El debate a nivel mundial y regional acerca de la pertinencia de los universitarios en el mercado laboral, ha dado paso a nuevas perspectivas en los estudiantes, los empresarios y las universidades. El papel protagónico que han adquirido las habilidades blandas –soft skills- más que las habilidades duras –hard skills- para el desarrollo de la carrera profesional en las empresas de hoy, ha significado un aumento en la contratación de personas sin estudios universitarios y una carencia de formación humanística complementaria en los ciudadanos de las sociedades contemporáneas.
Perspectiva empresarial
Líderes de empresas afirman que los egresados universitarios carecen de habilidades como el liderazgo, el trabajo en equipo, el pensamiento crítico y creativo; en síntesis, habilidades que trascienden el conocimiento técnico y se relacionan con la inteligencia emocional, y no con la inteligencia cognitiva en la que se han enfocado la mayoría de universidades en el mundo. Recientemente, la Revista Forbes indagaba por “la verdadera razón por la que no se contrata a universitarios”.
De acuerdo a un estudio hecho por Work Force Solutions Group, se estima que, más del 60% de las empresas expresan que existe una marcada carencia de “habilidades comunicativas e interpersonales” entre los aspirantes a los cargos. Por su parte, el vicepresidente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, expresaba hace un par de años para el New York Times que: “Tenemos equipos en los que el 14% de las personas que los conforman no tienen ningún tipo de título relacionado con una universidad”, porque “Las habilidades de una persona en su trabajo no tiene ninguna relación con las que se exigen en la universidad”.
Esta carencia de habilidades sociales ha impactado negativamente el desempeño laboral de los profesionales, porque en el mundo dinámico actual en que la innovación y creatividad son unas de las tendencias exigidas a todas las empresas del planeta; éstas surgen de la interacción con las ideas de diversos grupos. Steve Johnson, investigó durante más de cinco años, el origen de las buenas ideas y afirma que provienen del choque de ideas entre personas de diferentes corrientes de pensamiento y no de una inspiración solitaria.
En Colombia, particularmente en Antioquia, Innovación EAFIT con la colaboración de la Alcaldía de Medellín, la Fundación Proantioquia y la Cámara de Comercio de Medellín, realizaron por primera vez un estudio de cuatro clúster, para estimar las competencias que estos sectores esperan de los egresados universitarios. En el estudio, “Nos sorprendió, desde el punto de vista de importancia, (que) es mucho más relevante el conjunto de las competencias de tipo personal e interpersonal, las que fueron seguidas por las intelectuales y tecnológicas”, señala Alfonso Vélez líder de la investigación. “Lo más importante es entender que esos sectores de desarrollo productivo hoy tienen identificadas unas competencias humanas específicas para lograr el nivel competitivo que necesita la región a escala global, como capacidad de liderazgo, innovación, ética y visión global, y tenemos que hacer que éstas calcen no sólo con la oferta académica de la ciudad, sino también con los valores humanos y sociales de ese talento humano”, opina Azucena Restrepo Herrera, vicepresidenta de la Fundación Proantioquia.
Perspectiva de los estudiantes universitarios
Esta tendencia no es ajena a Europa, la revista ABC Sociedad, comentaba la situación desde la perspectiva del estudiante al expresar que “la paradoja del alumno brillante que colecciona matrículas de honor y destaca más que nadie en el ámbito académico se encuentra, en ocasiones, con que no encaja en el mercado laboral”, así lo afirmaba Valentín de Torres-Solanot, empresario y director del International Young Talent Seminar, que tuvo lugar el pasado mes de marzo en Madrid. El empresario afirmaba que “Conozco casos de alumnos brillantes, con matrículas de honor y que un año antes de acabar la carrera pensaban que se los iban a rifar y luego nadie les llamó”; porque “ser brillante en los estudios no significa que luego se aterrice bien en el mercado laboral”. Así mismo, una investigación realizada a nivel mundial por el Consortium for Research on Emotional Intelligence in Organizations, en el que se concluyó que “el éxito profesional se debe sólo en un 23% a las capacidades intelectuales (inteligencia cognitiva) y en un 77% a las aptitudes emocionales (inteligencia emocional)”.
Perspectiva social
Esta misma preocupación es manifestada por algunos académicos de las Instituciones de Educación Superior (IES) del país, quienes no sólo identifican la carencia de habilidades sociales en el ámbito laboral como causante del deficiente desempeño de los trabajadores, su análisis trasciende hacia la formación integral de los ciudadanos colombianos. El pasado mes de abril, el PhD José Ángel Hernández comentaba para El Tiempo que: “La academia ha dejado de formar integralmente a los nuevos profesionales en los últimos 50 años” y la renuncia creciente en la formación humanista que ha tenido Colombia en el último lustro, ha privilegiado desacertadamente la formación técnica en un contexto social complejo como el colombiano. Desde esta perspectiva, no basta que los profesionales se formen en soft skills, también en competencias de las ciencias humanas producto de la formación antropológica, política, histórica o filosófica, que permiten afrontar las crisis sociales del devenir histórico colombiano.
No obstante, el PhD también expresa que: “De vez en cuando los que nos dedicamos a la enseñanza de las humanidades nos encontramos a un rector o a un decano que rompen esa tónica, aun viniendo de estos ámbitos del saber alejados de las humanidades, pero que reconocen el valor de las ciencias sociales y las humanidades como reguladores del proyecto de nación en una tesitura como la colombiana, en la que se vive una crisis social y humana de gran magnitud, con una violencia social que tendrá que ser objeto de discusión y autorreflexión”.
¿Qué podemos hacer? Una responsabilidad de todos.
Si bien es cierto que este debate formula un reto para las IES, también lo es para los estudiantes, los empresarios y la sociedad en general y, en nuestro contexto ya se están tomando cartas en el asunto. De una parte las universidades están implementando programas basados en competencias intelectuales, sociales y técnicas. Igualmente, los estudiantes buscan iniciativas emprendedoras que les permitan el trabajo extracurricular con alumnos de otras disciplinas, también participan en procesos de reflexión ética de su quehacer estudiantil. Finalmente, las empresas y el Estado, están desarrollando propuestas conjuntas de iniciativas que promueven el desarrollo de habilidades sociales. Este es el caso del proyecto Primavera del primer vehículo solar colombiano para participar en la competencia internacional World Solar Challenge que llevan a cabo Empresas Públicas de Medellín y la Universidad EAFIT, para ello la participación de las universidades, el Estado y las empresas con la oferta de estas iniciativas, es determinante.