En las conversaciones iniciales que usualmente tengo con CEOs y gerentes de nuestros clientes, sobre los principales retos que tienen en sus compañías, surgen muchas cuestiones interesantes, pero podría decir que la mayoría tienen que ver con que ellos llevan un gran peso sobre sus hombros. Estos líderes comprenden el tremendo potencial que tienen en sus manos, pues son ellos, principalmente, quienes toman las decisiones que lo harán posible, pero también sienten que si no hacen bien su trabajo pueden arruinarlo todo.
Algunos de estos directivos, siendo muy exitosos, se preguntan: ¿Será que por mantener el foco estamos dejando dinero sobre la mesa? Y otros que han crecido mucho al haber aprovechado múltiples oportunidades se cuestionan: ¿Será que estamos perdiendo nuestra esencia?
Entonces cabe preguntarnos ¿Cómo saber si un CEO está haciendo bien su trabajo? Para ello lo primero que debemos responder es, ¿cuál es la esencia de su trabajo?
En mi experiencia, sin lugar a duda, es ser el estratega de la compañía, el que logra el equilibrio entre ejecutar muy bien el hoy mientras construye capacidades para el mañana.
Con el propósito de tener un plan que marque el rumbo de la organización en el largo plazo, muchas de las compañías realizan, cada tantos años, un ritual llamado Planeación estratégica y las más juiciosas lo revisan una vez al año.
Para llegar a la, tan anhelada, estrategia, ya sea con ayuda de un consultor externo o de cuenta propia, se suelen utilizar algunas, entre una gran variedad de herramientas, de las cuales solo voy a mencionar una pocas:
- Análisis DOFA o FODA, donde básicamente se preguntan cuáles son sus debilidades, oportunidades, fortalezas y amenazas y razonan cómo aprovechar las oportunidades, explotar las fortalezas, minimizar las debilidades y evitar las amenazas.
- Algunos sofistican esta herramienta y hacen una matriz DOFA, donde cruzan los aspectos internos contra los externos y en los 4 cuadrantes resultantes plantean iniciativas, donde por ejemplo resuelven cómo con las fortalezas aprovechan las oportunidades.
- Análisis PESTEL, que es un acrónimo para recordarnos que debemos considerar el entorno Político, Económico, Social, Tecnológico, Ambiental y Legal.
- La matriz del Boston Consulting Group o BCG que permite clasificar los productos en 4 cuadrantes cruzando el crecimiento del mercado contra la participación de la compañía en ese mercado y le da unos nombres curiosos: Vaca, Perro, Estrella e Interrogante. Sirve para determinar en qué productos invertir, e incluso cuáles abandonar.
Aunque puede haber muchas otras herramientas, quizás algunas más nuevas como el modelo CANVAS, mi punto es que las escuelas de negocios de las universidades enseñan estrategia pero prácticamente nada sobre cómo ejecutarla y cuál debe ser el rol y habilidades del estratega o del Pensador Estratégico.
Tal vez hace unos años, esto era suficiente, pero en un mundo híper acelerado como el que estamos viviendo, con toda seguridad los supuestos con los cuales realizaron la planeación van a cambiar muy pronto, dejando obsoleto dicho plan rápidamente.
Por esto se vuelve necesario estar en un permanente ciclo de pensamiento estratégico. En este artículo solamente alcanzamos a delinear la idea, pero prometo profundizar en un siguiente artículo.
El pensamiento estratégico es un ciclo de 4 etapas: Observar Escoger Alinear Ejecutar. Y como es un ciclo infinito hay que volver a observar.
Para hacer esto de la mejor manera sugiero tres elementos:
1) Una actitud de aprendizaje en toda la organización.
2) Un sistema de medición que le de feedback a todos los responsables de la ejecución
3) Una disciplina de reuniones para analizar los resultados y cambios en el entorno.
En resumen, la invitación es a cambiar el ritual de planeación anual por un Sistema de Gestión de la Estrategia que permita que pensemos permanentemente en la Estrategia.