«¿Se puede hablar de revolución industrial? La pandemia puede ser tomada como la nueva transformación económica, social y tecnológica de nuestros tiempos.»
No es fácil para una empresa mantenerse a lo largo de estos últimos 4 meses, soportar cambios de rumbo inesperados, adaptarse a las circunstancias en medio de todo lo que está pasando y volver a empezar y mucho menos cuando vemos una economía inestable un país a puertas de una crisis sanitaria y las expectativas de un nuevo inicio de operaciones inconclusa. Hoy es cuando más estamos evidenciando las fallas en nuestros negocios y a todos los niveles de la organización, hoy tuvimos que aceptar un freno para replantear todas las estrategias, misiones y visiones de nuestras empresas.
¿Pero qué fue lo que pasó? ¿Por qué nuestra cultura latinoamericana frente al concepto de empresa es fundamentada bajo un escenario 100% cortoplacista?
Para muchos empresarios es algo esencial hacer procesos de reestructuración corporativa con cierta periodicidad en sus negocios y en otros casos nunca lo hacen, pues sienten que su empresa está bien o están conformes con los resultados que dan. Cuando hablamos de reestructuración corporativa desde mi perspectiva y experiencia, es el cambio del condicionamiento que por años las compañías han tenido a lo cual llamó la línea del abismo (Producto, venta y resultado) enfocándolo en lograr una transformación desde un aspecto personal, espiritual enfocado en la fe y procedimental frente a cada área de gestión de la empresa, atrás quedaron grandes y costosas planeaciones estratégicas, indicadores y objetivos que nunca se cumplen y al contrario hacen perder tiempo y dinero a las compañías.
No obstante cuando un empresario me pide un consejo frente a invertir en un proceso de reestructuración corporativa le digo, este es un proceso en donde muchos entramos y pocos terminamos, pues es una carrera en contra de la permanencia de su empresa en el mercado y de todo lo que se oponga al propósito.
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Hay un gran ejemplo que manejo con frecuencia en algunas reuniones, lo asemejo a un enfermo de cáncer, en donde el médico le dice iniciemos quimioterapia esta es la única salida y lo dice el manual, en cambio viene otro médico que desde la perspectiva humana y bajo conocimiento crea un tratamiento menos invasivo, dañino, frustrante, costoso y sobretodo con mejor expectativa de vida, no queremos decir que la quimioterapia que da el médico inicial sea errada pero es lo que cualquiera diría y a veces los empresarios tienden a optar por esta opción y que al final lo que logran es alejar más las compañías de su propósito y de lo que todo empresario busca resultados.
Hoy hablamos de un sistema corporativo viciado con malos hábitos, costumbres y sobretodo sin valores, desde las gerencias hasta la base fundamental del motor de toda la compañía, la reestructuración es necesaria si se quiere cambiar el concepto de empresas de papel a convertirse en empresas con propósito.
Hoy tristemente varias compañías están optando por tomar las alternativas de insolvencia y liquidación además muchas de ellas nunca quisieron acogerse a un plan de reestructuración corporativa, lo cual les hubiera permitido mitigar o bajar el riesgo de cierre al cual muchas se están exponiendo hoy.
Pero no todo es malo, existen asesorías y posibles salidas a la crisis, sabemos que Latinoamérica se va convertir en un gran atractivo para los mercados internacionales en los próximos meses, a pesar de la crisis seguimos en el espejo retrovisor de inversionistas extranjeros.
Por otra parte también estamos formando una nueva promoción de empresarios con propósitos muy claros frente a las posibles inversiones de capital internacional que pueden recibir sus negocios. El país necesita una nueva legión de empresarios fundamentados y preparados estratégicamente para asumir los nuevos retos del mercado nacional e internacional y renacer como una nueva cultura empresarial.
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