Raúl Cárdenas Calderón
Gerente COOACUEDUCTO
La connotación de la palabra educación, integra componentes tales como la formación, capacitación e información y se ha convertido, a través del tiempo, en un elemento fundamental de desarrollo para el cooperativismo mundial y local, donde empezó a tomar importancia desde el mismo momento en que se inició el movimiento cooperativo colombiano en el año 1931.
Cuando se introdujo la educación en la Declaración sobre la Identidad Cooperativa y la formulación de los principios cooperativos, por cuenta de la ACI, en la década de los años 60’s, se buscaba que las cooperativas procuraran la educación de sus asociados, empleados y directivos, para llegar hasta el público en general.
Así las cosas y para llegar al propósito de este análisis, debo centrarme en identificar los beneficios aportados por la educación cooperativa en todo este proceso de desarrollo de la economía colombiana, en la que pretendo enfocarme en dos impactos de su aplicación. En primera instancia, debemos resaltar los resultados alcanzados a través de su Proyecto Educativo Socio Empresarial – PESEM – al aportar este tipo de educación a las personas que en su esencia la convirtieron en el soporte para cimentar su vida y orientar esos conocimientos adquiridos como instrumentos, que les permite potencializar su quehacer socioeconómico; logrando que hoy, sean innumerables los dirigentes, asociados y empleados del sector, que entienden el cooperativismo como una organización social y empresarial, que demanda eficiencia en su gestión para lograr su aporte al mejoramiento de la calidad de vida de quienes unen sus esfuerzos en busca de un propósito colectivo.
Esta labor se hace de manera continua y permanente, complementando la constante tarea de mantener actualizados los conocimientos de todo el cuerpo de directivos y asociados que orientan la gestión en sus organizaciones, así como la capacitación y formación de nuevos líderes, que se incorporan a esos cuerpos directivos y que de paso aseguran los relevos generacionales; aunque no con la representatividad que el sector espera y necesita; factor que se marca como una de las alertas que requieren atención y análisis para trazar directrices que coadyuven en la sostenibilidad de este importante renglón de la economía.
En segundo plano, es importante mencionar el grupo de interés sobre el que genera el mayor impacto, y estos son los beneficiarios de este modelo; identificados Ellos como los asociados, hijos o cónyuges; que gracias a los recursos destinados a educación formal y ordenados por norma, encuentran en esta opción la posibilidad de recibir subsidios para educación, ya sea básica o superior y así obtener una mejor calificación laboral y profesional que facilita la incorporación a la vida laboral de personas que en otras condiciones no hubieran siquiera pensado que podían formalizar su actividad.
Profundizando un poco más en el análisis, debemos considerar los cuantiosos recursos destinados por las cooperativas para apoyar este propósito de educar la población colombiana, del cual pueden dar testimonio las secretarías de educación municipales y departamentales, las universidades, el propio Estado, que a través del ICETEX y los organismos de control, ejecutan, vigilan y certifican el cumplimiento de lo ordenado (20% de los excedentes que se generan en los estados de ingresos y egresos de cada vigencia) por la norma creada para reglamentar tal fin. No es menos importante aterrizar en la sumatoria de los recursos destinados a impulsar los temas educativos, representados en la cifra que supera el billón de pesos, la cual no tiene comparativos, pues ningún otro gremio o sector económico puede destinar a un propósito como el que han asumido responsablemente las cooperativas en Colombia.