«El emprendedor vive en crisis con o sin Covid, los emprendedores tenemos una cola de personas detrás creyendo en nuestros sueños y cada mes solucionamos de maneras innovadoras como lidiar con nuestras crisis.»
El 2020 nos ha sorprendido de mil maneras, sin embargo y en honor a la verdad, todo lo que ha estado sucediendo estaba avisándose tiempo atrás, pero como a todos los que vivimos preocupados y ocupados en nuestros propios retos, el covid nos tomó por sorpresa y sin planes de acción.
Los emprendedores vivimos del día a día y no es por falta de planeación sino por lo difícil que es emprender en un país que gana más que nosotros mismos de cada negocio que con esfuerzo cerramos. Quienes no tenemos inversión y hemos venido haciendo nuestro experimento, de manera juiciosa y organizada, no teníamos las posibilidades de estar preparados para crisis de tipo “pandémico” que nos hiciera pensar en cómo sobrevivir a una situación que está acabando incluso con los más grandes.
En las condiciones “normales” pensar en tener ahorros, provisiones o en contar con alivios, en moldear estructuras para situaciones todavía más difíciles a las actuales terminaba siendo un escenario en el que preferíamos no pensar porque las cosas no podían ser más difíciles y ¡oh sorpresa! Todo se puso peor.
Es aquí donde todo nos paró sobre una superficie totalmente desconocida a revisar cómo “reinventarnos” para sobrevivir. Lo sorprendente es que, es más fácil moverse con facilidad y hacer los cambios que requiere la situación si eres emprendedor y estás acostumbrado a lidiar con problemas grandes como no tener con qué pagar la nómina y lograrlo de manera milagrosa todos los meses. Los grandes no saben qué es eso, los empleados tampoco, en cambio, los emprendedores tenemos una cola de personas detrás creyendo en nuestros sueños y cada mes solucionamos de maneras innovadoras como lidiar con nuestras crisis.
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Hoy vemos en todas las redes sociales cómo los emprendimientos están moviendo la economía del país. Hay desde el que aprendió a hacer tapabocas, pasteles, pijamas, regalos, los que hicieron sus páginas web, los que les diseñan desde casa, los que garantizan los envíos y la descontaminación. Salió a relucir de nuevo el “colombiano del rebusque”, ese que nunca perdimos los que decidimos hacerlo de manera formal montando nuestro emprendimiento.
Hoy, lo que se ajusta a la necesidad del consumidor, lo que le llega a la casa es el producto que tiene movimiento. Hoy no hay diferencia entre la madre que trabaja desde casa con un bebé en los brazos fuera de la vista de la cámara y el ejecutivo que por este Covid lo hace desde su hogar. Hoy compañías gigantes, con facturaciones enormes no pudieron garantizar el empleo a sus equipos de trabajo y quienes los mantuvieron bajaron los salarios o suspendieron los contratos; mientras muchos emprendedores que acuden recurrentemente a los cupos de sus tarjetas de crédito personales se dan “la pela” para pagar los salarios de todos sus empleados logrando una cohesión de equipo que cualquier consultor soñaría asegurar en las grandes compañías.
Los emprendedores estamos acostumbrados a tomarnos de la mano con nuestros equipos de trabajo y cada mes enfrentar la posible extinción, por eso aunque muchos no lo lograron en esta pandemia, muchos sí en comparación con las grandes compañías que por su peso hoy no han podido flotar. Emprender implica compartir el hambre, la dificultad y los sueños. Si se sale adelante todos los que componen la empresa lo hacen, porque la estructura existente es vital para sobrevivir. En pocas palabras, el emprendedor vive en crisis con o sin Covid.
¿Qué sucedería si las ayudas que se ofrecen hoy por la pandemia se ofertaran a los emprendedores como parte de su proceso de crecimiento natural?, tal vez, fueran muchos menos los desempleados al final del ejercicio anual porque ciertamente a todos los conservamos como parte vital de nuestros sueños. Los emprendedores somos aves de vuelo medio porque cuando se vuela tan alto a veces no llega el oxígeno al cerebro y perdemos la práctica de aprender a sobrevivir todos los días.
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