«Las metodologías de diseño para innovar son varias, pero la reina de todas ellas sigue siendo el Design Thinking.»
Hace ya algunos años, cuando escuchaba hablar de innovación, supongo que solo pensaba en procesos de tecnología, donde especialistas en la materia trabajaban sobre funcionalidades, high tech disruptivas y nuevas maneras de hacer las cosas desde un plano técnico. Pero la innovación -que se presupone digital tal y como la entendemos- nunca se consigue de manera unilateral bajo un único área de la compañía.
Cuando hablamos de innovación, deben generarse procesos colaborativos donde, si tenemos que priorizar, tres puntos de vista son clave. Tres segmentos que hacen que la innovación tenga lugar de manera sostenida y sostenible.
Por un lado, el negocio, o aquellos perfiles que, de manera estratégica, definen los objetivos que se quieren conseguir. Por otro lado, tecnología. El área que se encargará de validar la viabilidad técnica de las propuestas y proponer el mejor set funcional para la solución. Y, la parte quizá más relevante, el usuario (o las personas), ya que la opinión de los dos primeros puede tener todo el sentido del mundo para la compañía pero puede no estar correctamente orientada, ni alineada, con las necesidades reales del usuario de tu producto o servicio. ¿Y quién da voz al usuario en una mesa de trabajo corporativo? los diseñadores, que son los que hablan con y representan a los usuarios.
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Es a partir de tener clara esta tríada cuando se puede asignar el equipo de trabajo para el proyecto y cuando deben implantarse metodologías orientadas a generar esa innovación. Ya sea con el objetivo de crear un nuevo producto o servicio, encontrar nuevos clientes o reencaminar estratégicamente el negocio.
Pero ¿Quién debe liderar estos procesos? Indudablemente, un perfil de diseño de servicio (Service Designer) o de diseño de negocios (Business Designer). Son los diseñadores estratégicos los que disponen del mindset adecuado para liderar la metodología, facilitar los procesos colaborativos entre las partes, ejecutar el testeo con usuarios, diseñar las pruebas de concepto que se testean con ellos o tener la capacidad objetiva de analizar los insights identificados en la investigación y convertirlos en accionables.
Las metodologías de diseño para innovar son varias, pero la reina de todas ellas sigue siendo el Design Thinking. Aunque no hay una única definición buena, básicamente el DT es una metodología centrada en el usuario, orientada a la acción. Su objetivo principal es el de generar soluciones de acuerdo a problemas/ineficiencias/carencias detectadas.
¿Mi consejo? No intentemos ejecutar un proceso de pensamiento de diseño para innovar, sin diseñadores que lo lideren. Aprendamos a desaprender. Innovemos a través del (auto) análisis, de la experimentación, de la observación y de la empatía. Los nuevos retos requieren nuevas maneras de presentarnos, de funcionar, de vender y de colaborar. Vayamos a por ellos.
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