Uno de los principales desafíos que ha venido transformando las dinámicas laborales en las organizaciones es la llegada de los millennials y, en muchos casos, la Generación Z, lo que ha implicado entrar en un período de consolidación de una cultura marcada por la diversidad, en la que confluyen, en un mismo lugar y para el mismo propósito, distintas formas de ver el mundo. Pero además de consolidación, también es una etapa de transición en la que es crucial aprovechar lo mejor de cada uno y lo que pueden lograr juntos. Es así como, para prosperar en este entorno de constante evolución, se hace esencial comprender y gestionar eficazmente este cambio generacional, sobre la base de las oportunidades y los retos que representa en cada caso particular.
Los Baby boomers, la Generación X, los millennials y la Generación Z coexistiendo en un mismo entorno laboral, por un lado, enriquece a las organizaciones, aportando habilidades y perspectivas únicas, además de conocimientos basados en experiencias propias de su dinámica generacional. Sin embargo, esta diversidad también pone a prueba la capacidad de mantener una comunicación oportuna, cercana y asertiva, así como la construcción de nuevos estilos de trabajo, que funcionen para todos.
Y es que, por ejemplo, las nuevas generaciones a menudo valoran la flexibilidad, la colaboración y la agilidad basada en herramientas de trabajo, por lo mismo, están dispuestos a aportar su capacidad para innovar y adoptar nuevas tendencias de una forma mucho más rápida, así como instaurar formas de trabajo más eficientes. Por su lado, el talento senior tiene otro tipo de expectativas y, a su vez, la experiencia, el conocimiento y la capacidad de formar a los más jóvenes y menos experimentados.
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En definitiva, cada generación tiene su propia identidad, como la habilidad en el uso de herramientas digitales, tan destacada en los millennials y los “Z”, a la que se suma el interés por encontrar un balance entre la vida personal y laboral, y la necesidad de conectar con el propósito de una organización, lo que solo es posible cuando este se encuentra alineado a su sistema de valores. Por su parte, las generaciones anteriores, normalmente se sienten atraídas por aspectos como la estabilidad, los procesos estructurados de trabajo y el estatus que una posición les puede proporcionar.
Pese a esa mezcla y aparente distancia, otra bondad de la diversidad generacional es justamente la diversidad de pensamiento, que impulsa la toma de decisiones más equitativa y efectiva, aportando a la solución de situaciones desafiantes de una manera más rápida y estratégica. De allí que gestionar estas “diferencias” requiere de las organizaciones la implementación de modelos de trabajo flexibles, diversos e inclusivos, así como la actualización de infraestructuras tecnológicas, orientadas a la agilidad y colaboración y la anticipación en el diseño de acciones que den respuesta en gran medida a intereses tan variados.
Desde nuestra experiencia en Compensar, somos conscientes del gran valor que aporta cada uno nuestros colaboradores, e indistintamente de la edad, le atribuimos a ese equipo multifacético y diverso, aún a quienes gozan del retiro, los resultados obtenidos durante estos 45 años de historia. Y es por esto que, afrontamos el cambio generacional a partir de estrategias constantes de fortalecimiento de nuestra cultura, bajo la premisa de que sin importar las diferencias, todos hacemos parte de una misma generación, la “Generación C”: distintas regiones, razas, edades, profesiones, roles y géneros, palpitando por el mismo sueño, un sueño que nos apasiona por igual a Baby boomers, “Y”, millennials, “Z” y centennials y que desde ya contagia a quienes están por venir para seguir trabajando juntos en la construcción de una mejor sociedad para todos.
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