«Nunca confiarse absolutamente de una sola plataforma como sustento del andamiaje técnico y la importancia de tomar decisiones prospectando muy bien el futuro.»
Cómo difícil es sintetizar 20 años en 600 palabras, hoy comienzo por escribir sobre los inicios de nuestra carrera como emprendedores tecnológicos, extractando aprendizajes fundamentales de este trasegar. Posteriormente pretendo poder llevar a los lectores una segunda entrega que complete estas reflexiones y de luces de cómo incorporar la tecnología al ADN empresarial, cosa fundamental por estos días.
La mayéutica como primer impulsor
Cuando nos preparábamos para la llegada del 2000, un grupo de emprendedores (del cual formé parte), encantados por los acontecimientos que hacían crecer la burbuja de las puntocom, comenzamos a preguntarnos activamente ¿Cómo la tecnología podría generar valor y nuevos modelos de negocios? En la incesante búsqueda de respuestas, dedicamos horas a navegar la muy reciente world wide web, motivados por nuestros interrogantes. Una vez mi hermano: Jorge Correa (mi gran coequipero emprendedor, que trabajaba por esos días para una de las primeras puntocom paisas), se encontró un término extraño en una publicación: “WAP” (siglas en inglés de Wireless Application Protocol). Inmediatamente surgieron más preguntas ¿Qué es eso? ¿Para qué puede servir? ¿Cómo lo podemos aplicar en nuestro entorno?
Son estos interrogantes iniciales los que han permitido la construcción de mi carrera profesional alrededor de las de aplicaciones móviles y la automatización de procesos empresariales. Esas preguntas de alguna u otra manera también me llevaron a un giro importante en mi carrera, ya que recién graduado (1998-2001) ejercí mi profesión de ingeniero administrador en el área de control interno y posteriormente en mi formación de posgrado como especialista en desarrollo de software (2003-2004), oficio al que me dedico hasta el sol de hoy.
Estos interrogantes también nos llevaron a conocer personas que han sido fundamentales en este transcurrir empresarial, como es el caso de Iván Darío Restrepo, uno de los primeros desarrolladores (si no el primero) de aplicaciones móviles de la ciudad y socio todos estos años.
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El duro oficio del evangelizador
Los que recuerdan sus primeros teléfonos móviles, esos que empezaron su masificación definitiva también con el nacimiento del segundo milenio, podrán recordar, que solo servían para llamar. Sólo existía en Colombia un teléfono celular, el Ericsson R280D que tenía capacidades para transmitir datos. Creíamos firmemente que esa capacidad constituirá un futuro promisorio para muchos en el futuro cercano (no nos equivocamos), y nos dimos a la tarea de empezar a evangelizar al público empresarial sobre estas posibilidades.
En 2002 un notable empresario tecnológico medellinense, Juan José Mejía, nos invitó a su evento anual, en el que convocaba a sus clientes para hablarles de temas de actualidad tecnológica. Nosotros, con nuestros primeros demos, subimos al escenario a demostrar que era posible enviar a la web datos desde un teléfono móvil. Eso resultó tan raro para la audiencia, que el expositor que nos prosiguió nos tildó de brujos, ya que lo que acabamos de hacer era pura magia. En retrospectiva es interesante darse cuenta que lo que muchos catalogan como ilusión, por su rareza, unos años después es algo omnipresente, si de tecnología se trata. Hoy en nuestra vida cotidiana y nuestros trabajos interactuamos con servidores remotos, cientos de veces al día, cosa que hace 20 años era pura brujería.
Aprendiendo de las debacles
En esta larga historia, también fuimos testigos de la muerte del primer gigante en cuanto a plataforma de desarrollo móvil se refiere (el sistema operativo amparado por el otrora líder del mercado Nokia: Symbian OS), algo que en su momento era impensado, dada su preponderancia y la de los dispositivos que lo respaldan. En algún punto para nosotros fue imperativo dejar de lado todo lo que veníamos desarrollando sobre la plataforma líder y pasarnos a nuevos sistemas operativos (con menos de 4 años de existencia); en nuestro caso la elección fue Android, y dicha decisión nos ha acompañado durante la última década. De este proceso se destacan dos cosas, la importancia de nunca confiarse absolutamente de una sola plataforma como sustento del andamiaje técnico y la importancia de tomar decisiones prospectando muy bien el futuro.
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