Cada año trae consigo retos que desafían a los más experimentados profesionales del área de Talento Humano, y este, no será la excepción, pues con todas las transformaciones que actualmente vive el mundo es de esperar que las personas cambien, así como sus diferentes entornos.
Por eso, para el 2023 se mantiene una tendencia que ya venía tomando fuerza y es que la vida personal y la vida laboral se continuarán mezclando, haciendo difícil identificar dónde termina una para iniciar la otra, una frontera que fue mucho más clara en otro momento. Esta amalgama hace que debamos esforzarnos por conocer y entender a nuestros equipos desde su humanidad, con sus preocupaciones y deseos, no solo a nivel profesional sino también en el ámbito personal. Ahora nuestro liderazgo se debe centrar en lo más humano del ser y en la singularidad de cada uno, entendiendo sus necesidades y sueños, y ejerciendo un rol más que de jefe, de mentor y acompañante en el camino del desarrollo de cada uno de nuestros colaboradores y sus familias; porque ya no solo tenemos contacto permanente con quienes hacen parte de nuestra empresa, sino que también empezó a jugar un papel de mayor impacto su entorno familiar, entendiendo por familia a lo que cada individuo decide que sea, haciendo que nuestro pensamiento se amplíe aún más para entender las diferentes conformaciones familiares que responden a la sociedad del siglo XXI.
Nos enfrentamos también a una escasez de talento, sobre todo aquel que está entrenado y capacitado en temas digitales, de analítica, estadística y varias especialidades del campo de la salud. Son plazas que rotan más rápidamente, pues la demanda es mayor que la oferta, y las empresas que requerimos de ellos nos vemos cada vez más desafiadas a flexibilizar no solo los modelos de contrato que ofrecemos, sino las modalidades de trabajo, que hoy casi vienen a la medida de cada persona. La virtualidad en estos casos está a la orden del día, así como la flexibilidad horaria y espacial que se convierte en un requisito por parte de los esquivos candidatos antes de aceptar iniciar un proceso de selección. En este sentido, es ya una exigencia para los que hacemos parte de las áreas de talento humano crear esos entornos, no solo para los cargos administrativos, sino también para los que se desempeñan en servicios asistenciales, pues todos queremos mayor flexibilidad para poder seguir fusionando lo laboral con lo personal y tener una mejor calidad de vida.
Una vez logramos captar la atención del talento que requerimos es muy importante que ellos sientan que hacen parte de un todo, que sus opiniones son valiosas y que nos gusta hacerlos partícipes de las decisiones, grandes o pequeñas. El ejercicio de democratizar las decisiones, que es otro importante reto, será de gran ayuda si lo que buscamos es que las personas permanezcan lo suficiente como para que sus aportes generen valor en las organizaciones. El cambio, como fenómeno, hoy más que nunca hace parte del contexto social y político mundial, así que será muy importante contar con una estrategia de cambio, gestora de nuevas ideas y promotora del apoyo a nuestro equipo en momentos de incertidumbre y crisis.
No menos importante, es el esforzarnos por pasar de tener procesos de talento humano tradicionales y formales a diseñar “experiencias de colaborador” en las que ellos son los protagonistas, estando dispuestos a escuchar sus ideas y propuestas para hacer de la empresa el mejor lugar para quedarse, ya sea mucho o poco, pero que esa permanencia alcance a equilibrar el esfuerzo de la contratación, entrenamiento y adaptación, con sus aportes al negocio.
Estos son solo algunos de los retos que seguiremos enfrentando día a día y que seguramente migrarán a nuevos desafíos, exigiendo de nosotros mucha creatividad y, además, la participación de todos aquellos con quienes vivimos nuestro trabajo. Así que adelante: es la era de la humanidad, la confianza y el trabajo colaborativo.