«Se trata de empresas cuyos equipos buscan más y más eficiencia, que brindan acceso libre a los mercados de servicios y productos, que esparcen valor a sus stakeholders, que buscan costos óptimos para generar ahorro, que colaboran y cooperan con otras, que buscan crecimientos exponenciales de ingresos, se llaman startups.»
El problema que debemos entender
Hoy el mundo yace sobre un gran mar de dinero, organizaciones públicas nacionales como los bancos centrales, los Congresos de muchos países y los poderes ejecutivos han hecho explícito el hecho de inundar sus países con cash para afrontar un cóctel de choques externos como la pandemia y la recesión global. Todos queremos proteger nuestras economías. Sin embargo, debemos entender a profundidad el momento e identificar qué debemos cambiar en nuestros “modelos” económicos.
Semanas atrás los gobiernos de América Latina tomaron sus ahorros nacionales y protegieron sus clases medias y emergentes, poblaciones vulnerables, grandes corporaciones y familias, con un objetivo: garantizar que no se rompa la cadena de pagos y que los mercados se mantengan líquidos. Subsidios, fondos de garantías para diferentes tipos de empresas y promover su acceso al crédito, mayor inversión pública en proyectos de innovación tecnológica para combatir el COVID-19, inversiones públicas directas en diferentes equipamientos e infraestructura, promoción del crédito privado y muchas otras medidas fueron implementadas. Los gobiernos que no tuvieron recursos suficientes se endeudaron contra su futuro.
Resulta casi imposible comprender del todo la magnitud de la caída pues nunca la habíamos vivido. Vamos al mapa que nos proporciona gentilmente el Fondo Monetario Internacional en su web y veamos qué tan seria es la cosa. Si analizamos juntos el gráfico del crecimiento económico anual de América Latina (quitándole el efecto de la inflación), de 1980 a 2020, lo que debemos entender es que quizás estamos en el peor momento de la historia económica de nuestros países. Nuestra región está siendo golpeada muy fuerte, sus familias y empresas pelean.
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La oportunidad que debemos tomar
Como líderes en nuestras empresas, el objetivo de reconocer el problema es esperar un “rebote” de la economía de tipo “V” o “W”, esa parte final del gráfico. Se viene una buena ola en este mar intranquilo. Con este aprendizaje podría asegurar que casi todos concluimos que debemos desarrollar el músculo necesario para aprovechar el momento, tener las capacidades estratégicas mínimas para ser exitosos. Sin embargo, algo pasa desapercibido, es un buen momento para las reformas. ¿Seremos exitosos en mercados plagados de distorsiones? ¿Acaso no queremos ver que los hemos destruido por décadas o siglos?
Los mercados financieros son un buen ejemplo. Todos hemos sido testigos del esfuerzo de los gobiernos de inyectar liquidez en micro, pequeñas y medianas empresas a través de créditos blandos pero los canales naturales para distribuir esos recursos no funcionaron bien. La banca y otros intermediarios también se vieron expuestos a diferentes tipos de riesgos y dejaron expuestas las imperfecciones del mercado. Entonces, la posición empresarial responsable es desarrollar ese bagaje de capacidades mínimo para competir y promover los principios básicos del mercado como la eficiencia, la transparencia, la libertad y la productividad.
La siguiente ola
Las empresas que van a tomar la delantera durante la pandemia y la reactivación económica son las tecnológicas, esas que crean tecnología o aquellas que la explotan para crear valor en diferentes industrias. Se trata de empresas cuyos equipos buscan más y más eficiencia, que brindan acceso libre a los mercados de servicios y productos, que esparcen valor a sus stakeholders, que buscan costos óptimos para generar ahorro, que colaboran y cooperan con otras, que buscan crecimientos exponenciales de ingresos, se llaman startups.
Estoy seguro que conocen a algunas startups y que aprecian los beneficios que ofrecen a las sociedades donde se desarrollan. Quizás en este momento estén naciendo algunas más, en Colombia, Perú, Chile, México y toda la región. Su ADN está impregnado de esa naturalidad para crear mercados sostenibles y se multiplicará mientras más relaciones de negocios conecten. Lo más importante es que también serán un elemento básico para entender cómo se generan ganancias construyendo mercados alternativos basados en la transparencia. Es un tiempo especial para preguntarnos cómo hacemos nuestros mercados más sostenibles.
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