«La plasticidad organizacional es, entonces, la capacidad emergente de una organización de sostener el cumplimiento de su propósito y creación de valor en entornos altamente turbulentos e impredecibles.»
Las organizaciones se enfrentan a entornos cada vez más turbulentos e inciertos. Cuando hablamos de turbulencia nos referimos a la cada vez mayor cantidad, velocidad y complejidad de los cambios del entorno. Mientras que la incertidumbre hace referencia a la impredecibilidad del origen, intensidad y sentido de estos cambios.
Lo importante de todo esto, es considerar que la mezcla de ambas condiciones se traducirá en entornos donde todo puede pasar y sin mayor capacidad de anticipación por parte de las organizaciones.
La pregunta, entonces, es ¿Qué tipo de organizaciones necesitamos para enfrentar este tipo de entornos? Nuestra respuesta: organizaciones con alta y permanente capacidad de transformación. Es lo que hemos acuñado con el nombre de plasticidad organizacional, haciendo un símil al fenómeno de la plasticidad cerebral, que hace referencia a la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, adaptarse y reestructurarse a nuevas situaciones.
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La forma tradicional de las organizaciones de enfrentar el entorno futuro ha sido jugar a la futurología: buscar anticipar y describir el escenario futuro más probable, para luego implementar un conjunto de cambios e iniciativas que les permitan enfrentar de la mejor manera dicho ese escenario. Pero dado que las organizaciones ya no pueden ni predecir ni anticipar todos los cambios que puedan emerger en su entorno, es que deben desarrollar la capacidad de responder y aprovechar una variedad amplia de escenarios futuros y no sólo algunos.
Hágase la pregunta: ¿Mi organización está más preparada para un abanico específico de escenarios o es capaz de enfrentar escenarios futuros radicalmente distintos entre sí? Si es más lo segundo, su organización posee plasticidad organizacional.
La plasticidad organizacional es, entonces, la capacidad emergente de una organización de sostener el cumplimiento de su propósito y creación de valor en entornos altamente turbulentos e impredecibles. Esta capacidad emergente se sustenta a su vez en tres capacidades de respuesta de una organización a los cambios de su entorno, las que a veces se conciben erróneamente como sinónimos, pero que en nuestro caso las entendemos cualitativamente de manera muy distinta:
- Resiliencia: Capacidad de una organización de resistir y recuperarse ante cambios abruptos de su entorno.
- Adaptabilidad: Capacidad de una organización de acomodarse y ajustarse ágilmente a los cambios de su entorno.
- Evolución: Capacidad de una organización de reconfigurarse y reestructurarse para alcanzar un nivel superior de funcionamiento.
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Este conjunto de capacidades queda representado en la siguiente imagen, expresando a su vez sus niveles progresivos de complejidad para desarrollarlas como parte del ADN de una organización:
Por lo tanto, más que buscar predecir las características que tendrán los entornos futuros, nos debemos centrar en desarrollar la plasticidad de nuestra organización que le permita estar preparada para responder al entorno futuro que sea.
La plasticidad organizacional se transforma así en una capacidad clave que debe caracterizar a las organizaciones que quieran sostener su capacidad de crear valor en entornos cada vez más turbulentos e inciertos.
Más que buscar la tan ansiada ventaja competitiva, lo que permitirá alcanzar desempeños superiores y sostenibles en entornos cada vez más turbulentos e inciertos es la ventaja transformativa de una organización.
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