Para las instituciones de educación superior (IES) este tiempo de pandemia que están acompañando desde los procesos educativos y formativos que desarrollan con sus sellos propios, identidad y naturaleza, emerge como una realidad que es necesario leer, comprender, interpretar e intervenir, con el fin de dar continuidad a los procesos académicos y administrativos que hoy se viven en clave de calidad, mejoramiento, adaptación, respuestas rápidas e inteligentes, monitoreo y una gran incertidumbre.
Las normativas nacionales han acompañado a las universidades con un zócalo legal que les ha permitido abordar la formación de sus estudiantes con la transición que implica el paso de una educación presencial para muchas de ellas, a una educación mediada por las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la virtualización de sus componentes, actividades académicas, de proyección social, de internacionalización y de bienestar, entre otros.
La búsqueda de calidad en este escenario de incertidumbre y cambios rápidos ha implicado para las IES un proceso de transformación y crecimiento. Una vez más se comprueba que toda crisis, si es verdadera crisis, trae desarrollo y maduración de procesos. En este sentido, el gran reto para las universidades ha sido articular, tejer educación presencial y educación virtual. Por lo tanto pensar en el uso pedagógico de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs), las Tecnologías del Aprendizaje y el Conocimiento (TAC) y las Tecnologías del Empoderamiento y la Participación (TEP), sus herramientas y posibilidades, asumidas y aplicadas como mediaciones pedagógicas, les han permitido comprometerse con el buen desarrollo de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Para las nuevas generaciones, es decir, los jóvenes estudiantes, todos estos cambios han puesto a prueba su capacidad de adaptación, su flexibilidad mental, su postura crítica y propositiva. Tal vez uno de los grandes retos ha sido acompañarlos en esta transición rápida y vertiginosa, con todo lo que suma el aislamiento, la soledad, la falta o dificultades de conectividad, la falta de herramientas y dispositivos tecnológicos para acceder a clases, pruebas, plataformas.
De igual manera, el desafío también ha situado a las IES frente a los profesores, su perfil, sus habilidades y competencias en el uso de las tecnologías y sus herramientas, el migrar de un modelo de educación presencial a un modelo de educación virtual o más bien mediado por las TICs con todo lo que implica pensar y reinventar las clases, el concepto de aula, la evaluación y el mismo proceso de enseñanza-aprendizaje.
La evaluación de toda esta situación y los hilos que se tejen a su interior es un paso ineludible hoy para las IES. Identificar la curva de aprendizajes, las fortalezas, los aspectos por mejorar estratégicamente, el modelo de gobernanza necesario para afrontar la crisis, la construcción de un plan de respuesta y retorno a clases de los estudiantes y las comunidades universitarias, anticiparse a la crisis, asegurar la continuidad formativa, garantizar la equidad y el acceso a la educación, aprender de los errores, diseñar modelos flexibles de evaluación, documentar los cambios y las decisiones y sus impactos, son, entre otros, asuntos que se vienen pensando.
Por lo tanto, es importante reconocer el enorme esfuerzo de las universidades y sus comunidades por mantenerse en el camino a pesar de todos estos cambios, por continuar apostando a una educación de calidad donde se construyan comunidades de conocimiento, de aprendizaje, donde se toma conciencia que todo lo que se recibe en el aula y los entornos educativos se aplica en la vida.
Si lo que se está viviendo no nos ayuda a ser mejores personas, mejores seres humanos, no se habrá realizado la tarea completa, si solo formamos en la razón y no en el corazón, la tarea se habrá quedado a la mitad. Academia, conocimiento, profesiones, cualificación, investigación, proyección social, son categorías que deben dar cuenta de una universidad que responde a los tiempos y sus circunstancias, hoy la de la enfermedad, la muerte, la crisis de salud pública, el empobrecimiento, la vulnerabilidad.
Esperamos que juntos podamos salir de esta situación fortalecidos, más humanos y por lo tanto más divinos.
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