Fortaleciendo el Sentido de Pertenencia
“Uno debe conseguir un trabajo que le guste, disfrute y ame, de esa manera
El verdadero sentido de pertenencia surge y se fortalece cuando ambos –empresa y colaborador– se esfuerzan por darle lo mejor que tienen a la contraparte. Parto de un principio en el cual creo firmemente y que se conoce como el efecto Boomerang: “Lo bueno que damos, tarde o temprano, regresa multiplicado”. Lo ratifico al estudiar aquellas empresas que desarrollan y aplican buenas prácticas laborales y donde el sentido de pertenencia se vive como una mística: allí buscan el equilibrio entre la vida personal y la carga laboral; cuidan y consienten a los empleados brindándoles posibilidades de ascenso y un buen ambiente empresarial. Al vivir esa cultura de trabajo positiva, esas empresas cosechan mayores beneficios económicos que sus competidores y conservan por más tiempo a los colaboradores productivos, que perduran en la empresa dejando huella. de esta manera a la gente no le da lo tan llamado comúnmente me da pereza trabajar
Al mejor empleado:
¿Y cómo compensa el efecto Boomerang al colaborador que se esfuerza por ser el mejor empleado? Con mayor aprendizaje, mejor remuneración, un empleo más estable y una alta cotización en el mercado laboral (¡las empresas no despiden a sus mejores empleados y la competencia todo el tiempo quiere seducirlos!) además, es factible que lo veamos, a futuro, convirtiendo en realidad sus proyectos, logrando sus sueños… y que, cuando se decida por ser empresario, consiga que los mejores colaboradores trabajen para él; además, obtenga unos resultados financieros sorprendentes.
“Nunca diga ¡que pereza madrugar a trabajar! Diga más bien, ¡qué pereza madrugar a buscar empleo…”
Experiencia:
Víctor, un joven de 20 años trabaja en alpinismo. Sonríe mientras cuelga de un andamio, a una altura de 25 pisos, haciendo mantenimiento a la fachada de un edificio. Mirar hacia abajo causa una intensa sensación de vacío y de caída libre. ¡No he conocido a nadie como él, que disfrute tanto lo que hace! Me dejó maravillado cuando me dijo: “No cambio este trabajo por ningún otro. Me gusta mucho desempeñarme en lo que hago. Para protegerme, me encomiendo al “Dios de arriba” y el resto, lo hago con felicidad”. ¡Qué lección tan poderosa sobre lo que significa trabajar feliz, querer la empresa y amar lo que se hace! Le comparto unas pautas para que disfrute igual:
No trabaje, ¡diviértase!
Cuando el trabajo se hace con verdadera pasión se vuelve diversión y, además, ¡nos pagan por ello! Facundo Cabral decía: “Aquel que hace lo que no ama, aunque lo haga todo el día, es un desocupado.” El escenario ideal es “hacer lo que amamos”. Como no siempre es posible, nos quedan dos alternativas: “amar lo que hacemos”, empecemos por tomarle cariño a nuestra labor y a sentirnos útiles con ella. La otra es “hallar gusto en lo que hacemos”, por difícil y compleja que sea la actividad desempeñada, podemos hacer un inventario de las cosas buenas que nos ofrece: “duro el trabajo, pero es bajo techo; pagan cumplidamente; hay posibilidades de ascenso; es una empresa importante; estaría en casa sin hacer nada; practico lo que estudié…” en fin, descubra esas íntimas razones que le permitan encontrar gusto y diversión en lo que le “toca hacer”.
Siéntase verdaderamente afortunado.
Quisiera mirarlo de frente y decirle: “¡Qué afortunado es usted!, qué bueno que haya encontrado a alguien que crea en sus habilidades y que lo haya contratado entre millones de personas desempleadas, algunas más capacitadas y brillantes que usted”. Aproveche al máximo esa oportunidad única que le ha sido brindada y demuestre su talento.
¡Transmute su actitud!
La actitud es el modo cómo decide ver el mundo que lo rodea y la forma en que comunica su estado de ánimo. Una actitud positiva le permite concentrarse en dar solución, trabajar con amor y ser más productivo. El prestigioso sicólogo, Dr. M.Seligman, señala: «Los optimistas rinden un ¡tercio más que los pesimistas!». Una actitud adecuada propicia ambientes agradables y nos conduce a trabajar felices, hallando las cosas buenas de nuestra actividad.
Enfrente las dificultades laborales de un modo diferente.
En todo trabajo que desempeñe existirán problemas, dificultades, momentos de estrés y ambientes pesados. Si las miramos como retos y lecciones de aprendizaje, cambiará nuestro sentir. Es cierto que algunas cosas saldrán verdaderamente mal, existirán clientes difíciles y situaciones complejas… Pero seamos claros: ¡por todo ello es que nos pagan nuestra remuneración! Un prestigioso escritor (R. Updegraff) señala: “si no fuera por lo desagradable de “ése” día de trabajo, sería posible encontrar a alguien que se encargara de sus labores por la mitad de lo que le pagan a usted.”
Cambie de óptica: ¡su jefe no es su jefe!
Su jefe no es el gerente, ni es su superior inmediato. Su jefe, sus jefes, son sus sueños, sus proyectos de vida, sus planes en compañía de su familia… Usted trabaja para poder tener a sus hijos estudiando y pasear de cuando en cuando, darle a su familia la forma de vivir con calidad, estrenar ropa eventualmente, vivir en una confortable casa… esos son sus “verdaderos jefes”. Son ellos los que le “obligan” a madrugar diariamente para brindar lo mejor y quienes deberían impulsarlo a trabajar con más amor. Hoy no podemos darnos el “lujo” de quedarnos cesantes. De perder el empleo conseguido con esfuerzo. No podemos renunciar a nuestros sueños ni decirle a “nuestros jefes”: “lo lamento hijos, cancelado el paseo para la playa; olvídense de la casita propia porque perdí mi empleo debido a que realmente no trabajaba con entusiasmo, no amaba lo que hacía, era conflictivo, siempre llegaba tarde, nunca evité despilfarros en la empresa, no supe aprovechar la oportunidad que se me brindó de estar laborando…” No, no y ¡No!
Cambie de actitud:
Tengo una frase que ya se volvió popular: “nunca diga ¡que pereza madrugar a trabajar! Diga más bien, ¡qué pereza madrugar a buscar empleo… hoy trabajaré con amor!” Recuerde, señor empleado, que cuando hay mística y sentido de pertenencia se fortalece el clima laboral, se trabaja con alegría y se entregan al máximo las capacidades y talentos por los cuales fuimos contratados para hacer progresar cada vez más la empresa. Halil Gibrán, decía bellamente: “¿Y qué es trabajar con amor? Es sembrar la semilla con ternura y coger la cosecha con alegría, como si fuese nuestro bienamado quien fuera a comerse el fruto. Es poner en todas las cosas que hacéis un aliento de vuestro espíritu”
Y para reforzar los vínculos, invito a los empresarios a que atraigan y ubiquen a las personas correctas en los cargos correctos y “bajen del bus” a las personas incorrectas. Alineen a los empleados con los valores, el respeto de la misión y de las políticas de la empresa. Aplaudan el esfuerzo, reconozcan los logros y otorguen condiciones a sus colaboradores que les permitan contribuir con la empresa mientras realizan un trabajo al que le encuentran un sentido, que reciban reconocimiento por lo que hacen y trabajen felices en un ambiente de confianza y respeto.
Culmino mencionando un proverbio Japonés: “La pelota, rebota”. Recuerde: lo que enviamos, retorna.
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