La constante globalización de los mercados, así como la progresiva instantaneidad en la interacción cotidiana de las personas, exige a las empresas adaptar en forma ágil y eficiente sus esquemas de acción, para dar respuesta a requerimientos provenientes de distintos rincones del mundo y no solo desde su propia área de confort local.
Solo así podrán consolidar su competitividad, posicionamiento para seguir creciendo a nivel global.
No se trata solo de un fenómeno pasajero o de la necesidad de responder a los cánones de una moda transitoria.
Hoy, según estadísticas de la Organización Mundial de Comercio (OMC) y de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), el intercambio mundial de productos alcanza una cifra cercana a los 32 billones de dólares.
Si bien el impacto de la reciente pandemia, crisis económica y tendencias geopolíticas se tradujo en un crecimiento menor al esperado a principios de la presente década, es un hecho, que a corto plazo la internacionalización es el único camino para subsistir y crecer en las organizaciones empresariales.
Para una empresa, esto significa abrirse lo antes posible a esta “vitrina mundial” con la suficiente flexibilidad como para atreverse a romper esquemas y modificar su cultura interna. Esto le permitirá generar mayores espacios de interacción positiva con un público cada vez más segmentado, exigente e informado.
No se trata sólo de crecer en términos de ventas o exportaciones, se trata más bien de abrirse a la información global, de conocer mejor a su público objetivo y empaparse de sus necesidades, las cuales pueden ser increíblemente ágiles y cambiantes. Así lo demuestra, por ejemplo, el incesante crecimiento de las tendencias de alimentación natural y saludable, que hoy, según proyecciones de la consultora Bloomberg, se traduce en una proyección de ventas de USD 162 mil millones en 2030.
Por ello, las empresas deben atreverse a derrumbar mitos, romper paradigmas conformistas y dar el paso evolutivo hacia la internacionalización. No solo con el objetivo inmediato de incrementar sus ventas o números de exportación, sino para adaptarse a este cambio de mentalidad que hoy reflejan los mercados, gracias al impacto de las redes sociales y otros medios de interacción online.
Esto les permitirá obtener ventajas muy importantes, tales como consolidar el core de negocios, incrementar la competitividad, obtener mayor resistencia ante ciclos de crisis, diversificar la base de crecimiento, acceder a nuevas oportunidades de negocios, fortalecer el poder de negociación, mejorar la imagen de marca, tener más solvencia e incrementar la cartera de clientes.
Estos son aspectos que hoy resultan absolutamente vitales para que toda empresa moderna pueda sustentar un posicionamiento de mercado sólido y competitivo, tanto en el corto, como a mediano plazo.