ese sentido, si comparamos un evento virtual con uno presencial, la experiencia nunca será la misma; para nuestras empresas y usuarios definitivamente su preferencia son las experiencias presenciales. Así lo corroboró el Buro de Bogotá, uno de los actores del sector con el que permanente conversamos, y que a partir de su más reciente encuesta desarrollada en el marco de la Alianza MICE Sudamérica, encontró que a la pregunta ¿a partir de cuándo están dispuestos a realizar eventos presenciales? el 83% respondió que, desde el segundo semestre de 2021, a su vez, otro 65% de los encuestados consideró que seguirá conservando formatos híbridos (virtual y presencial).
A este punto de la reflexión es inevitable mencionar la vacunación, como un proceso que definitivamente nos ayudará a avanzar en eso que tanto esperamos y nos llenará de confianza para volver a reunirnos. No en vano actualmente la iniciativa de vacunación del sector privado, que le apunta a la reactivación económica y a la “normalización” de nuestras actividades.
Para cerrar considero que el sector debe seguir ofreciendo eventos en tres formatos: virtual, híbrido y presencial; siendo vital entender la necesidad, el momento y la conveniencia para cada empresa y para el país, porque sin duda la industria de los eventos es un dinamizador de la economía que antes de la pandemia representaba el 2.7 del PIB nacional, generando más de 15 billones de pesos y aportaba 1.800.000 empleos, entre directos e indirectos, potenciando sectores como el turismo, la construcción y la gastronomía (fortaleciendo además nuestra marca país) que, a partir de la reapertura, espera seguir contribuyendo a la reconstrucción de tejido social y empresarial.