“El Laboratorio del Ahorro para el Retiro del Banco Interamericano de Desarrollo se ha puesto en la tarea de buscar fórmulas para fomentar el ahorro pensional voluntario de trabajadores independientes y de bajos ingresos mediante intervenciones basadas en la economía del comportamiento y la utilización de herramientas tecnológicas. “
La digitalización de la sociedad y el acelerado progreso tecnológico han tenido un efecto transformador sobre las formas de producir y trabajar en todo el mundo.
Con la automatización de procesos, la globalización de las cadenas de valor y la continua disrupción tecnológica en sectores económicos estratégicos es cada vez más común encontrar nuevas formas de empleo que poco obedecen a las lógicas tradicionales.
Además de impulsar la frontera tecnológica, la cuarta revolución industrial ha inducido cambios profundos en las dinámicas de los mercados del trabajo que no se han terminado de comprender.
A manera de ejemplo, la proliferación de las plataformas digitales de trabajo colectivo condujo a eliminar la figura de un empleador formal en algunos sectores.
Así, en la llamada gig economy, la relación de dependencia entre empleadores y trabajadores se desdibuja y en vez de ello, quienes eligen trabajar en las plataformas digitales, pueden decidir de manera flexible en qué momento trabajar y cuántas horas dedicar a su labor.
A cambio de prestar un servicio o desarrollar una actividad puntual, los trabajadores de las plataformas digitales reciben el pago de una tarifa o compensación.
Si bien la flexibilidad y la autonomía puede resultar siendo una característica atractiva para algunos, lo cierto es que, al no haber una relación formal de dependencia, los trabajadores de las plataformas digitales suelen quedar por fuera de los mecanismos de protección social tradicionales como la cobertura de riesgos laborales, el acceso al aseguramiento en salud y la contribución al sistema pensional.
La automatización de procesos y la adopción de robótica en las cadenas de valor a nivel mundial además han desplazado puestos de trabajo en varios sectores económicos. Esta tendencia ha conducido a la desaparición paulatina de ciertas ocupaciones, así como al surgimiento de nuevas.
Algunos expertos aseguran que los trabajos que prevalecerán en el futuro aún son desconocidos. El Foro Económico Mundial, por ejemplo, estima que para el año 2025 los trabajos serán realizados en igual proporción entre humanos y robots.
La conjunción de estos fenómenos desencadenados por la cuarta revolución industrial plantea un reto importante para el diseño de sistemas de protección social alrededor del mundo que respondan a las necesidades y a las demandas de los trabajadores del futuro.
Como ha resaltado la Organización Internacional para el Trabajo (OIT), los actuales sistemas de protección social no están bien equipados para afrontar los retos derivados de la automatización y la digitalización de la economía.
¿Qué se puede hacer para adaptar los esquemas de protección social existentes para que incorporen las nuevas dinámicas de los mercados laborales? Seguramente se pueden plantear diversas aproximaciones, sobre las cuales habrá que ahondar por medio de un análisis juicioso. En este caso, sin pretender plantear una receta, quisiera destacar dos elementos que considero deberían ser ejes esenciales en la discusión.
Lo primero es reconocer que las generaciones más jóvenes, los llamados “nativos digitales”, representan una proporción creciente de la fuerza laboral. En ese sentido, es importante entender que la generación de los Millenials, la Generación Z y la Generación Alpha, no responden a los mismos incentivos e intereses de las generaciones anteriores.
Los nativos digitales están siempre en busca de nuevas experiencias y mejores oportunidades, por lo cual es de esperar que tengan transiciones más rápidas entre un empleo y otro.
En segundo lugar, afrontar con éxito los retos planteados por la revolución digital en materia de protección social requiere de estrategias que rompan el molde y que estén centradas sobre el individuo.
Los sistemas de protección social deben considerar necesariamente los cambios de preferencias y comportamientos derivados del relevo generacional, anticipándose a las necesidades de los más jóvenes.
En materia de pensiones ya se han comenzado a ver algunos experimentos innovadores.
El Laboratorio del Ahorro para el Retiro del Banco Interamericano de Desarrollo se ha puesto en la tarea de buscar fórmulas para fomentar el ahorro pensional voluntario de trabajadores independientes y de bajos ingresos mediante intervenciones basadas en la economía del comportamiento y la utilización de herramientas tecnológicas.
Por ejemplo, para el Perú diseñaron una intervención con el propósito de impulsar el ahorro voluntario de los trabajadores de las plataformas bajo demanda.
En la intervención liderada por el Laboratorio del Ahorro para el Retiro se ofrecieron aleatoriamente dos planes de ahorro: el primero de ellos ofrecería un programa para emergencias en el cual los conductores podían ahorrar hasta el 2% de sus ingresos semanales para cubrir emergencias y el segundo constituía un plan de ahorro flexible e inteligente que les permitía a los conductores ahorrar el 3% de sus ingresos semanales cada vez que estos fueran superiores a monto determinado previamente por los propios conductores.
Los resultados indican que, después de ocho semanas de haber recibido la invitación a ahorrar, el 18% de los conductores que participaron se inscribieron en el esquema de ahorro.
Por otro lado, la evidencia recolectada sugiere que el plan de emergencia condujo a una mayor frecuencia de ahorro, mientras el plan flexible e inteligente generó un mayor montó de ahorro acumulado.
Si bien este es apenas un ejemplo de muchos, refleja cómo los esquemas de protección social adaptan diseños más acordes con las dinámicas cambiantes de los mercados laborales y a las necesidades de los trabajadores de la era digital.