En tiempos de necesidades y premuras es cuando más lamentamos no haber dado un mejor uso a aquellos recursos que estuvieron demás en el disponible. Pero como dice el refrán: el tiempo perdido jamás se puede recuperar.
El ordenar las finanzas personales y familiares cada vez se afianza en una realidad recurrente, no para estar pensando en calamidades o necesidades futuras, más si para alcanzar muchos sueños que por años se han mantenido en el tintero pero que por falta de disponibilidad su realización se ha vuelto casi que imposible.
Pensar en el futuro, soñar con la vivienda propia, ilusionarse en algún viaje de placer, y en general pensar en la realización de los sueños, cada vez son más recurrentes como las razones que se tienen al ahorrar, independiente del medio que se utilice; ese comportamiento viene acentuando la premisa de que el ahorro son decisiones más que intensiones.
Precisamente, es con este supuesto que en la industria financiera se han venido poniendo en producción esquemas de ahorro que se convierten en reales opciones para poner a funcionar los proyectos de futuro, y uno de esos planes lo constituye el ahorro programado, este definido como un sistema que bien a través del descuento por nómina, o con pago por taquilla, la persona puede de manera periódica ahorrar un dinero determinado al alcance de su capacidad.
Es importante hacer la diferencia entre un ahorro tradicional y un ahorro programado. Un elemento sustancial de estos productos tiene que ver con las restricciones; para el primero, este concepto no existe, en tanto para el segundo, él es parte de su estructura. En términos coloquiales, lo anterior significa que los recursos del ahorro tradicional están disponibles para el propietario en el momento que lo requiera, en tanto para el segundo producto se deben cumplir ciertas condiciones del contrato para el uso de los recursos acumulados.
“El ahorro contractual en las cooperativas, además de contar con la garantía que da una supervisión, sea por parte de la Superintendencia Financiera o la de Economía Solidaria, dispone de una rentabilidad interesante superior al promedio del mercado, sorteos y el seguro de depósitos”
Igualmente se tiene un tema de permanencia, que para el ahorro tradicional no es obligatorio, mientras que para el contractual este es condicionante. Finalmente, se tiene la rentabilidad; generalmente el ahorro programado dispone de mayor rentabilidad respecto al ahorro ordinario.
Hechas las precisiones sobre el concepto del ahorro programado, es importante hablar ahora de la oferta que se tiene en el mercado. En esto quiero resaltar las opciones que se encuentran en las cooperativas, llámense de ahorro y crédito o financieras. Desde hace muchos años estas empresas incorporaron en sus portafolios lo que se llama el ahorro contractual, cuyo destino era en gran medida para los gastos en que incurrían las familias de asociados en los meses de diciembre.
Con el transcurrir del tiempo, la destinación de los ahorros a través de este producto incluyó temas de matrículas educativas, diversión y recreación, entre otros. Con el desarrollo de la regulación, el ahorro contractual comenzó a tomar importancia en la adquisición de la vivienda, propósito tan significativo que hoy día este uso ha tomado una participación relevante en la decisión de ahorro de las personas vinculadas a estos establecimientos.
El ahorro contractual en las cooperativas, además de contar con la garantía que da una supervisión, sea por parte de la Superintendencia Financiera o la de Economía Solidaria, dispone de una rentabilidad interesante superior al promedio del mercado, sorteos y el seguro de depósitos. Estos factores hacen que el ahorrador tenga una garantía en la custodia de su patrimonio y una importante rentabilidad en sus recursos.
Como se ha expuesto, en el mercado existen opciones interesantes en materia de ahorro que hace que las personas tengan un abanico diverso para canalizar sus recursos, pero igualmente para la realización de sus metas. Hoy día se reafirma la frase: es el momento de ahorrar, realice sus sueños.