Aunque la inteligencia artificial (IA) en la educación no es una novedad, su impacto y potencial han crecido exponencialmente en los últimos años. Esto exige a la academia una acuciante adaptación. En este contexto, muchas instituciones educativas han puesto en marcha estrategias de transformación digital con el fin de generar condiciones que les permitan dar respuesta a los retos y desafíos que impone la apropiación de las tecnologías emergentes en un mundo globalizado, culturalmente cada vez más digital.
La información fluye a una velocidad sin precedentes, las personas se comunican, se divierten y trabajan con el apoyo de tecnologías digitales. Por tanto, la presencia de estas tecnologías y su impacto en la educación forma parte de nuestra cotidianidad. En este sentido, la IA es una oportunidad para desarrollar competencias como el pensamiento crítico, la resolución de problemas, la creatividad y la colaboración. Sus algoritmos pueden proporcionar: a los estudiantes una retroalimentación personalizada de su proceso de aprendizaje, y la adaptación de contenidos y rutas de formación a sus expectativas, necesidades e intereses; y a los profesores la oportunidad de enseñar de otra manera desde la propuesta de una ética digital que permita la construcción y vivencia de principios y valores que guíen al ser humano en el uso de la IA, de manera que esta no se convierta en un fin en sí misma, ni cause más brechas y, por lo tanto, más exclusión. Es importante recordar que la tecnología es una mediación para el acceso libre al conocimiento y a la información.
Además, la IA tiene un papel fundamental en la mejora de la calidad y pertinencia de la educación en todos sus niveles y modalidades. La capacidad de recopilar y analizar grandes cantidades de datos permite a las instituciones educativas identificar patrones y tendencias, lo que facilita la toma de decisiones. Esto no solo se aplica, por ejemplo, a la evaluación de programas académicos, el acompañamiento de estudiantes y el manejo de indicadores, sino también a la gestión de recursos y la planificación estratégica. La IA puede ser una posibilidad para identificar áreas en las que se debe mejorar y desarrollar estrategias efectivas para lograrlo.
Sin embargo, no podemos ignorar los riesgos relacionados con el uso de la IA en la educación. En este sentido, uno de los principales desafíos de las instituciones es garantizar la equidad y la inclusión. De hecho, la IA puede sesgar los resultados de un ejercicio si los datos utilizados para entrenar los algoritmos están mediados por prejuicios, intereses o desigualdades. Es nuestra responsabilidad asegurarnos de que la tecnología se utilice de manera ética y se implemente para el beneficio de todos.
Otro riesgo potencial es la deshumanización de la educación. En este sentido es fundamental tomar conciencia de que la interacción, el encuentro cara a cara entre estudiantes y profesores es esencial para el desarrollo integral de los individuos. La triada ser humano, naturaleza y tecnología, en el campo de la enseñanza, habla de tejido y complementariedad. La presencia de las personas en el aula es necesaria para el desarrollo de la empatía, la motivación y la inspiración, cualidades humanas que ninguna máquina podrá replicar.
Con el propósito de lograr una apropiación efectiva de la IA en el contexto académico y administrativo, los siguientes aspectos son pertinentes:
- Formación y capacitación: es esencial proporcionar a nuestros profesores y personal administrativo la formación necesaria para comprender y utilizar la IA de manera efectiva. Esto incluye la comprensión y empleo de herramientas disponibles y la reflexión ética sobre su aplicación.
- Énfasis en la ética: se deben establecer políticas claras que guíen el uso ético de la IA en la educación. Esto implica la transparencia en la recopilación y el uso de datos, así como la eliminación de sesgos en los algoritmos.
- Colaboración interdisciplinaria: la IA es un campo interdisciplinario que requiere la colaboración entre expertos en tecnología, educación y ética. La investigación en este ámbito requiere fomentar la colaboración entre distintas dependencias y campos de conocimiento.
- Evaluación continua: monitorear constantemente los efectos de la IA en la educación es un reto. La retroalimentación de estudiantes y profesores es invaluable en este proceso.
- Inversión en infraestructura: es necesario garantizar que se cuenta con la infraestructura tecnológica adecuada para aprovechar al máximo la IA en la educación. Esto incluye la actualización de equipos y la conexión a internet de alta velocidad.
La IA representa para la academia una oportunidad de mejora en la calidad y pertinencia de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación. Sin embargo, los desafíos y riesgos se deben abordar de manera proactiva y ética. Al hacerlo, es posible garantizar que los estudiantes estén preparados para afrontar los desafíos del siglo XXI y tengan acceso a una educación de la más alta calidad. La comunidad académica y administrativa tiene la responsabilidad de liderar esta transformación de manera responsable y centrada en el estudiante.