Pocos años en nuestra existencia tendrán un impacto tan profundo y radical como el año 2020. La naturaleza nos ha llamado a repensar todas nuestras dimensiones y las diferentes formas que interactuamos, sin lugar a dudas es un año que será recordado por los difíciles momentos, las perdidas, tristezas, rupturas y los cambios. Pero también, es un año de transformación, renovación y por supuesto, mucha innovación. La naturaleza humana activa su instinto de conservación y adaptación ante los momentos difíciles.
La pandemia generó las condiciones necesarias para acelerar los cambios que se venían presentado en el entorno empresarial. Desde la aparición de la tecnología digital, se había pensado comúnmente que la automatización y las nuevas tecnologías iban a cambiar la fuerza de trabajo y, en consecuencia, reducir el número de puestos de trabajo. Como lo describe Autor (2015), las preocupaciones sobre la automatización y el desempleo durante la década de 1950 y principios de la de 1960 eran tan altas que, en 1964, el presidente Johnson estableció la Comisión Nacional Blue-Ribbon de Tecnología, Automatización y Progreso Económico para enfrentar el problema de la productividad. Autor (2015) concluyó que la interacción entre la ventaja comparativa de la máquina y el ser humano llevaría a que las computadoras sustituyeran a los trabajadores en la realización de tareas rutinarias y codificables, al tiempo que amplificaba la ventaja comparativa de los trabajadores en el suministro de tareas de resolución de problemas, adaptabilidad y creatividad. La frontera de la automatización avanza rápidamente y los desafíos de sustituir las máquinas por las tareas de los trabajadores que requieren flexibilidad, juicio y sentido común siguen siendo inmensos. Como explica Autor (2015), las máquinas no sólo sustituyen, sino que también complementan el trabajo humano. Los últimos dos siglos de automatización y progreso tecnológico no han hecho que el trabajo humano sea obsoleto, pero este poder de cómputo mejorado, la inteligencia artificial y la robótica plantean la posibilidad de reemplazar el trabajo en una escala no observada anteriormente (D. Autor, 2015, p. 5).
El WEF (2016) afirmó que los impulsores cruciales de la transformación que afectan actualmente a las industrias globales tienen un impacto sustancial en los puestos de trabajo, que van desde la creación significativa de empleo hasta el desplazamiento de puestos de trabajo y una mayor productividad laboral hasta una brecha considerable de expansión de habilidades (Forum, 2016). La OCDE (2016) informó que las causas de los cambios en el mercado laboral incluyen: la creciente dependencia de los trabajos domésticos de la globalización económica, ciclos económicos de choque, cambios en la forma en que se organizan las empresas, innovación tecnológica y cambios demográficos en los modelos de consumo (OCDE, 2016). El WEF (2018) describió más tarde que con el despliegue de la cuarta revolución industrial en todo el mundo, las empresas ubicarán roles laborales y actividades económicas específicas en países particulares sobre otros debido a una variedad de consideraciones estratégicas, cambiando el mercado laboral global (Foro, 2018).
Con el cambio en el mercado laboral, como se ha descrito, es esencial que el sistema educativo comprenda cuales son las competencias que esté demanda. Otro gran catalizador de los cambios en los entornos educativos han sido las tecnologías de información y comunicaciones (TIC’s) información. Gracias a las TIC’s hoy podemos romper las barreras del tiempo y el espacio, acceder a cualquier recurso de información en cualquier lugar del mundo. Si bien las TIC’s juegan un papel muy importante en diferentes procesos de las instituciones educativas, es necesario reconocer que existe una división entre la educación tradicional, a distancia y lo que hoy llamamos educación virtual o e-learning.
Con las restricciones necesarias para combatir la pandemia las instituciones educativas tuvieron que acudir a las TIC’s para continuar con sus procesos formativos en plataformas digitales. Según la UNESCO cerca del 70% de los estudiantes en el mundo no pudieron continuar sus estudios debido que no contaban con los recursos necesarios. Un buen número de instituciones necesitaron adoptar planes de emergencia que incluyeron la capacitación de sus profesores y estudiantes, adquisición de plataformas, diseñar actividades de atención a las necesidades socioemocionales de la comunidad, entre otros. En Colombia, en la educación superior se planteó el Plan Padrino, promovido por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) en el cual las Instituciones de educación superior (IES) de mayor desarrollo en la incorporación de TIC’s y con programas bajo la modalidad virtual, voluntariamente acompañaron a otras IES para que éstas pudieran continuar atendiendo a sus estudiantes.
Quizás uno de los beneficios que ha dejado el esquema de confinamiento es que todas las instituciones educativas (IE) tuvieron que migrar a ofrecer su servicio educativo bajo plataformas digitales. Esta migración les permitió a las IE, organismos reguladores y al gobierno entender las implicaciones de ofrecer programas bajo la modalidad virtual. Sin embargo, la legislación educativa sigue haciendo la diferencia entre las modalidades presencial, a distancia y virtual, lo que obligo al MEN a sacar decretos habilitando el ofrecimiento de programas presenciales bajo la modalidad virtual.
Por cerca de nueves meses las IE se han enfrentado a un cierre de sus instalaciones educativas. La posibilidad de regresar a la anterior normalidad es aún lejana, será necesario continuar bajo el modelo de alternancia y continuar prestando el servicio educativo en plataformas digitales. Las inversiones realizadas por las IE para prestar el servicio educativo en las condiciones actuales de la pandemia, ha permitido cerrar el gap entre los programas presenciales y virtuales, implementar nuevas metodologías, modificar transitoriamente el marco legislativo, así como la percepción de los programas bajo la modalidad virtual.
Las restricciones impuestas por la pandemia, la necesidad de enfrentar la cuarta revolución industrial y la demanda de nuevas competencias como consecuencia de la automatización y digitalización de las organizaciones, hacen necesario repensar el sistema educativo y abandonar viejos paradigmas que no han permitido el avance de éste. La educación debe repensar su relación entre el tiempo y el espacio, comprender que buena parte del conocimiento que adquieren nuestros alumnos se da por fuera del aula de clase. Así mismo, los campus universitarios enfrentarán procesos de transformación para desarrollar nuevos entornos de aprendizaje. Las viejas metodologías de aprendizaje memorístico y repetitivo deben ser reemplazadas por estrategias didácticas de aprendizaje activo. La adopción de plataformas digitales llegó para quedarse y emprender una transformación que no tiene vuelta atrás. Sin lugar a dudas las condiciones están dadas para una transformación del sistema educativo. Es nuestra tarea como lideres proponer los cambios necesarios para no regresar a un sistema obsoleto que desde hace años estaba clamando por reformas de fondo.
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